El presidente Piñera dice camino al G-20 que en “calentamiento global hemos hablado mucho y logrado poco”. En efecto, Chile lleva al menos cuatro décadas aprendiendo e informándose sobre las fuentes y los impactos del cambio climático. Según el último informe del IPCC, nos quedan menos de 12 años para reducir nuestras emisiones globales a la mitad si queremos conservar la integridad ambiental y atmosférica del planeta, y la viabilidad de nuestras generaciones e inversiones futuras.
Coincidentemente, de manera incremental el país vive los peores registros históricos de eventos climáticos extremos: sequía, incendios forestales y aluviones. El país vive estaciones cada vez más amplias y marcadas: inviernos sin lluvia ni nieve, veranos prolongados y calientes, otoños y primaveras lluviosas que se quedan únicamente escazas semanas. Con la isoterma cero al alza, desaparecen nuestros glaciares.
Sin embargo, nuestro sistema jurídico permanece intacto y difuso, nuestras señales de precio débiles, lo mismo que nuestra institucionalidad, que entrega señales regulatorias ambiguas y permanece mal equipada para tomar decisiones ante el cambio climático en una clara crisis y vacío de liderazgo.
Mientras los granizos y las heladas dan cuenta de cultivos sin seguros, en las discusiones y seminarios internacionales y de la región Chile es un orgulloso referente en el desarrollo e implementación de metodologías de medición, reporte y verificación de gases de efecto invernadero (GEI). Alumno prodigio de la OCDE.
¿Cuánto valen nuestras credenciales y trabajo metodológico?¿Qué nos falta para mover las agujas?
El país cuenta con información refinada durante décadas de análisis y capacitación de equipos. Hoy las tecnologías de información están instaladas y las metodologías probadas, sin embargo la realidad se obstina: ni nuestra institucionalidad ni nuestra legislación ni mucho menos nuestros compromisos internacionales han sido obstáculo para que nuestras emisiones sigan creciendo de manera sostenida y los impactos nos sigan sorprendiendo, y costando cada vez más caros.
Con todo, Chile representa el 10% de proyectos de América Latina registrados en el mecanismo de desarrollo limpio del agonizante Protocolo de Kioto. Adicionalmente hoy existen en el país 669 proyectos en construcción que se espera representen casi 3.000 toneladas en reducciones potenciales certificables, con un 50% de esos certificados aún fuera del sistema de registro. Los actores nacionales de este mercado insisten en que para que sea posible continuar emitiendo certificados de reducción de emisiones, es necesaria una señal clara en el aumento del precio al que puedan acceder con dichas reducciones (calculan el costo promedio de las reducciones en torno a los 17 dólares).