Freshwater y Photio: las tecnologías sustentables para producir agua y descontaminar ciudades ganadoras del 6° Concurso Nacional Desafío Emprendedor
Matías Moya Alarcón y su proyecto Photio, junto a Héctor Pino Opazo con Freshwater, obtuvieron el primer lugar en las categorías Microempresa y Pyme, respectivamente. Con el premio, de $15 millones para cada uno, Freshwater fomentará la escalabilidad de su propuesta, mientras que Photio usará el monto obtenido en marketing y comunicaciones, antes del lanzamiento oficial de la marca programado entre mayo y junio de este año.
Matías Moya Alarcón, fundador de Photio, destacó que participar de un programa en televisión como lo fue “Desafío Emprendedor Banco de Chile” fue una muy buena experiencia y una gran vitrina hacia el público masivo. “Nunca habíamos participado de un concurso con exposición en televisión abierta, así que nos sirvió para demostrar que el producto es confiable y muy simple de usar, más allá de que la química sea compleja”, señaló.
Héctor Pino Opazo, fundador de Freshwater, agradeció el acompañamiento de Banco de Chile con su formación, talleres y asesorías. “Fue un concurso nacional de alto nivel, donde había proyectos extraordinarios que involucran nanopartículas y electromovilidad”, agregó.
Este domingo culminó un largo proceso para los 32 emprendimientos finalistas en las categorías Pyme y Microempresa —16 por cada una— que participaron en la sexta edición del Concurso Desafío Emprendedor, impulsado por Banco de Chile en acción con Desafío Levantemos Chile. El hito decisivo fue la gran final del evento transmitida por las pantallas de Mega, donde se dieron a conocer los cuatro primeros puestos de cada categoría, determinando a los grandes ganadores: Héctor Pino, con su emprendimiento Freshwater (Pyme) y Matías Moya con su proyecto Photio (Microempresa).
Ambas empresas obtuvieron un premio de $15 millones, además de participar de manera gratuita en el Programa de Aceleración de UDD Ventures, que les servirá para su escalamiento en el mercado según su propia situación actual: mientras que Freshwater se encuentra en pleno proceso de crecimiento, llegando incluso a participar en estos días como una de las siete empresas seleccionadas en la Expo Dubai, Photio lanzará durante este primer semestre su producto al mercado.
¿Qué hacen estos emprendedores? Freshwater diseñó una solución para paliar la crisis hídrica en un sinfín de comunidades que tienen dificultades en acceder a agua potable apta para el consumo. De esta manera, a través de un dispositivo que captura y condensa la humedad suspendida en el aire logra transformarla en agua. Photio, en tanto, se vale de la fotosíntesis para crear un aditivo que elimina los gases contaminantes de las pinturas, asfalto, cuero sintético y otros materiales. Ambos emprendimientos agradecieron a Banco de Chile la posibilidad de exponer sus proyectos en televisión abierta y, desde luego, aprovecharán la vitrina y el premio obtenido para hacer crecer sus soluciones innovadoras.
Esta es la historia de los ganadores.
Freshwater: una gran innovación para mitigar la crisis hídrica en las comunidades
“Hoy el desierto ya cruzó Santiago y se están secando las norias de las zonas rurales. En el sur sigue lloviendo, pero la gente señala que no llueve lo suficiente”, dice Héctor Pino, ingeniero forestal y fundador de la empresa Freshwater, que ganó la categoría Pyme en el Sexto Concurso Nacional Desafío Emprendedor de Banco de Chile en acción con Desafío Levantemos Chile.
La crisis hídrica que atraviesa al país —con la posibilidad inminente de racionamiento de agua en zonas de Santiago— había sido presagiada por el emprendedor desde hace diez años, y desde entonces tenía en su cabeza la idea de diseñar soluciones que pudieran ayudar a enfrentar la sequía que sobrevendría. Esto, sumado a una enfermedad renal de su hija que la obligó a beber agua purificada de alta calidad durante mucho tiempo, lo llevó en 2014 a reunirse con el diseñador industrial Alberto González y al ingeniero naval Carlos Blamey para crear un dispositivo que proveyera agua purificada a partir de una tecnología muy particular.
Freshwater se abocó a capturar las micropartículas de agua que se encuentran suspendidas en la humedad del aire, imitando el ciclo del agua, al interior de un dispensador que pesa menos de 35 kilos. De esta manera, la humedad se condensa como si fueran nubes y luego —al igual que la lluvia— se transforma en agua prístina, que pasa por un proceso de filtrado, purificación y esterilización que permite usarla tanto para beber como para cocinar. Este proceso de acelerar el ciclo natural del agua permite “fabricar” agua con solo apretar un botón, y es una solución de abastecimiento a comunidades que enfrentan crisis de suministro.
El primer hito del proyecto fue la instalación de un dispositivo de agua en la localidad de Cachiyuyo, Región de Atacama, pero la pandemia los obligó a reinventarse. Aún así, han podido seguir escalando hasta transformarse en un referente latinoamericano y mundial en la materia. El modelo inicial, llamado ECCO, era capaz de producir hasta 28 litros de agua purificada al día. Pero la cifra, tras la pandemia, ha cambiado.
En 2020, ante el alza sostenida de casos por coronavirus, Freshwater paquetizó otro modelo —llamado URBAN, capaz de producir 15 litros diarios—, a fin de tener un rápido acceso al agua de calidad para beber y cocinar. Es el modelo estrella que hoy la empresa promociona por sus redes sociales. “Es un sistema de sobremesa ideal para espacios limitados, particulares urbanos o suburbanos que desean contar con su propia fuente de agua segura purificada del aire e ilimitada para beber, cocinar y lavarse las manos”, figura en la página web de Freshwater. Hay otros modelos que generan hasta 60 y 100 litros de agua purificada diariamente, y uno que se divulgará a fines de año que produce 250 litros.
“En estos momentos estamos utilizando estos modelos que paquetizamos en pandemia e impulsando la comercialización de la tecnología B2C, o a gente particular, a través de la venta online. Esto nos permite cofinanciar nuestros proyectos de impacto social, pero al mismo tiempo ser un negocio sostenible”, plantea Héctor Pino, quien da en el clavo en un punto relevante: los proyectos de impacto social, es decir, aquellos que implican dotar de agua prístina a comunidades que lo necesitan, siguen su curso sin alteraciones. Por ejemplo, hay un proyecto en curso junto a FOSIS y Fundación Aliwen que consiste en suministrar agua purificada a comunidades mapuche de Huechuraba, de manera que éstas puedan celebrar sus ceremonias ancestrales.
“El premio apunta a potenciar la comercialización de la tecnología, y buscar nuevas alianzas comerciales con empresas grandes que nos permitan hacer proyectos o distribuir el producto”
“Estamos entregando puntos de agua sustentables en jardines infantiles, bajo el paraguas del programa ‘Agua de Calidad para una Educación de Calidad’, donde los tres pilares son educación, tecnología y sustentabilidad. Ahí trabajamos con distintas organizaciones para llevar el proyecto a Alto Biobío, Atacama y Antofagasta. Eso no lo vamos a dejar, porque siempre estamos buscando los aliados o los fondos. Porque, además, eso significa resolver un problema a una caleta que no tiene agua, a municipios rurales que no tienen recursos y que están con decretos de escasez hídrica, que invierten en tecnologías alternativas pero no las saben implementar”, agrega Pino. Actualmente esta tecnología llega a 5.000 familias y a 4.000 niños y niñas de jardines y escuelas de zonas rurales.
Sin descuidar los proyectos de impacto social, el modelo de producción de Freshwater evolucionó al punto que, si antes lograban fabricar 10 unidades, ahora llegan a 100 o 200 sin problemas, pues la fabricación se le encarga a un externo. Con ese volumen de producción, dice Pino, logran canalizar un funnel de oportunidades que “lo comprende gente que tiene problemas de agua, que son parte de una comunidad, que sufre enfermedades o que simplemente quiere comprar la tecnología. Cuando uno quiere escalar, necesita otros perfiles”.
En ese proceso de escalamiento aprovecharán los $15 millones obtenidos por conseguir el primer lugar de las Pymes en la sexta versión del Concurso Nacional Desafío Emprendedor de Banco de Chile en acción con Desafío Levantemos Chile. “El premio apunta a potenciar la comercialización de la tecnología, y buscar nuevas alianzas comerciales con empresas grandes que nos permitan hacer proyectos o distribuir el producto. Estamos participando con ARC Venture de Perú para ver los procesos de potenciar el soft-landing a ese país. Estamos actualmente en un proceso con ProChile, Fundación País Digital y CORFO en el núcleo Dubai. Estamos entre las siete empresas seleccionadas para participar en la Expo Dubai. Freshwater está allá”, complementa Héctor Pino.
Según el fundador de Freshwater, la alianza con País Digital va mucho más allá: durará 10 meses y tratará de impulsar la tecnología y llevarla a Smart Cities de distintas locaciones del mundo. “Es bueno que terceros nos vayan orientando”, apunta.
Por último, sobre el proceso mismo que involucró la consecución del premio del concurso Desafío Emprendedor, Pino se reconoce “emocionado, contento, por un proceso largo y no menor, donde quedamos ocho finalistas. Debo destacar que hay proyectos extraordinarios que involucran nanopartículas, electromovilidad, y son de todo Chile. Agradezco el acompañamiento de Banco de Chile con su formación, talleres, asesorías. No es solo llenar un formulario para participar del concurso”, agrega.
Photio: un aditivo con nanopartículas inspirado en la fotosíntesis
Los orígenes de Photio se remontan a 2017, cuando los fundadores del emprendimiento, Matías Moya y Jaime Rovegno —más Constanza Escobar, que se uniría al equipo poco tiempo después— elucubraban algún tipo de solución para resolver el problema de la contaminación en la minería. Los tres trabajaban, directa o indirectamente, en esta industria y estaban al tanto del inconveniente, pero “no sabíamos que era tan relevante desde el punto de vista operacional”, acota Matías Moya, hoy gerente general de Photio, empresa que obtuvo el primer lugar en la sexta edición del Concurso Nacional Desafío Emprendedor de Banco de Chile en acción con Desafío Levantemos Chile, en la categoría Microempresa.
Por entonces, Moya, Rovegno y Escobar —luego sumarían al grupo a Daniel Olea— comenzaron a desarrollar distintas alternativas, tales como instalar placas en la parte superior de los túneles mineros para facilitar el ingreso de aire, o bien colocar arbustos en su interior. Sin embargo, en la práctica se tornó muy difícil de implementarlos y la propuesta no terminó de cuajar. Entonces se replantearon la solución y empezaron a bucear en estudios que hablaran de nuevas tecnologías, y que replicaran parcialmente el proceso de fotosíntesis que realizan las plantas. “Miramos estudios en Japón, Inglaterra e Italia, que estaban intentando replicar la fotosíntesis como recuperación de energía como una forma de optimizar los paneles solares, pero había muy poco en términos de descontaminación utilizando procesos similares”, apunta Moya.
Tras dos años de investigación, los emprendedores lograron introducirse en el mundo de la nanotecnología y las reacciones fotoquímicas. Hicieron muchas pruebas a pequeña escala y desarrollaron un primer prototipo: unas láminas con diferentes materiales que promovían esas reacciones fotoquímicas. No obstante, “la lámina no tuvo mucha aceptación porque estaba enfocada en faenas mineras y nos pedían muchas certificaciones, creían que era algo mágico”, subraya Moya. Esa fue la chispa que cristalizó en un vuelco a la idea original: hacer un producto más versátil, porque habían constatado que el problema de la contaminación excedía la industria de la minería y era algo propio de otras áreas, como el transporte, los edificios, las casas y las carreteras.
Así nació, en enero de 2021, Photio, que consistía en el desarrollo de un aditivo con base en nanopartículas que tiene la propiedad de degradar los gases contaminantes y convertirlos en una sustancia inerte, gracias a la radiación solar directa o indirecta, simulando el proceso de fotosíntesis de las plantas, aunque sin generar oxígeno. Este aditivo se sometió a pruebas en pinturas, pero a poco andar los emprendedores advirtieron que se podía incorporar al asfalto, cuero sintético para muebles, zapatillas y, en rigor, a cualquier otra superficie.
“Fue una muy buena experiencia y una gran vitrina hacia el público masivo. Somos relativamente conocidos en el ambiente de la innovación, pero no estábamos llegando al gran público (…) Nos sirvió para demostrar que el producto es muy confiable y muy simple de usar”
Todo empezó con alianzas con artistas que empezaron a pintar murales incorporando el aditivo de Photio. “Teníamos mucho temor de sacar un producto sin certificaciones, así que hicimos muchas validaciones, queríamos que nadie lo cuestionara”, dice Matías Moya.
Actualmente se generan muchos proyectos con otras empresas, como el desarrollado en el bandejón central de la Autopista Central, a la altura de Huérfanos, donde se pintarán murales de unos 3.000 metros cuadrados en un espacio que se convertirá en una especie de bosque. Asimismo, también hay colaboraciones con municipios.
El primer semestre de 2022 será clave para el posicionamiento del producto, por lo que todas las fichas están puestas ahí. En Photio operan dos líneas de negocios: en mayo o junio de este año la empresa venderá directamente un sachet de 50 ml que “el cliente lo incorpora a un galón de pintura comercial y lo puede convertir en un purificador de aire”, explica el gerente general de Photio. Por esas mismas fechas mostrarán en qué consiste Photio, y la facilidad con que se puede utilizar.
La segunda línea de negocios implica la colaboración con otras empresas, ya que se incorpora el aditivo Photio en el proceso de fabricación de cuero sintético, asfalto, telas plásticas para agricultura. “Queremos aprovechar el posicionamiento del producto con el lanzamiento de las marcas. Sabemos que Photio no tiene límites, y que hay muchas posibilidades de adecuarlo a diferentes productos e industrias”, afirma el gerente general del proyecto junto a los citados Jaime Rovegno, gerente de Operaciones y cofundador; Constanza Escobar, gerenta de Producción, y Daniel Olea, jefe de Operaciones.
Aclara que la reacción fotoquímica no absorbe los gases contaminantes, sino que los transforma en un elemento inerte que no representa un peligro para la salud ni para el medio ambiente. Del mismo modo, considera una ventaja que no produzca oxígeno, como la fotosíntesis, porque “nuestra competencia no son los árboles. No queremos incentivar a que no se planten más árboles. Nuestra idea es una alternativa para transformar ciudades en focos de descontaminación”.
Con respecto al primer lugar obtenido en la categoría Microempresa en el concurso organizado por Banco de Chile en acción con Desafío Levantemos Chile, Moya anuncia que “vamos a invertir el premio casi íntegramente en marketing y comunicaciones. Para nosotros es clave para el posicionamiento de la marca en el primer semestre de 2022. También invertiremos alguna parte de los $15 millones en I+D”. De todos modos, y más allá del premio, agrega, el hecho de participar en un programa de televisión asociado al concurso “fue una muy buena experiencia y una gran vitrina hacia el público masivo. Somos relativamente conocidos en el ambiente de la innovación, pero no estábamos llegando al gran público. Nunca habíamos participado de un concurso con exposición en televisión abierta, así que nos sirvió para demostrar que el producto es muy confiable y muy simple de usar, más allá de que la química sea compleja”.