Good Wood, la madera plástica que ayuda a descontaminar las playas del sur de Chile
Darle una nueva vida al plástico, con identidad local y que ayude a las personas a resignificar sus esfuerzos por reciclar, mostrando con productos terminados y de buena calidad en qué se pueden transformar los residuos que cada semana llevan a un punto limpio o entregan a un reiclador, porque hoy los pueden ver transformados en una mesa para picnic, el cerco de una parcela, pallet para la industria o juegos para niños. Ese es el objetivo de Good Wood. Para fabricar el producto utilizan 50 toneladas mensuales de cuatro tipos de plásticos provenientes de pequeñas empresas recicladoras de Puerto Montt y Puerto Varas, y un producto inédito hasta ahora en este tipo de mezclas: envases de cartón para alimentos y bebidas, ayudando también en el reciclaje de este tipo de envases.
La idea nació de una inquietud en la empresa Forza, que provee sistemas de alimentación a la acuicultura: qué hacer con las tuberías plásticas llevan el alimento a salmones una vez que terminaban su vida útil en la empresa. En un principio eran enviadas a valorizadores para su posterior reciclaje, pero eso impedía conocer a ciencia cierta su destino final, en qué se convertían, porque en su mayoría se envía al extranjero. Entonces decideron hacerse cargo del residuo por su cuenta, y así nació Good Wood, una empresa recién formada en Puerto Montt que busca darle nueva vida al plástico transformándolo tablas para construir pallets, mobiliario urbano, juegos para niños e incluso en cercos. Una madera plástica que, además, está revitalizando a las empresas de reciclaje en la zona.
Esa idea se materializó en la compra de una máquina para reciclar el plástico, que llegó de China sin planos y que los ingenieros de la empresa tuvieron que montar recurriendo al ingenio, recuerda Paula Feijoo, la CEO y co-fundadora de Good Wood. Entonces empezaron a hacer las primeras pruebas para lograr encontrar un material útil para fabricar nuevos productos. Primero con el polietileno de alta densidad de las tuberías para salmones, pero luego fueron incorporando todo tipo de plásticos en busca del producto final: botellas, envases de papas fritas, bolsas, todo lo que había a mano. Incluso un producto inédito para las maderas plásticas: los envases de cartón para alimentos y bebidas.
“Nadie se habría imaginado que podías juntar el plástico con envases de Tetra Pak, y es una mezcla perfecta; es espectacular, porque es algo que nadie estaba usando para esto y que le aporta características de resistencia y rigidez a las tablas de la madera plástica. Cada uno de los productos que se utilizan, en distintos porcentajes, le entrega una característica particular”, dice Paula Feijoo. Una mesa de picnic, por ejemplo, contiene casi 300 envases de cartón para alimentos y bebidas, y una estructura de juegos para niños 1.400 envases.
Las primeras tablas plásticas que hicieron las ocuparon en su propio taller, para la construcción del segundo piso y su escalera. “Y después empezamos a dibujar y a pensar qué podíamos hacer, que fuera práctico también. Acá llueve mucho, por lo tanto necesitabamos diseñar cosas que estaban expuestas a la interperie y demostrar que nos les pasa nada, que las características que tiene este producto son super potentes”, agrega.
Estas características, afirma Paula Feijoo, no pasan solo por ayudar a la limpieza del plástico en las playas del sur de Chile, sino que también se trata de un producto reutilizable, con una variada gama de usos, capaz de durar 50 años y que no aborbe agua, no se astilla, y se puede desinfectar.
“Lo que queremos transmitir, en términos de actuar en local pero pensar en local, es que es hora de hacerse cargo. A todos nos toca, porque todos usamos el plástico, poder repensarlo y usarlo mejor, y de forma más responsable”.
Hoy las tablas de Good Wood incorporan, además de envases a cartón, cuatro tipos de plásticos: polietileno de alta y baja densidad, PET y polipropileno. Hace cuatro meses, iniciaron la producción en plena pandemia y con un turno de la máquina ya son capaces de reciclar 50 toneladas de material reciclado al mes, el que obtienen de tres pequeñas empresas de reciclaje locales, ubicadas en Puerto Montt y Puerto Varas.
“Una de ellas estaba prácticamente quebrada, y hoy nos vende toda su producción y ha podido generar más trabajo. Ahora vamos a moler en sus instalaciones una máquina que trajimos de China para moler más rápido el plástico, para que ellos contraten más gente”, dice Paula Feijoo.
Ya iniciaron la venta a una empresa salmonera de pallet hechos con tablas plásticas, y también productos como mesas de picnic, bancas y mesas plegables a particulares que han visto sus productos en el frontis del taller y llegan a preguntar interesados por el material. Mientras, buscan alianzas para abrir mercado, pero aún cuesta instalar el concepto, afirma la CEO de la empresa. “A la gente le cuesta asimilar el cambio, todos los cambios son difíciles de establecer y Puerto Montt todavía está lejos de Santiago, y este tipo de innovaciones cuesta introducirlas. En circularidad se ha avanzado harto en las empresas, pero queda mucho por avanzar todavía”. Pero esto, dice Paula Feijoo, “es lo más motivador, porque todos los días tienes un desafío nuevo”.
Identidad local, escalable a otras industrias
La visión que hay detrás este proyecto, afirma la co-fundadora de Good Wood, “es darle identidad local, y que la gente pueda resignificar el plástico. Si yo me preocupo de lavar la botella, los envases, juntarlos y llevarlos a un lugar donde se pueda reciclar, eso no queda ahí nomás. Después cuando puedes ver un producto terminado, por supuesto que te va a hacer sentido y te vas a querer hacer cargo, lo vas a resignificar en tu rutina. Nunca vamos a dejar de vivir con plástico, entonces mejor que ir en contra es repensarlo y darle un mejor uso a lo que hay”.
Hoy el primer objetivo es ayudar a limpiar de plástico las playas del sur desde Puerto Montt, y llegar por lo menos a tres turnos de trabajo en la máquina para poder triplicar la capacidad de producción. Y a futuro, ampliarse a reciclar el plásticos de otras industrias, como la ganadería, la agricultura o la construcción.
“Ahora estamos acá en Puerto Montt haciéndonos cargo de la contaminación en el mar relacionada con la industria salmonera, pero el día de mañana nos podemos instalar en Colchagua para hacernos cargo de los desechos de la agricultura, o en otro lugar del país con los residuos plásticos de otro rubro. Esto es muy versátil, y tiene una capacidad de dar respuestas infinitas trabajando siempre desde la identidad local, con gente de la zona. Eventualmente vamos a tener que salir de acá, una vez que se abra el negocio, porque hay mucho donde hacer cosas. Y con la cantidad de plástico que hay, nos sobra para poder hacer mucho más”, afirma Paula Feijoo.
“En el fondo -agrega-, somos solucionadores del problemas, porque el problema ni siquiera es la madera -y la cantidad de árboles- que se ocupa para hacer pallets o muebles, el problema mayor es que nos estamos quedando sin agua, y eso es algo que ayuda a solucionar la madera plástica. Entonces, hay que repensar el problema mirando al futuro. Hay que generar virtuosidad para que todo se devuelva en positivo, y la economía circular tiene mucho que ver con eso”.
“Lo que queremos transmitir, en términos de actuar en local pero pensar en local, es que es hora de hacerse cargo. A todos nos toca, porque todos usamos el plástico, poder repensarlo y usarlo mejor, y de forma más responsable. Cuando puedes resignificarlo y le encuentras sentido porque ves un producto de material reciclado, te haces más responsable y lo transformas en parte de tu hábitos. Hay que entender que en la economía circular todos los engranajes son importantes para que funcione. Como empresa nosotros nacimos en pandemia, y cuando naces en un tiempo crítico tienes todo por hacer”, afirma.