La idea nació de una inquietud en la empresa Forza, que provee sistemas de alimentación a la acuicultura: qué hacer con las tuberías plásticas llevan el alimento a salmones una vez que terminaban su vida útil en la empresa. En un principio eran enviadas a valorizadores para su posterior reciclaje, pero eso impedía conocer a ciencia cierta su destino final, en qué se convertían, porque en su mayoría se envía al extranjero. Entonces decideron hacerse cargo del residuo por su cuenta, y así nació Good Wood, una empresa recién formada en Puerto Montt que busca darle nueva vida al plástico transformándolo tablas para construir pallets, mobiliario urbano, juegos para niños e incluso en cercos. Una madera plástica que, además, está revitalizando a las empresas de reciclaje en la zona.
Esa idea se materializó en la compra de una máquina para reciclar el plástico, que llegó de China sin planos y que los ingenieros de la empresa tuvieron que montar recurriendo al ingenio, recuerda Paula Feijoo, la CEO y co-fundadora de Good Wood. Entonces empezaron a hacer las primeras pruebas para lograr encontrar un material útil para fabricar nuevos productos. Primero con el polietileno de alta densidad de las tuberías para salmones, pero luego fueron incorporando todo tipo de plásticos en busca del producto final: botellas, envases de papas fritas, bolsas, todo lo que había a mano. Incluso un producto inédito para las maderas plásticas: los envases de cartón para alimentos y bebidas.
“Nadie se habría imaginado que podías juntar el plástico con envases de Tetra Pak, y es una mezcla perfecta; es espectacular, porque es algo que nadie estaba usando para esto y que le aporta características de resistencia y rigidez a las tablas de la madera plástica. Cada uno de los productos que se utilizan, en distintos porcentajes, le entrega una característica particular”, dice Paula Feijoo. Una mesa de picnic, por ejemplo, contiene casi 300 envases de cartón para alimentos y bebidas, y una estructura de juegos para niños 1.400 envases.
Las primeras tablas plásticas que hicieron las ocuparon en su propio taller, para la construcción del segundo piso y su escalera. “Y después empezamos a dibujar y a pensar qué podíamos hacer, que fuera práctico también. Acá llueve mucho, por lo tanto necesitabamos diseñar cosas que estaban expuestas a la interperie y demostrar que nos les pasa nada, que las características que tiene este producto son super potentes”, agrega.
Estas características, afirma Paula Feijoo, no pasan solo por ayudar a la limpieza del plástico en las playas del sur de Chile, sino que también se trata de un producto reutilizable, con una variada gama de usos, capaz de durar 50 años y que no aborbe agua, no se astilla, y se puede desinfectar.