FreshWater, el dispositivo que captura la humedad del aire y la transforma en agua para las comunidades rurales
El innovador proceso acelera el ciclo del agua y logra obtener hasta 28 litros por día de agua purificada. Hoy este emprendimiento abastece de agua a más de 3.000 personas no solo en Chile, sino que también en varios países de Latinoamérica. Actualmente está en conversaciones con el Serviu para instalar este sistema en las viviendas sociales.


Casi 1.30 metros de altura, 50 centímetros de ancho y un peso de 45 kilogramos. Esas son las dimensiones del dispensador creado por FreshWater que busca revolucionar el acceso a agua en localidades rurales remotas a través del uso de las partículas de la humedad que se encuentra en el ambiente.
Su fundador, el ingeniero forestal Héctor Pino, explica el proceso consiste en “acelerar el ciclo natural del agua al capturar las micro partículas de agua que se encuentran suspendidas en la humedad relativa del aire, las que luego forman nubes y hacen llover obteniendo agua prístina que pasa posteriormente por un proceso de filtrado, purificación y esterilización, pudiendo obtener hasta 28 litros de agua purificada por día”.
Suena sencillo, y Pino lo cuenta con una naturalidad que asombra, pero debieron pasar varios años para poner en práctica una idea a la que llegó por una compleja enfermedad de su hija, que se vio afectada por una infección renal que la obligó a tomar agua purificada de alta calidad durante muchos años. Esta situación lo hizo buscar alternativas para solucionar un problema personal, y que hoy lo tiene abasteciendo agua a 3.000 personas no solo en Chile, sino que también en varios países de Latinoamérica.
El apoyo clave fue de Social Lab, entidad que lo invitó a masificar y darle impacto social a esta iniciativa, y en 2014 el esfuerzo individual se convirtió en un proyecto de tres personas. A él se sumaron el diseñador industrial Alberto González y el ingeniero naval Carlos Blamey, y juntos postularon a diversos fondos para innovadores con un proyecto que fue mutando hacia un modelo autosostenible, que tuvo como primer hito una instalación en Cachiyuyo, Región de Atacama, que fue lo que les dio el impulso y el convencimiento de que el proyecto podía desarrollarse a otra escala.
Posteriormente fueron puliendo el diseño y los materiales, y hoy cuentan con un dispositivo sustentable. “Lo importante es que el diseño sea autosostenible y aplicando economía circular; utilizamos madera OSB para revestirlo, material que se compra y vende muy barato, que incluso está en desecho en muchas partes. Nosotros usamos el desecho de las ventanas que se usan en las viviendas sociales”, explica Pino.
“Estamos en el HUB de la vivienda -agrega-, trabajamos en alianza con ellos para incorporar la tecnología a la vivienda social, pero sobra madera así que decidimos usar ese material que es impregnado, que resiste a la intemperie y es conocido por la comunidad, no es una carcasa distinta. También utilizamos desechos de bolsas de basura plásticas que son procesadas y se transforman en placa, que son como maderas plásticas y la gracia es que se corta. Es un artefacto que es funcional a la realidad rural, no a una oficina. Es decir, todo fue pensado así, incluso con una cañería de cobre, que tiene propiedades antibacterianas”.

El diseño interno está hecho en un modelo building block, donde el usuario puede conectar y desconectar fácilmente sus partes y así pueden reparar rápidamente los dispositivos. “Por eso la capacitación de la fase dos es clave, porque la comunidad queda a cargo”, explica Pino.
Co-creación con las comunidades
El proceso de relacionamiento con las comunidades es clave para la continuidad del proyecto, dado que hay varias barreras que superar como, por ejemplo, conocer los hábitos de consumo del entorno.
“Previo a toda la innovación tecnológica, aprendimos que por muy buena que fuera la tecnología, si no hay un proceso comunitario previo para introducir este nuevo elemento, sin entregar la caja de inmediato, es súper difícil que la tecnología dure en el tiempo. Necesitas que la comunidad se apropie del sistema, que lo haga suyo y lo defienda. En Cachiyuyo la máquina sigue funcionando porque es de ellos, finalmente no lo creamos, lo co-creamos, y eso fue clave. Eso es lo que hemos estado implementando, en una modalidad de venta consultiva para lograr la durabilidad de los sistemas”, dice el creador de FreshWater.
En lo referente al dispositivo, Héctor Pino detalla que los equipos tienen una capacidad de 5 a 28 litros de generación, y en almacenamiento hay equipos de 12, 18 y 30 litros. La capacidad de generación está sujeta a la altitud, humedad y temperatura, ya que no es lo mismo producir agua a 4.000 metros de altitud que en la costa, y tampoco es lo mismo producir en Chile que en Costa Rica.
“El computador lo que hace es detectar eso, y acelera o desacelera el ciclo natural de agua; todo depende de las condiciones. Al acelerar el ciclo lo que hace es generar una nube y esa nube la hace llover, pero el sistema define todo. Después eso pasa por filtrado y purificación. El sistema va definiendo cómo va a funcionar, va haciendo su inteligencia”, explica.
El usuario puede ver el estado de almacenamiento del dispositivo a través de indicadores, y dada la capacitación y el manual de uso saben en qué estado está el proceso y cuánto deben esperar.

“Ahora, si un sistema de almacenamiento de 12 litros lo vacías hoy, vas a tener que esperar hasta mañana para tener agua, pero la gracia es que a día siguiente vas a tener agua; y al día siguiente vas a tener agua, y al día siguiente también vas a tener agua, y el camión aljibe aún no llega”, señala Pino respecto a una de las disyuntivas que enfrentan hoy en día las comunidades ubicadas en lugares remotos, que se ven obligadas en muchos casos a utilizar agua de estos camiones, cuyos parámetros de calidad no siempre están claros.
Agua de calidad
El abastecimiento de agua potable es una de las grandes preocupaciones a nivel mundial, al punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto una nota de alerta dado que el 80% de las enfermedades del mundo en desarrollo son causadas por la falta de agua limpia y el saneamiento adecuado, siendo ésta una de las causas principales de muerte.
“Hoy tenemos más de 3.000 familias que toman agua FreshWater. Hace unos días sacábamos la cuenta y son más de 1.600 niños de jardines infantiles que toman agua de FreshWater. Hemos logrado medir un porcentaje de ahorro de estos jardines de más de 80% en la compra de agua, y en jardines y escuelas hemos notado un aumento de asistencia de un 28%, porque cuando uno se enfrenta a estas escuelas rurales o jardines hay una asistencia que no es tan alta y uno de los factores es por enfermedades, principalmente estomacales”, dice Héctor Pino.
Es por eso que uno de los factores que no se puede dejar de lado es la calidad del agua. Su característica prístina, que no tiene caducidad, que es ilimitada, sin preservantes, sin cloruro, sin químicos, eso hace que sea mucho mejor.
“Esto es calidad de vida para las comunidades. Hay que concientizar a la gente, y al tomar conciencia de eso también sirve para que la gente entienda que esa agua no es para trapear el suelo, ni para lavar la loza ni la ropa, es para cocinar y beber. La gente tiene que entender que eso que tiene ahí es un tesoro porque le van a llegar alternativas, por lo que al final siempre nos presentamos como un complemento más que como un sustituto que lo arrasen en dos tiempos. Hay que ‘setear’ las expectativas también, y entender los hábitos de consumo”, agrega.

Proyección nacional e internacional
El posicionamiento de FreshWater lo ha hecho merecedor de diversos reconocimientos a nivel nacional e internacional. En 2016 fueron premiados en la categoría Diseño y Sostenibilidad de la Bienal Iberoamericana de Diseño (BID), organizada por la Fundación Diseño Madrid, que tiene lugar cada dos años y es la cita más importante del diseño contemporáneo iberoamericano. También resultaron ganadores de la edición chilena del Chivas Venture, que es una competencia global de startups.
Respecto a la proyección del negocio, la idea es continuar con la penetración que ya inició la marca en otros países. Son varios los gobiernos extranjeros que los han contactado para llevar el modelo. Así como ya están trabajando en países latinoamericanos, hay otros países de la región y de Medio Oriente que han mostrado interés en el proyecto.
A nivel interno, Pino afirma que aún falta romper la barrera de la evaluación tecnológica de los técnicos que están en los ministerios y que puedan mirar el beneficio comunitario de una manera más integral, aunque está expectante por el inicio de conversaciones con el Serviu para ver la manera de incorporar este dispositivo en las viviendas sociales. Y a nivel privado, también buscan apoyo para algunas iniciativas de impacto social que tienen en carpeta para dar bienestar a diversos segmentos de la sociedad.
“Estamos buscando financiar un proyecto en Dalcahue, con tres colegios que no tienen agua, así que invitamos a las empresas a cofinanciar esto, a hacer un modelo de co-branding, establecer un protocolo para poder expandir esto. El municipio no da abasto, tiene un solo camión aljibe y el problema es de toda la isla. Esto se extrapola a todo Chile, que tiene 380 mil viviendas sin acceso a agua potable, y a toda Latinoamérica, donde 34 millones de personas no tienen acceso a agua potable en zonas rurales. Y en el mundo qué decir”, finaliza Pino.