Desafío 10X suma más de 1.000 empresas y convoca a las grandes a seguir el ejemplo para reducir brecha salarial
Surgida a partir de las demandas del movimiento social en Chile, la iniciativa pretende que las empresas reduzcan voluntariamente la diferencia entre sus sueldos máximos y mínimos a solo 10 veces o que establezcan un salario mínimo de 22 UF bruto (unos $617 mil bruto). Si bien el 81 por ciento tomará el 10X o ambos desafíos, la mayoría de las compañias inscritas son pequeñas y medianas. “Cuesta mucho involucrar a las más grandes”, admiten sus creadores.


El estallido social que comenzó a partir de las evasiones masivas por el alza del pasaje del Metro ha interpelado a todos los sectores de la sociedad a hacer mayores esfuerzos para bajar los niveles de desigualdad. El mensaje, claro y directo, llegó a oídos de las empresas, especialmente las más pequeñas: ellas se agruparon en una iniciativa llamada Desafío 10X, cuyo objetivo es disminuir la brecha salarial entre las compañías.
En concreto, Desafío 10X busca que las empresas reduzcan, a través de un acuerdo voluntario, la diferencia entre sus sueldos máximos y mínimos a solo 10 veces o bien que fijen un salario mínimo de 22 UF bruto, correspondientes en la actualidad a unos $617 mil bruto. Según un estudio que citan en la página desafio10x.cl, el Mercer Total Remuneration Survey, el sueldo de un gerente general “supera en 30 veces al de sus operarios” y “47 veces el sueldo mínimo”.
Partieron 26 empresas, solo para dar el ejemplo tras el levantamiento social, pero el número ha ido creciendo exponencialmente: hoy ya suman 1.000 empresas comprometidas de palabra a establecer estos cambios para beneficiar a más empleados, y para hacer “una contribución significativa a la paz social y prosperidad”.
La iniciativa tiene cuatro voceros, pero el mentor es Cristián Mackenna, director ejecutivo del sitio digital Contingente (contingente.cl), que pertenece al Sistema B, es decir, un grupo de empresas reconocidas por su compromiso económico, social y medioambiental. Sin embargo, el director ejecutivo de Sistema B, Alfredo Zepeda, aclara que Desafío 10X “no nace de la estructura de Sistema B”, sino que a partir de un empresario -Mackenna- que propuso la idea a través de un grupo de WhatsApp.
“No significa que todas las Empresas B cumplamos con ese indicador, pero lo tenemos en el inconsciente. Es uno de los muchos aspectos que las Empresas B deben cumplir. Pero Desafío 10X no es una cosa solo de las B”, agrega Zepeda. Es más, no todas las 160 Empresas B certificadas se han inscrito en el Desafío 10X, por lo que la gran mayoría de los inscritos en la iniciativa de tender a igualar los sueldos de los trabajadores con los de los gerentes son empresas fuera de Sistema B.
El acuerdo es voluntario, y las empresas inscritas deben manifestar el tiempo en que pretenden hacer los cambios. “Cada empresa fija cuándo lo cumplirá, en un plazo máximo de dos años”, aclara Mackenna. No obstante, el 89 por ciento de los suscritos a Desafío 10X se comprometieron a hacerlo en tres meses o menos. Además, 25.354 empleados se verán beneficiados con estos cambios, y el 81 por ciento de las compañías suscribió el desafío 10X o bien ambos (22 UF).
Según reconoce Alfredo Zepeda, de Sistema B, “los empresarios nos sentimos responsables del problema y parte de la solución”, a propósito del levantamiento social que suma casi dos semanas en el país y que procura cambios estructurales en el modelo económico. “Esto nace a partir de la crisis. No es tiempo para inspirarnos con discursos, sino con acciones completas. En ningún caso pensamos que es suficiente”, añade Zepeda.
La dificultad de incorporar a las grandes
Hay varias empresas B en el conteo que ya cumplían los estándares de brecha salarial. Entre las empresas más grandes -con más empleados y más facturación- que se sumaron voluntariamente al acuerdo se encuentra Casa Ideas, que no figura como inscrita en el Sistema B, y tiene 1.200 empleados. Otra empresa grande que aceptó el desafío fue Kibernum (1.600 empleados), que tomará el 22 UF.
“Casa Ideas es uno de los ejemplos que más me inspiran”, dice Alfredo Zepeda, ya que “no son una empresa B certificada y no saben mucho cómo lo harán, pero sí tienen la voluntad. Ese compromiso me hace más sentido”. Zepeda admite que varios de los inscritos, ya tienen un programa para disminuir la diferencia salarial.
Sin embargo, los autores de Desafío 10X ven con pesimismo la posibilidad de involucrar a más compañías grandes, tanto o mayores que Casa Ideas.
“A las empresas grandes les cuesta más. Porque tienen 1.000 empleados que ganan 400 lucas, no es llegar y subirles a todos. En las más chicas, el dueño toma la decisión; en cambio, en las grandes hay un tema también con los accionistas minoritarios, que pueden reclamar por qué no están maximizando el valor de la empresa o que demanden por irresponsable. Pero ya hay algunas que están midiendo sus brechas, eso es bueno”, apunta Cristián Mackenna.
Por su parte, Alfredo Zepeda aduce que el 30 por ciento de las Empresas B en América Latina son “grandes o muy grandes” y detecta un compromiso “con la sustentabilidad”, pero al mismo tiempo, explica, “no veo posible en todas las empresas grandes se sumen al Desafío 10X”.
De hecho, aclara el director ejecutivo de Sistema B, “no queremos que esto se transforme por culpa nuestra en política pública porque, de partida, en la pyme hasta el 22X (es decir que la brecha entre el sueldo máximo y mínimo sea como tope 22 veces) cuesta alcanzar. Son empresas que tienen dos empleados y ganan bastante parecido, y no ganan mucha plata. Yo confío en las leyes, pero no soy el llamado a salir con este tipo de petitorios de subir el sueldo mínimo. Es algo súper humano al empresariado a que se comprometa, pero en ningún caso queremos que sea una exigencia”. Lo mismo cree Mackenna: “No buscamos hacer leyes. Hacer leyes puede tener costos impensados”.
Cristián Mackenna, vocero del Desafío y miembro de la Empresa B Contingente, dice que en su compañía, el tema de la brecha salarial es parte de la esencia. “Nacimos con eso, cuando partimos con El Definido”, cuenta. “No tuvimos que hacer cambios en los sueldos cuando nos inscribimos como B, porque ya los cumplíamos. En nuestra empresa la máxima diferencia que puede haber es siete, pero sería ridículo exigirles eso a otras empresas, porque trabajan con diferentes escalas. Y el 10X fue una decisión que se tomó porque era alcanzable. Y cuando les preguntábamos a las personas, incluso, nos decían que 10X era mucho. Hay empresas que tienen 30 veces de diferencia, e incluso hay otras cuya diferencia son 400”, añade.
Finalmente, para Alfredo Zapata, este cambio tendiente a reducir la brecha salarial no hubiera sido tal sin la crisis social que remece al país.
“Si no hubiera habido crisis, hubiéramos postergado el tema, lo hubiésemos seguido analizando semana tras semana. Fue una bonita bofetada en la cara, que nos dice: ‘no hay tiempo’”, cierra el director ejecutivo de Sistema B.