Chilenter, o cómo transformar residuos electrónicos en equipos que se ven y funcionan como nuevos
La Fundación, que este año cumple dos décadas, entrega equipos reacondicionados a algunas organizaciones y también los vende a muy bajo precio. Según cuenta el director ejecutivo, Matías González Pacheco, esta semana lanzarán un canal de venta online y marketplace, lo que se suma a una recién lanzada opción de crédito para que personas no bancarizadas puedan acceder a un computador. “A plena capacidad somos capaces de procesar 30 toneladas mensuales, pero acá estamos a merced de lo que nos llega”, explica el directivo del organismo que recibe aparatos de personas naturales, empresas e instituciones.
¿Cómo medir un problema ambiental como los residuos electrónicos en Chile? Existen muchas formas, con diferentes metodologías, pero para hacerlo de una forma sencilla se puede hablar de su peso. En el país se producen, anualmente, 150 mil toneladas de residuos electrónicos. El teléfono móvil que algunas personas cambian cada año, el televisor que se echó a perder o el notebook que no prendió más forman parte de ese número, y Chilenter intenta hacerse cargo de ellos con un trabajo de hormiga.
Con veinte años de historia en el país, la Fundación Chilenter fue creada con el fin de disminuir la brecha digital en Chile, situación que se vio altamente intensificada con la pandemia mundial que obligó al encierro para evitar el contagio. Matías González Pacheco, director ejecutivo de la organización, detalla que existen aún muchos más desafíos, a medida que el mundo toma conciencia de la situación por la que atraviesa el planeta.
“De esas 150 mil toneladas que se generan al año, solo 5% se recicla y 45% se va a un vertedero. El 50% restante se almacena por ahí, en casas, oficinas o bodegas. Se espera que en unos diez años la minería no dé abasto para satisfacer la cantidad de productos electrónicos que se están produciendo, y va a llegar un punto en que los metales necesarios simplemente no van a alcanzar. Por eso se vuelve tan importante reutilizar y recuperar material”, explica González.
El proceso
En sus oficinas ubicadas en Quinta Normal, Chilenter recibe todo tipo de equipos electrónicos, tales como computadores, celulares, monitores, decodificadores, tablets e incluso cables, entre muchos otros componentes. A través del trabajo conjunto con municipalidades y empresas, la fundación ha podido realizar diferentes campañas de reciclaje, en las que personas naturales dejan sus aparatos en desuso para que puedan tener una segunda vida.
El proceso es largo, pero fácil de entender. Lo primero es identificar cada aparato ingresándolo al sistema. En el caso de empresas que contratan el servicio de reciclaje y reacondicionamiento, incluso pueden acceder a certificados de ingreso que dan cuenta de qué objetos se entregaron.
Todos los equipos se abren y sus partes se testean para saber en qué condición están. Las que están en buen estado califican para formar un futuro computador reacondicionado, mientras que aquellas que no, pasan a otro proceso.
Todos los componentes no funcionales de computadores, además de todos los que integran otros aparatos electrónicos, son desarmados. El fierro y aluminio se va a una empresa de fundición en Chile, mientras que los componentes de cobre se van a otra fundición para que sean reutilizados.
“Todo lo que son placas se mandan a minería urbana, porque son súper ricas en oro, plata, platino, paladio y cobre. En Chile no existe una organización que haga minería urbana a gran escala, porque necesitas equipos de muy alta tecnología y para que sea rentable tiene que ser muy grande, una planta enorme, y eso requiere mucha inversión. Lo que hacemos es juntar todas esas placas y las enviamos a Japón, donde se realiza minería urbana. De hecho, las medallas de los juegos olímpicos del 2021 fueron hechas con metales de minería urbana”, explica González.
Las pantallas son un mundo aparte, porque Chilenter no cuenta con una resolución sanitaria que permita tratarlas in situ, porque muchas están compuestas con elementos tóxicos, tales como plomo y mercurio. De esta forma, las pantallas que no sirven, porque llegaron rotas o porque tienen problemas de funcionamiento, son enviadas a una empresa en Chile que otorga el tratamiento adecuado a esos residuos peligrosos.
En el caso de todos aquellos componentes que sí pasaron las pruebas, llegan al armado de computadores. Todas las partes son limpiadas externa e internamente. Por ejemplo, en el caso de discos duros, Chilenter aplica un proceso de borrado seguro. El director ejecutivo de la fundación explica que “a veces llegan empresas que creen que borrar la información es tirar los archivos a la papelera de reciclaje y listo. Y no, la información se puede recuperar igual. Por protocolo nuestro todos los discos duros que nos llegan pasan por un proceso de borrado seguro para que ningún computador reacondicionado pueda recuperar información de un disco duro”.
Una vez que el equipo está armado, todo el exterior es limpiado de tal forma que se vea como nuevo, ya que uno de los principales prejuicios que quiere derribar Chilenter es que un computador reacondicionado se ve feo porque fue utilizado anteriormente. La idea es que cada uno de los aparatos que logran ser creados a partir de recuperación tenga el mismo estándar que uno que se puede adquirir en el retail.
Los computadores reacondicionados tienen diferentes destinos. Algunos llegan a colegios, otros a organizaciones sociales a las que le son otorgados en comodato, también se envían a diferentes hogares de acuerdo al trabajo en conjunto a municipalidades y empresas, mientras que algunos son vendidos.
“Esta semana vamos a salir con un canal de venta online y también con market place. De hecho, acabamos de firmar un convenio con una fundación norteamericana (Prosperas) para que las personas que no tienen plata, o que ni siquiera estén bancarizadas, puedan acceder a créditos a través de una aplicación para obtener un computador. Nosotros les pasamos el computador y lo pueden pagar en cuotas a un interés de casi cero, nosotros lo que cobramos es el costo de generar el crédito, que es muy bajo, entonces es un crédito social para que el computador llegue a personas naturales”, adelanta el director ejecutivo de Chilenter.
La gracia de esta nueva iniciativa es que el computador cuenta con garantía: si llegara a fallar, se puede cambiar. Además, viene con las licencias de programas respectivas, es más barato, se puede acceder a través de crédito y es sustentable, porque se podrá acceder a un equipo que, de no haber sido tratado, habría terminado en la basura.
“Se espera que en unos diez años la minería no dé abasto para satisfacer la cantidad de productos electrónicos que se están produciendo, y va a llegar un punto en que los metales necesarios simplemente no van a alcanzar. Por eso se vuelve tan importante reutilizar y recuperar material”.
Los desafíos
“A plena capacidad somos capaces de procesar 30 toneladas mensuales, pero acá estamos a merced de lo que nos llega. Por ejemplo, ahora estamos súper cortos de pantallas y estamos haciendo un proyecto con la Fundación de las Familias, que tienen muchas sucursales alrededor de Chile, llamando a la gente a que si tiene un monitor que no utilicen lo puedan donar. De repente nos llegan, por ejemplo, mil computadores, pero sin pantalla”, indica González.
Y es que el desconocimiento sobre el tratamiento de estos aparatos es transversal en la sociedad. Por una parte, cuando un objeto electrónico es catalogado en desuso, es muy probable que tanto en el hogar como en el trabajo se trate como basura. Y esto implica manejarlo como tal, lanzándolo y almacenándolo de forma incorrecta, haciendo imposible su recuperación, como pasa con las pantallas, muchas de las cuales llegan rotas a Chilenter.
El gran desafío que tiene el mundo entero, a juicio de González, pasa por el tratamiento de los plásticos que generan los residuos electrónicos. De las 150 mil toneladas anuales que se producen en Chile, 7 mil corresponden a plástico que, actualmente, es muy difícil de categorizar. Muchos tienen diferentes resinas en su composición que complejizan el correcto tratamiento, por lo que en la actualidad la mayoría de estos plásticos terminan en vertederos.
Por otra parte, a nivel empresarial, la Ley REP impondrá una serie de desafíos a compañías que produzcan residuos electrónicos, y que no se limitan a las que trabajan el rubro. Como quedó de manifiesto con la pandemia, todas las empresas generan cierto nivel de residuos electrónicos debido a lo indispensable que se han convertido los computadores, celulares y tablets.
-¿Qué capacidad tiene Chilenter para asesorar a las empresas que quieran gestionar sus residuos electrónicos?
-Nosotros podemos acompañar a las empresas en todo el proceso, el tema es que este tiene un costo y tenemos que financiar la operación. Tenemos la capacidad de poner un punto verde en una empresa, una persona que sea monitor y vaya explicando el proceso, hacer talleres informativos y planes comunicacionales para que las empresas informen a sus trabajadores, tenemos la capacidad de recibirlo acá, de hacer el borrado seguro acá o en las mismas instalaciones de la empresa, hacemos certificados de trazabilidad y de ecoequivalencia, ese acompañamiento entero lo podemos hacer desde que gestionamos hasta que todo se va a su disposición, según corresponda.