Con una nutrida experiencia en el campo de la calidad del aire, energía y transporte, entre otras temáticas relevantes, el Centro Mario Molina-Chile (CMM) es voz autorizada para hablar sobre la Ley de Eficiencia Energética, que fue aprobada en el Congreso el pasado 12 de enero, tras dos años y algo más de trámite legislativo, y quedó lista para ser promulgada.
Fundado en 2004, este centro de investigación y desarrollo es socio técnico de ONU-Medio Ambiente en transporte y combustibles para América Central y del Sur desde 2009. Con más de 70 proyectos a su haber, distribuidos en 15 países de la región, el CMM promueve la innovación tecnológica y el diseño de políticas públicas en áreas de trabajo clave como la contaminación atmosférica y reducción de emisiones en el transporte.
A la cabeza de este núcleo de investigadores e investigadores se encuentra Gianni López. Ingeniero civil mecánico y magíster en gestión y emprendimiento tecnológico, el director general del CMM fue director de la extinta CONAMA en los albores de los 2000 y actualmente dirige la investigación sobre la tecnología de transporte y los casos aplicados. En ese contexto, López celebra la aprobación de la normativa de eficiencia energética, por cuanto permitirá, dice él, dar un salto relevante en la introducción de menos vehículos de combustión y, por consecuencia, más vehículos eléctricos.
En resumidas cuentas, la ley obliga al Ministerio de Energía a elaborar un Plan Nacional de Eficiencia Energética que atacará distintas variables: residencial, etiquetado de artefactos, capacitación y, en lo que atañe al interés de Gianni López, transporte. Según se lee en el artículo 7 del texto, al citado ministerio le corresponderá “fijar estándares de eficiencia energética que consistirán en metas de rendimiento energético”. Así, cada fabricante o importador deberá entregar un reporte del consumo energético (en gramos de CO2 por kilómetro) de los vehículos nuevos que vendió durante todo el año. Si no cumple con el piso de la norma, se expondrá a multas. “Es una ley que toma lo mejor de la experiencia comparada de la legislación europea”, asegura López, en entrevista con País Circular.
-¿Cómo interpretas la aprobación de la ley de eficiencia energética en lo que respecta a la industria automotriz en Chile?
-Me parece un paso muy importante porque si uno mira la región latinoamericana, la única normativa de eficiencia energética que existe en el transporte para los mercados automotrices de los vehículos nuevos está en México y tiene varios años. Pero los niveles que se exigieron allá eran muy laxos, entonces eso no significó ninguna transformación del mercado automotriz. El caso de Chile es muy interesante para el resto de Latinoamérica. Ni Brasil, ni Argentina ni México tienen una normativa tan potente, lo que provoca que los mercados de la región estén bastante atrasados respecto de otros en términos de emisiones de combustibles y emisiones de CO2. Hemos estudiado los mercados latinoamericanos hace rato: la emisión promedio de un vehículo nuevo es de 170 gramos de CO2 por kilómetro; en cambio, en mercados más regulados como el europeo o el japonés es de 100 gramos de CO2 por kilómetro. Regular la eficiencia energética tiene un beneficio enorme en el cumplimiento de los compromisos de cambio climático. La ley tiene una visión bien integral, porque considera a los vehículos livianos, medianos y pesados, tales como buses y camiones. Cuando ya tienes una norma Euro 6 como norma de emisión para vehículos nuevos, sumarle a eso una norma de eficiencia energética provocará una transformación real hacia vehículos nuevos más limpios y eficientes.
-¿Qué señales entrega la ley a los fabricantes o importadores? En concreto, ¿de qué manera la ley incentiva la introducción de vehículos más eficientes y limpios?
-A nivel global, está bastante clara la señal: los fabricantes de automóviles deben terminar progresivamente de producir vehículos a combustión. Gradualmente, deben empezar a producir cada vez más vehículos eléctricos y, a futuro, en base a hidrógeno. Tal vez el ejemplo más fuerte de los últimos meses sea el de Gran Bretaña, que tomó la decisión de que a 2030 no se puede comercializar ningún vehículo de combustión. Eso es bastante ejemplificador de varias cosas que están pasando en otros lados: en California no se puede vender otro vehículo que no sea eléctrico o de hidrógeno desde el 2035. Barcelona, París y Londres son ciudades que han tomado decisiones en esa línea. Globalmente se están generando todas las condiciones para que la industria automotriz migre lo más pronto posible de motores de combustión a motores eléctricos o vehículos de hidrógeno. Dentro de esta década, tal vez el 2028, tendremos probablemente el desplome de la industria petrolera. Como los vehículos eléctricos tienen cada vez más participación de mercado, la industria del petróleo se va a desplomar en los próximos años. Entonces países como Chile que tienen una dependencia total del petróleo importado, son súper vulnerables a un escenario como ese. Al tener la ley vas a ser menos dependiente del país de la importación de petróleo a largo plazo, previendo el impacto de cuando se desplome la industria. Por otro lado, en Chile hay un entusiasmo con la electromovilidad y el hidrógeno verde. Por eso es importante conversar sobre los reglamentos específicos que pongan en marcha la ley.