Cristóbal Molina, director y fundador de Mimasoft, cuenta que el rumbo de su emprendimiento cambió cuando conoció a Natalia Vidal, quien a la sazón trabajaba en Enel, y ella sabía perfectamente cómo se movía la información al interior de la multinacional. “Las empresas en general no valoran la gestión ambiental como un tema estratégico, sino como un área por separado. En 2016 conocimos a Natalia, y su incorporación fue súper importante para nuestro proyecto”, cuenta Molina.
Mimasoft, en palabras de su fundador, se define como una empresa desarrolladora de software que entrega una solución digital en términos de sostenibilidad tanto para grandes como para pequeñas compañías. Cuando Vidal se sumó al equipo, incorporó la metodología del Análisis de Ciclo de Vida, basada en la norma ISO 14.040, lo que hizo gran diferencia con el enfoque tradicional de gestión de sostenibilidad.
“Hay que entender que todas las cosas tienen huellas: si fabricamos algo, eso genera un impacto. Los enfoques tradicionales de medición lo hacen solo en el sistema productivo. Pero el Análisis de Ciclo de Vida es un enfoque más global, es decir, integra toda la cadena de valor. Se pueden ver los impactos de los proveedores y los residuos del sistema productivo”, explica Natalia Vidal, quien es actualmente la directora de Sostenibilidad de Mimasoft.
En términos simples, Mimasoft desarrolló una herramienta informática que permite que cualquier empresa, grande o chica, pueda medir su impacto ambiental más allá de la clásica huella hídrica o huella de carbono. “El Análisis de Ciclo de Vida permite medir no solo huella de agua o de carbono, sino que, dependiendo de la base de datos que tenga la empresa, también mide emisiones de material particulado, daño a la capa de ozono, consumo de combustible, etcétera”, detalla Vidal, ingeniera en recursos naturales de profesión.
En total, el producto creado por Mimasoft puede analizar 20 diferentes tipos de huellas en cada empresa, que tienen que ver con emisiones a la atmósfera, suelo y agua, e insumos. En términos técnicos, dichas huellas son conocidas como “categorías de impacto ambiental”.
El gran hito para Mimasoft ha sido trabajar directamente con Enel, antiguo puesto laboral de Natalia Vidal. El emprendimiento fundado por Cristóbal Molina se encargó de hacer la medición del impacto ambiental del parque eólico Sierra Gorda Este, propiedad de la megaempresa italiana. “Enel es una empresa global de energía y se dieron cuenta que este sistema de medición se estaba aplicando en Chile, y con una pyme como nosotros”, puntualiza el director de Mimasoft.
El entusiasmo desbordó a los ejecutivos de Enel en Italia. Quisieron probar el modelo en otro país, a la distancia. Así surgió la posibilidad de implementar un piloto con Enel Perú, con tres plantas de diferentes matrices energéticas: una solar en Moquegua, otra eólica en Marcona y una última hidroeléctrica en Monzón. “No es lo mismo hacer una medición en una planta en el desierto que hacer otra en el sur rodeado de bosques. Y esa también es la gracia de la herramienta: es muy versátil y se adapta a cualquier industria”, dice Molina.
Para obtener el cálculo completo, complementa Natalia Vidal, es clave el rol que cumplen los trabajadores y las gerencias de las empresas a partir de la información que entregan. Mimasoft capacita al personal de sus clientes, pero apuntan hacia la “autogestión de los equipos”, porque “mientras menos se demoren en subir los datos, la empresa tomará mejores decisiones”.En Perú, por ejemplo, fue complejo al inicio convencer a los operarios de esta labor. “Fue difícil traspasar esa barrera. Tuve que viajar a Lima a mostrarles a los chicos en qué consistía la solución y los beneficios que conlleva. Muchas llamadas por teléfono. Mucho Whatsapp. Hasta que agarraron vuelo y empezaron a usar la herramienta todos los días”, dice Vidal.
El algoritmo que desarrolló Mimasoft, en el que fue clave la obtención de un CORFO I+D en la sección Prototipos, permite cuantificar en tiempo real el impacto en toda la cadena de valor de la empresa. Cuando los trabajadores suben esos datos, Mimasoft los modela y logra estimar la huella por cada categoría de impacto ambiental. Con una salvedad: el cliente señala qué huellas quiere medir. Pueden ser 5, 10 o 15, pero hay 20 disponibles.
“Toda la información de las empresas (insumos de los clientes, residuos, emisiones, transporte) se caracteriza en un impacto”, dice Vidal, quien explica que Mimasoft, en primer término, realiza un diagnóstico para verificar qué huellas se aplican al escenario de la planta que medirán. “Por ejemplo, Sierra Gorda fue declarada zona saturada por material particulado, y también hay responsabilidad en daño a la capa de ozono por hexafloruro de azufre (SF6). Entonces yo ahí definí que también había que medir esas huellas, más allá de la huella de carbono o huella de agua que lo hacen todos”, agrega ella. También miden huella de acidificación terrestre, por ejemplo.