Primero fue la crisis social del 18 de octubre, y luego la crisis sanitaria desatada por la irrupción del coronavirus en Chile. La empresa Plástico Vegetal, abocada hasta entonces a la fabricación y venta de envases compostables, ha debido reinventarse para sobrevivir así como otros emprendimientos. De ahí germinó la idea de impulsar un tutorial para reciclar en la cocina y enfocarse en las ventajas del reciclaje a domicilio en tiempos de cuarentena.
La comercialización de los envases compostables supuso un receso para su socia fundadora Lizanett Oyarzún, quien poco antes de la asunción definitiva del COVID-19 tenía un proyecto de reciclaje domiciliario en el Barrio Yungay de Santiago Centro. En este nuevo escenario, Oyarzún ha concentrado sus energías en realizar esta tarea en este tradicional barrio de la capital y, al mismo tiempo, incentivar esta práctica a la luz del encierro prolongado al que ha obligado la pandemia.
“Para afrontar la crisis sanitaria es más práctico el reciclaje a domicilio, puerta a puerta. Comprende una mejor organización del sistema ya que si se aprende bien a reciclar desde las casas, la gente no se moviliza. Cuando yo voy a coordinar, lo hago para que en cierto día yo solamente retire los residuos y no haya contacto con las personas”, explica la emprendedora, avecindada en Isla de Maipo, Región Metropolitana.
La frecuencia con que Plástico Vegetal se mueve hacia el Barrio Yungay a retirar los residuos domiciliarios. “Como mucho hago el retiro una vez por semana”, dice ella. A veces la contingencia sanitaria no permite tantos desplazamientos. Si lo hace, es bajo máximas precauciones. “Reciclar puede ser muy beneficioso en estos tiempos no solo para el medioambiente, sino para el orden en nuestras casas en estos tiempos de confinamiento. Puede aumentar el bienestar en nuestras casas. Investigaciones han arrojado que es más fácil concentrarse y ser más productivo en un entorno limpio y ordenado”, plantea ella.
En Yungay, Oyarzún retira botellas PET y latas. También retira papel, aunque ella no lo procesa a diferencia de los otros dos recursos. Igualmente lleva el papel a otra persona de Isla de Maipo que lo recicla. El PET, en cambio, “lo aplasto con una maquinita. En eso me he estado entreteniendo todos estos días. No me he aburrido para nada, tengo mucho trabajo todos los días”, cuenta Lizanett Oyarzún entre risas.