Residuos de Pilas y Aparatos Eléctricos y Electrónicos: Decreto con metas de recolección y valorización podría estar publicado a final de año
Casi 200 mil toneladas de residuos eléctricos y electrónicos se generan en Chile cada año, y de ellos se recicla menos del 5%. Para impulsar su valorización, fueron incluidos como producto prioritario de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (REP), pero aún no se comienza a implementar, debido a que está pendiente el decreto que establece las obligaciones que deben cumplir los productores. La elaboración de la normativa ha tardado casi tres años y entre los elementos que han alargado el proceso está la reciente incorporación de los paneles fotovoltaicos en desuso. Con todo, el jefe de la Oficina de Economía Circular del Ministerio del Medio Ambiente, Tomás Saieg, señala que están trabajando “intensamente” para que el decreto comience a tener vigencia este 2024.
Han pasado casi tres años desde que se inició el proceso de elaboración del Decreto Supremo que establece las metas de recolección y valorización de los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos y Pilas (P+AEE), en el marco de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (N° 20.920, conocida como Ley REP). Ha sido un proceso más largo de lo programado, pero la espera debiera llegar a su fin este 2024, de acuerdo con información entregada desde el Ministerio del Medio Ambiente (MMA).
“Estamos trabajando intensamente para contar con una normativa robusta y en el menor tiempo posible. En ese sentido, esperamos que [el decreto P+AEE] se pueda publicar (en el Diario Oficial) a fines de este año. Con ese hito entra en vigor parte de su articulado, siendo las metas y las obligaciones asociadas lo último en entrar en vigencia”, explica el jefe de la Oficina de Economía Circular del MMA, Tomás Saieg.
Este decreto incluye dos de los productos prioritarios establecidos en la REP: por una parte las pilas, y por otra los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, donde se incluyen -entre otros- todo tipo de electrodomésticos, computadores y celulares. Además, y considerando las sugerencias de diversos actores, el año pasado se incluyó en esta categoría a los paneles solares o fotovoltaicos en desuso, lo que añadió tiempo extra a la elaboración del decreto.
Los otros cuatro productos prioritarios de la Ley 20.920 son: envases y embalajes (EyE); neumáticos fuera de uso (NFU); aceites lubricantes usados (ALU); y baterías fuera de uso (BFU). Para los dos primeros ya están completamente vigentes los Decretos Supremos que fijan metas de recolección y valorización que deben cumplir los productores, a través de los Sistemas de Gestión. En el caso de NFU, comenzó la implementación en enero de 2023, y para los EyE, en septiembre pasado. Para ALU y BFU los decretos están en proceso de elaboración, al igual que P+AEE.
Según señaló Saieg, uno de los principales desafíos que ha presentado la elaboración del decreto para Pilas y Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos es la gran variedad y cantidad de productos que se incluyen en la regulación: “Ha sido desafiante desde un inicio y por eso ha tomado más tiempo de lo pronosticado originalmente. Hoy, un desafío adicional es incorporar los paneles fotovoltaicos, considerando las características propias de una industria en pleno desarrollo, pero que ya está generando importantes cantidades de residuos valorizables”.
En Chile se generan anualmente casi 200 mil toneladas de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) -también conocido como e-waste-, de las cuales solo se recicla en torno al 5% (4,7%), de acuerdo con datos entregados por Fundación Chilenter. El 45% de dichos residuos llega a rellenos sanitarios, vertederos o botaderos ilegales, lo que causa un daño relevante a la salud y el medioambiente porque contienen sustancias peligrosas o tóxicas, pero además es una pérdida de importantes materiales valorizables, como metales preciosos, vidrio, acero, cobre, aluminio, plásticos, entre otros, contenidos en esos aparatos. El 50% restante, está en las casas y empresas, donde se acumulan celulares y computadores antiguos, televisores sin uso, lavadoras en mal estado, etc.
Como dato comparativo, en Europa se recolecta y recicla el 55% de los RAEE.
El primer anteproyecto de Decreto para P+RAEE consideraba que en un plazo de 10 años se valorizara el 45% de estos residuos, lo que fue cuestionado en el proceso de consulta pública, considerando que era una cifra ambiciosa para el mercado nacional.
Paneles fotovoltaicos
En relación a los paneles fotovoltaicos, en diciembre pasado culminó el proceso de información pública para la recepción de antecedentes necesarios para regularlos en el contexto de la REP, es decir, datos para la caracterización del mercado de paneles ingresados al territorio nacional; datos actualizados en relación a la generación de residuos de dichos paneles; caracterización del manejo de esos residuos a nivel nacional e internacional; posibles mecanismos de cálculo para el establecimiento de metas de recolección y valorización, entre otros.
El jefe de la Oficina de Economía Circular del MMA señaló que el proceso de recepción de antecedentes ha sido positivo, puesto que ahora manejan más información respecto a los proyectos fotovoltaicos y la industria del reciclaje de los paneles. Esto, a pesar de que la declaración en el marco del artículo segundo transitorio de la Ley 20.920 (cantidad de productos puestos en el mercado) fue menor a la de otros artículos considerados en la Ley REP, dijo Saieg.
De acuerdo a cifras entregadas por la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (ACERA A.G.), la industria de la energía solar chilena ha crecido significativamente en la última década, lo que se ve reflejado en la tabla de datos “Evolución Capacidad Instalada acumulada de ERNC en operación Diciembre-23”, que muestra que la potencia neta de la energía solar fotovoltaica pasó de 221 MW en 2014, a 9.242 MW en 2023.
“La industria está creciendo. Los paneles solares han alcanzado una madurez comercial, porque hoy día hay mucho más proveedores que hace 10 años. Eso implica que los costos de generación han bajado, y esto obviamente favorece que las personas podamos acceder más fácilmente a la tecnología, porque está más validada y es más asequible. Pero eso también implica que haya mayor generación de residuos, porque también hay muchos de estos [paneles] que fallan”, comenta Rubén Méndez, cofundador de EGEA ONG, entidad enfocada en el desarrollo social y sustentable de los territorios.
Méndez, ingeniero en Recursos Naturales, señala que los paneles fotovoltaicos están compuestos principalmente de sílice -que básicamente es arena-, llevan estaño, aluminio, vidrio y conectores. Además, algunos de estos paneles tienen baterías, las que a su vez están compuestas por sustancias contaminantes como el litio y el plomo.
Según datos de la Fundación Chile, en materia de paneles fotovoltaicos, los 12,5 millones de módulos instalados (a 2020) contienen casi 250.000 toneladas de vidrio y cerca de 30.000 toneladas de aluminio.
Sobre los materiales contenidos en los paneles, la investigadora asociada del Centro de Energía de la Universidad de Chile Mónica Zamora explica que “separar estos componentes es lo más desafiante. Se hace en otros países, así que tampoco es imposible, pero claro, cómo se puede hacer acá, cómo lo podemos hacer bien y más barato, es la pregunta clave”.