Minería urbana: recuperar la riqueza que se estaba desechando
Todo lo que cumple su ciclo en la ciudad se convierte en una fuente de recursos, siendo esa la esencia de la minería urbana, según explica el académico de la UNAB Mario Sánchez, especialista en economía circular. Es decir, se trata de una práctica mediante la cual se toma un residuo y se procesa hasta obtener nuevas materias primas destinadas a reintegrarse en procesos productivos. Si bien el concepto aplica para todo tipo de materiales, uno de sus ámbitos más conocidos es la obtención de metales como cobre y aluminio, así como oro y plata, a partir de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. En Chile, una empresa pionera en estos procesos es Midas, cuya gerenta de economía circular, Mitzy Lagos, subraya que “es una forma de minimizar la crisis ambiental que estamos enfrentando”.


En el corazón de las ciudades existen tesoros “ocultos” a la espera de ser descubiertos y de ser aprovechados. Pueden estar en las casas, en bodegas, en vertederos o incluso tirados en las calles. Se trata de múltiples recursos valiosos contenidos en objetos que se consideran residuos, pero que se transforman en una mina de oportunidades ¿Cómo? Mediante la minería urbana.
La minería urbana ofrece la posibilidad de aprovechar al máximo los recursos que ya no son primarios, es decir, que ya no son extraídos directamente desde la naturaleza, sino que quedan relegados en las ciudades. Desde metales hasta materiales de construcción, esta revolucionaria forma de minería brinda una nueva perspectiva sobre cómo reutilizar, reciclar y revitalizar entornos urbanos.
Mario Sánchez, investigador de la facultad de Ingeniería de la Universidad Andrés Bello (UNAB) y director del Diplomado en Economía Circular de esa casa de estudios, destaca la importancia y versatilidad de la minería urbana al afirmar que “podemos encontrar no solo residuos de metales, sino que por ejemplo desechos de obras civiles, como la demolición de un edificio. De hecho, aquí en Chile se ha hecho uso de productos de demolición en construcción de obras públicas. La segunda pista del aeropuerto de Santiago se hizo de esa manera”. Sus palabras resaltan cómo la minería urbana no se limita únicamente a la recuperación de metales, sino que abarca una amplia gama de materiales, demostrando su aplicación práctica y su potencial para promover la economía circular y la sostenibilidad en el país.
Según el académico de la UNAB, que se desempeña principalmente en Ingeniería Civil Metalúrgica en la sede Concepción, las ciudades son consideradas las minas del futuro debido a la variedad de recursos que se encuentran en ellas. Todo lo que cumple su ciclo en la ciudad se convierte en una fuente de recursos, siendo esa la esencia de la minería urbana. Sin embargo, uno de los enfoques más destacados es el rescate de metales a partir de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE, contenidos en la Ley REP), debido a su gran y creciente volumen.
En Chile cada año, en promedio, se producen unos 9 kilos de RAEE por persona, siendo uno de los países de Latinoamérica que más residuos de este tipo genera per cápita y, según estimaciones de organismos internacionales, esa cifra aumenta en torno al 5% cada año en la región. Por mencionar solo uno de los aparatos de este tipo que son frecuentemente desechados, basta considerar un teléfono celular moderno, que contiene más de 30 elementos diferentes, entre ellos cobre, aluminio, estaño, tántalo, wolframio y oro.
Se trata de minerales que cada vez son más escasos en la naturaleza, por lo que la minería urbana puede ser una gran aliada para hacer frente a esa escasez, comenta el especialista de la UNAB. Por otra parte, esta práctica evita que esos aparatos -y todo lo que se recupera- termine en rellenos sanitarios o vertederos. Pero hay un elemento más, los RAEE suelen contener sustancias tóxicas que si no reciben un tratamiento adecuado pueden contaminar el suelo, acuíferos o el aire, en caso de ser quemados.

“Podemos encontrar no solo residuos de metales, sino que por ejemplo desechos de obras civiles, como la demolición de un edificio. De hecho, aquí en Chile se ha hecho uso de productos de demolición en construcción de obras públicas”.
Minería urbana específica de baterías
Un caso de minería urbana para un producto específico es el de Recimat, empresa dedicada al reciclaje de baterías de automóviles, cuyo gerente comercial, Antonio Carracedo, explica que se especializan en la recuperación y aprovechamiento de tres componentes principales presentes en estas baterías: plástico (PP), plomo y ácido sulfúrico.
En su planta de procesamiento, Recimat realiza el reciclaje de los dos primeros elementos, mientras que “el ácido sulfúrico se neutraliza de manera segura y responsable”. Carracedo subraya que la empresa despliega sus esfuerzos para minimizar el impacto ambiental y contribuir a la gestión adecuada de los residuos de baterías.
“Tenemos cuatro bodegas estratégicamente ubicadas a lo largo de Chile: en Arica, Calama, Santiago y Concepción”, menciona Carracedo. “En estas ciudades nos encargamos de recolectar las baterías de autos, lo que nos permite reunir una impresionante cantidad de material. De hecho, en tan solo un mes, tenemos la capacidad de procesar 2.400 toneladas de baterías”, agrega.
Con el metal recuperado hacen lingotes que son vendidos, principalmente, a fábricas que producen baterías en Estados Unidos, Brasil y algunos países de Europa.
“Hoy día se habla mucho de economía circular, pero para que pueda funcionar y darle consistencia a ese concepto, son fundamentales los procesos de minería urbana y reciclaje”.

Desde un celular a una antena de repetición
Otra de las características de la minería urbana para el caso de los metales es que el porcentaje de concentración es mucho mayor en los residuos que en la naturaleza, es especial considerando que los grandes yacimientos se van agotando y la ley de los minerales va disminuyendo.
A modo de ejemplo, una placa de circuito electrónico puede contener entre 13 y 20% de cobre, mientras que la concentración en los minerales de cobre es de menos del 1%.
El profesor Mario Sánchez señala que debido a los múltiples beneficios de la minería urbana, en especial en lo referido a la recuperación de metales, esta práctica se ha ido masificando en diversos lugares, como en Europa, donde se trabaja con residuos electrónicos de todas partes del mundo para obtener nuevas materias primas. No obstante, comenta que en Chile la tendencia es relativamente nueva, pues si bien hay quienes procesan RAEE, solo avanzan en desarmar y dejar las piezas aptas para un nuevo proceso, sin llegar a obtener la materia prima secundaria.
Con todo, una empresa pionera en minería urbana en el país es Midas, que acaba de cumplir 20 años y que se ha especializado en recuperación y valorización de materiales a partir de RAEE a tal punto que actualmente trabaja con prácticamente todas las grandes compañías de telecomunicaciones que operan en el país. Para esto, utiliza procesos metalúrgicos y mecánicos que les permiten procesar los residuos hasta obtener los materiales puros que, posteriormente, venden a fabricantes de nuevos productos.
Mitzy Lagos, gerenta de economía circular de Midas, explica que todos los aparatos electrónicos tienen metales y otros componentes que pueden ser recuperados a través de minería urbana. Desde objetos más cotidianos y pequeños, como celulares, a aquellos más complejos, como antenas de repetición de señal.
“Pasamos por toda la gama de artefactos que puedes tener en tu casa o en tu oficina y los que están contenidos en la red, porque el celular, por ejemplo, se denomina un equipo terminal, que es el último equipo de todo un sistema de infraestructura de red que también podemos reciclar, incluyendo las antenas, cables y todo lo que compone este sistema”. Con estas palabras, Lagos destaca la amplitud del enfoque en el reciclaje de residuos electrónicos.
En el caso de los aparatos eléctricos y electrónicos no solamente se recuperan metales, motivo por el que la gerenta de economía circular de Midas explica que es uno de los residuos más complejos de reciclar porque tienen una infinidad de materiales. Por ejemplo, está el plástico, que se puede clasificar en siete categorías para su reciclaje. Lagos explica que reciclan no solamente metales y plásticos, sino que otros materiales como el papel: “nos tenemos que hacer cargo desde el embalaje hasta los componentes propiamente de los desechos electrónicos”.

Entre los metales más recuperados se encuentran el fierro, aluminio y cobre, pero también hay casos de metales más escasos que se pueden recuperar, como oro, plata e iridio. Los metales no ferrosos que recuperan en Midas, como bronce, latón, aluminio y cobre, los funden y hacen lingotes de metal reciclado en sus propias fundiciones. Al año Midas recibe entre 6 mil y 7 mil toneladas de residuos.
“Hoy día se habla mucho de economía circular, pero para que pueda funcionar y darle consistencia a ese concepto, son fundamentales los procesos de minería urbana y reciclaje. Muchas veces el reciclaje se confunde con economía circular y no es lo mismo. Nosotros como Midas a través de estos procesos de reciclaje y minería urbana aportamos con parte de la solución, porque no hay una sola línea, pero sí es muy potente lo que podemos hacer a través del área del reciclaje y la minería urbana para minimizar la crisis ambiental que estamos enfrentando”, destaca Lagos.