“Cuando iba de pequeña a la playa me molestaba ver tantos envases de plástico, metales oxidados y latas tiradas en la arena. No entendía cómo llegaba eso ahí, ni quién las botaba”. Lizanett Oyarzún explica así el interés que sintió desde siempre por darle otro uso a los residuos que veía en el suelo.
Después de ser dueña de casa durante 15 años tuvo dos experiencias personales que la hicieron remecerse, y hacer un punto de quiebre en su vida para dedicarse a su pasión desde niña. “Comencé a investigar, a conversar con muchísima gente, y con el apoyo de mis padres, ambos científicos, logré viajar a China para realizar un curso de comercio exterior. Ahí logré hacer contactos con mucha gente y empecé a interiorizarme sobre envases y embalajes”, cuenta.
Así llegó a crear Plástico Vegetal, empresa fundada en 2012que se dedica al desarrollo, investigación y fabricación de envases y bolsas compostables. “Perseguimos la economía circular aplicada a los envases. Nuestros productos están hechos a partir de materias primas naturales, lo que significa que se biodegradarán en tierra en 12 meses. Somos los primeros en Chile en tener un mix de envases compostables”, explica Oyarzún.
En un contexto favorable para este tipo de emprendimientos, dado que la legislación avanza hacia la eliminación de buena parte de los plásticos de un solo uso -y que por sus características no se pueden reciclar- con que la ciudadanía está en contacto a diario, como bolsas y bombillas, la propuesta de Plástico Vegetal apunta a la confección de envases biodegradables elaborados a partir de la fermentación de la celulosa contenida en los vegetales, que pueden ser compostados como residuo orgánico.