El boom de proyectos de energía solar en Chile impone nuevos desafíos al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental
La consolidación de las energías renovables no convencionales (ERNC) en el país es un hecho indiscutible y, dentro de ellas, la energía proveniente del sol lleva la delantera, aportando el 53,2% de aquellas, según datos de la Comisión Nacional de Energía. Las razones de este auge y los desafíos que representa para su tramitación en el SEIA son algunas de las preguntas que diversos actores del sector responden a continuación.
Para 2025 la meta era que el 20% de la generación eléctrica nacional tuviera su origen en energías renovables no convencionales (ERNC). La cifra ya fue superada y actualmente alcanza el 24,6% de la generación total, en buena medida de la mano de la energía solar, cuyo aporte al sistema crece de forma sostenida desde hace un par de años. Sin ir más lejos, el Reporte Energético de febrero de la Comisión Nacional de Energía (CNE) registró 112 proyectos solares fotovoltaicos en construcción (con capacidad de 3.116 MW), de un total de 162 centrales de generación eléctrica.
Según explica el secretario ejecutivo de la CNE, José Venegas Maluenda, el aumento de la participación de las ERNC en la matriz se inició en 2010, con la Ley 20.257, y desde entonces se ha ido perfeccionando gracias a nuevas normativas.
Además, señala Venegas, “a partir de 2013 el costo de las tecnologías ERNC inicia un importante descenso a nivel internacional, lo cual unido a la alta disponibilidad de recursos renovables en el país, ha permitido y propiciado un explosivo aumento de la generación con estas tecnologías limpias en nuestro sistema eléctrico”.
Sobre los precios, la Asociación Chilena de Energía Solar (Acesol) reconoce que los costos para proyectos solares fotovoltaicos han disminuido en 82% durante los últimos diez años, y siguen con una tendencia a la baja.
Y es precisamente la prominencia de la energía solar la que se ve reflejada de forma elocuente en las cifras que entrega el alto ejecutivo de la CNE: “Según las estadísticas, si comparamos febrero del 2020 y febrero del presente año, la participación de la tecnología fotovoltaica aumentó en 28,3%. En febrero de 2021, la participación total de las ERNC fue de 1.520 GWh, lo que corresponde a 24,6% de la generación total. Si esto lo comparamos con las exigencias de la Ley, nos encontramos que se han cumplido con creces, (casi 3,3 veces lo exigido a dicha fecha), de las cuales el 53,2% fue a partir de plantas fotovoltaicas, lo que muestra la importancia de esta tecnología hoy en el parque de generación”.
A juicio de Venegas, la tecnología solar fotovoltaica aún tiene espacio para continuar creciendo. “Eventualmente, podría ser reforzada con otras tecnologías para proveer mayor flexibilidad o bien almacenar energía aumentando así sus prestaciones, como lo es, por ejemplo, la tecnología Concentración Solar de Potencia (CSP)”, comenta.
En esa línea, el director ejecutivo de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento A.G. (ACERA), Carlos Finat, indica que la creciente presencia de energía eléctrica proveniente de centrales fotovoltaicas es una “muy buena noticia” para el Sistema Eléctrico Nacional (SEN)”.
“No solamente se trata de una de las fuentes con menor costo de producción, sino que también la tecnología que trae asociada ofrece las capacidades para proporcionar servicios complementarios al sistema, y también servicios de estabilidad a través de las tecnologías grid forming que aprovechan la funcionalidad de los equipos inversores asociados a esta tecnología. (…) También es importante destacar que la disponibilidad de energía eléctrica a muy bajo costo, como es el caso de la fotovoltaica y la eólica, es fundamental para la incorporación de sistemas de almacenamiento de energía, que puedan ser cargados cuando se dispone del recurso primario, sol en el caso de la fotovoltaica, para contar con energía en las horas en que dicho recurso primario no está disponible”, señala Finat.
En tanto, Mónica Reyne, socia de Equilibrio Triangular Consultores, quienes cuentan con una vasta experiencia en gestión ante el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), comenta que desde hace alrededor de dos años se ha notado claramente un aumento de proyectos de ERNC, por ejemplo, parques solares fotovoltaicos, que se someten a evaluación ambiental por ser plantas de generación mayores a 3 MW. Respecto a las causas de este fenómeno, señala que hay un “creciente interés, dado por la Política Energética de Chile, Energía 2050, que promueve tecnologías de ERNC y crea un marco que hace atractivas las inversiones en esta materia. Esto es un pilar estratégico en la economía circular para producir más energía limpia, mejorando la diversificación de la matriz energética y a través de un recurso renovable valioso como es la radiación solar”.
Por otra parte, dice la ejecutiva de Equilibrio Triangular, este fenómeno se ve reflejado en la cantidad de iniciativas energéticas que el último tiempo han ingresado al SEA, donde los consultores pueden ser de gran relevancia para contribuir a una tramitación ágil y expedita. “Desde la perspectiva de la preparación de los proyectos para evaluación ambiental en el SEIA, se requiere de un gran esfuerzo del desarrollador, en tiempo y recursos, para proporcionar un buen análisis de todos los aspectos exigidos por la normativa para la evaluación ambiental. El objetivo es proporcionar la información al nivel de detalle necesario para demostrar que la construcción, operación y cierre del proyecto en evaluación no genera efectos, características o circunstancias que pongan en riesgo la salud de la población, los recursos naturales renovables, el valor patrimonial de la zona, las comunidades etc.”, subraya Reyne.
Adicionalmente -comenta la especialista-, como resultado de esos estudios se pueden hacer ajustes preliminares en la ingeniería del proyecto, incorporando aspectos tales como propuestas de compromisos ambientales voluntarios, para generar un proyecto más integrado: “Por lo tanto, una evaluación ambiental exitosa de estos proyectos no solo requiere de un buen desarrollo técnico del proyecto, sino también ambiental”.
“Desde la perspectiva de la preparación de los proyectos para evaluación ambiental en el SEIA, se requiere de un gran esfuerzo del desarrollador, en tiempo y recursos, para proporcionar un buen análisis de todos los aspectos exigidos por la normativa para la evaluación ambiental. El objetivo es proporcionar la información al nivel de detalle necesario para demostrar que la construcción, operación y cierre del proyecto en evaluación no genera efectos, características o circunstancias que pongan en riesgo la salud de la población, los recursos naturales renovables, el valor patrimonial de la zona, las comunidades etc”
Un reto para la evaluación ambiental
En el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) han constatado en los últimos años un aumento sostenido del ingreso a evaluación de proyectos energéticos: en 2018 hubo 142, en 2019 fueron 212, y en 2020 ingresaron 383.
Y este año la situación es aún más evidente, según explica el director ejecutivo del SEA, Hernán Brücher: “Si comparamos los primeros trimestres, se tiene que pasamos de 34 proyectos ingresados en 2019, a 111 en 2020, y 131 en 2021”.
“Para poder hacernos una idea: los primeros meses de 2021 ingresaron 131 proyectos energéticos al SEIA, lo que supera los 130 proyectos energéticos que ingresaron en todo el año 2017 a evaluación”, explica Brücher. Indudablemente, dice el directivo, “desde el punto de vista administrativo significa una carga adicional para el SEA, pero desde el punto de vista técnico estos proyectos ya son parte cotidiana del trabajo de evaluación”.
“Lo importante es poder llevar adelante la evaluación dejando de lado temas que podrían ser sectoriales de otras carteras y que generalmente se tratan de ‘arreglar’ dentro del SEIA, incluso cuestiones que no son ambientales. Hay que evitar y combatir la seización de la gestión ambiental. Cada instrumento debe ocupar su lugar en la protección ambiental”, agrega el especialista.
Respecto a este punto, desde Equilibrio Triangular Consultores explican que en relación a la evaluación de impactos es indispensable cumplir con los reglamentos del SEIA y considerar los potenciales impactos sobre componentes ambientales a través del seguimiento en detalle de las guías. “Esto se debe efectuar para cada componente ambiental, tal como lo ha desarrollado el SEIA y las autoridades sectoriales, que constituyen un marco de apoyo al mandante del proyecto para responder adecuadamente a las autoridades que posteriormente se deben pronunciar en el proceso de evaluación y tramitación ambiental del proyecto”, señala Reyne.
A su vez, el director ejecutivo del SEA comenta que cada año el servicio genera nuevas guías, nuevos documentos técnicos y lineamientos que otorgan más certeza en la evaluación ambiental, es decir, no se está solicitando más información, sino que se está exigiendo la información que se requiere para que un proyecto sea bien evaluado. “En este punto hemos sido muy enfáticos, la puerta de entrada al SEA hoy en día es rigurosa y se espera que tanto las DIA como las EIA sean documentos altamente técnicos, lo que contempla evaluaciones de alta calidad. El objetivo es que los proyectos no se vayan completando en el camino, una práctica que generaba plazos de evaluación muy extensos y luego los titulares culpaban al SEA en las demoras en los plazos de evaluación”, dice Brücher, quien reconoce el esfuerzo que han hecho los titulares “ingresando proyectos con alta calidad técnica, lo que ha hecho evaluaciones ambientales de gran nivel técnico y en menores plazos”.
Actualmente, añade, “el SEIA es eficiente y eficaz”: en los últimos años se han disminuido los plazos de evaluación, incluso considerando que “proyectos ingresados en 2018 y 2019 poseen suspensiones por pandemia que no fueron descontados para este análisis”. Así, en el caso de los DIA, cuya evaluación duraba en promedio 342 días corridos en 2016, el año pasado tardaron en promedio 247 días corridos. Y en cuanto a las EIA, mientras en 2017 tardaron en promedio 572 días corridos y en 2018, 618, en 2019 ese tiempo se acortó a 538 días corridos.
“La puerta de entrada al SEA hoy en día es rigurosa y se espera que tanto las Declaraciones de Impacto Ambiental como las Evaluaciones de Impacto Ambiental sean documentos altamente técnicos, lo que contempla evaluaciones de alta calidad”.
Otros impulsos y nuevos desafíos
A juicio José Venegas, secretario ejecutivo de la CNE, en el crecimiento de la oferta de generación ERNC también ha influido “la introducción de los Pequeños Medios de Generación (PMG), como aquellos cuyos excedentes de potencia sean menores o iguales a 9 MW conectados a instalaciones pertenecientes al sistema eléctrico”.
De acuerdo con las estadísticas del Coordinador Eléctrico Nacional -dice Venegas-, en proyectos del tipo fotovoltaico, el año 2019 entraron en operación 255,8 MW y durante el año 2020 se añadieron 267,75 MW adicionales en proyectos del tipo PMGD. Esto es consecuencia de cómo la regulación ha propiciado el desarrollo en condiciones de competencia y bajo reglas claras del mercado. De acuerdo al SEA, solo en el mes de febrero de este año se acogieron 34 nuevos proyectos ERNC, de los cuales 32 son del tipo solar, y durante el mismo mes, se emitieron 20 nuevas Resoluciones de Calificación Ambiental (RCA), todas ellas correspondientes a proyectos solares equivalentes a 1.169 MW.
En cuanto a la normativa, en octubre del año pasado fue publicado en el Diario Oficial el Decreto Supremo N°88 (DS88), que define aspectos relativos a proyectos de hasta 9 MW de potencia instalada, especialmente para Pequeños Medios de Generación (PMG) y Pequeños Medios de Generación Distribuida (PMGD). Durante la tramitación del cuerpo legal se intuía que su entrada en vigencia impulsaría una mayor presentación de proyectos menores de 9 MW debido, principalmente, a que el Ministerio de Energía prolongaría durante 18 meses el pago de un precio estabilizado único una vez aplicado el DS88 para los proyectos en construcción.
Y el efecto fue el previsto. Consultado al respecto, el director ejecutivo de SEA comenta que efectivamente el DS88 ha influido en la gran cantidad de proyectos que deben ser evaluados por el servicio, ya sea Declaraciones de Impacto Ambiental (DIA), Estudios de Impacto ambiental y consultas de pertinencia. “Las cifras están a la vista”, dice Brücher.
“No solamente se trata de una de las fuentes con menor costo de producción, sino que también la tecnología que trae asociada ofrece las capacidades para proporcionar servicios complementarios al sistema, y también servicios de estabilidad a través de las tecnologías grid forming que aprovechan la funcionalidad de los equipos inversores asociados a esta tecnología”.
Respecto a las implicancias que este fenómeno tiene en el sistema, el secretario ejecutivo de la CNE explica que la participación creciente de proyectos ERNC conlleva desafíos técnicos asociados a la coordinación y operación del sistema, dado que estas tecnologías entregan una generación variable y dependiente del recurso natural, lo que no siempre permite utilizarlas o tener certeza de su aporte (por ejemplo, de noche). “Es por esto que el 1 de enero del 2020 se dio inicio a un nuevo mercado de Servicio Complementarios, que permitirá proveer servicios que respondan para dar seguridad al sistema eléctrico ante la variabilidad propia de las tecnologías renovables”.
“Asimismo, se hace necesario que el sistema pueda ser lo suficientemente flexible y robusto, capaz de operar en condiciones óptimas y económicas. Por esta razón, el Ministerio de Energía, la CNE y otros actores del sector, hemos avanzado en la Estrategia de Flexibilidad, que permite la reducción de riesgos, proporciona los espacios para el almacenamiento de energía y reconoce en los mercados de potencia de suficiencia el aporte de flexibilidad al sistema”, subraya Venegas Maluenda.
Lo anterior, comenta el directivo de la CNE, se suma a los desafíos que implica simultáneamente el retiro de las centrales a carbón, de conformidad al Plan de Descarbonización impulsado por el Ministerio de Energía, fuente que hoy en día representa más del 30% de la producción anual de energía. “Ello también implica un desafío adicional en materia de planificación y ejecución de la transmisión eléctrica, que facilite el desarrollo de este tipo de proyectos y posibilite el transporte de estas energías limpias desde donde está el recurso natural hasta los centros de mayor consumo”.
En cuanto al impacto que todo este fenómeno pudiera tener en los precios de la energía, Venegas señala que la continua reducción mundial de costos asociada a estas tecnologías paulatinamente se traducirá “en una disminución en los precios de la energía, mejores condiciones para nuevos contratos, y con ello, un beneficio transferible al precio final que el cliente observa”. No obstante, añade, “los precios finales a clientes todavía están impactados por los contratos de suministro firmados antes de 2014, por lo que la reducción de precios asociada a estas nuevas energías se irá presentando paulatinamente en los próximos años”.