La Ligua prepara nueva planta desalinizadora municipal y proyecta una solución a la crisis hídrica en la provincia de Petorca
Una segunda planta comunal será abierta a principios de mayo y generará 100 mil litros de agua potable adicional al día, que beneficiarán directamente a los habitantes del sector Los Quinquelles, en la playa La Ballena. La meta del alcalde Rodrigo Sánchez, sin embargo, es mucho más ambiciosa: abastecer de agua para consumo humano a los Comités de Agua Potable Rural (APR) de la comuna completa e incluso generar excedentes para ir en apoyo de las comunidades de Petorca y Cabildo, que también sufren por la falta de agua producto de los conflictos con la agricultura, una prolongada sequía y el cambio climático.


Como su correligionario Daniel Jadue en Recoleta con las “farmacias populares”, el alcalde de La Ligua, Rodrigo Sánchez (PC), pretende impulsar, en sus propias palabras, “un agua potable popular” como solución a la severa crisis hídrica que afecta a la provincia de Petorca. Para ello, Sánchez tiene proyectado inaugurar a principios de mayo una segunda planta desalinizadora municipal, en el sector Los Quinquelles-La Ballena, que generará 100 mil litros de agua diarios para consumo humano. Esta se sumará a la que existe desde hace dos años en ese sector costero, que purifica 30 mil litros por día. Juntas, entonces, ambas plantas que ocupan la tecnología de la osmosis inversa producirán 130 mil litros diarios en la reseñada zona.
La idea de la primera planta nació del propio alcalde como una eventual solución a la crisis hídrica de la zona, producida por el cambio climático y donde también se apunta al uso de aguas por parte de la industria agroexportadora, especialmente del mercado de la palta, asunto reseñado el viernes por el prestigioso diario El País de España.
El jefe comunal de La Ligua comprobó que las técnicas de desalinización de agua de mar se usan profusamente en países como Australia, Aruba y Arabia Saudita, y quiso extrapolarlas a su territorio. Ahora, con la pronta inauguración de una segunda planta, Rodrigo Sánchez tiene un ambicioso plan: abastecer de agua potable a los comités de agua potable rural (APR) de toda la comuna e incluso a las comunas vecinas como Cabildo y Petorca.
“Es muy relevante para nosotros resolver estructuralmente este tema, buscando una nueva fuente de agua. La Ligua está más crítica que Cabildo y Petorca: el 80 por ciento de todas las necesidades de recursos hídricos se localiza en nuestra comuna. Como no está lloviendo y las cuencas están agotadas, hemos planteado la desalinización como solución. Ambas plantas solo benefician al borde costero de La Ballena-Los Quinquelles, pero nuestro desafío mayor es construir una planta de 1.000 metros cúbicos por hora para abastecer a la comuna completa y generar excedentes para ir en apoyo de Cabildo y Petorca”, comenta el alcalde de La Ligua.
Las tres comunas, sin ir más lejos, suscribieron un convenio de cooperación para encontrar respuestas a la catástrofe del agua en la zona. “Tenemos que solidarizar con las comunas del interior. Allí no hay nieve, no hay deshielo y no hay mar”, explica Sánchez, quien espera en los próximos días llevar este acuerdo a una instancia más formal: la Asociación Temática de Municipios para la Seguridad del Recurso Hídrico en la Provincia de Petorca.
“Queremos cobrar solo los costos operacionales para dejar el agua potable a un costo lo más bajo posible, al estilo de las farmacias populares. Nuestra intención es que nuestro modelo se replique en otras comunas”
El primer proyecto de desalinización ha asegurado agua potable gratis para las familias que viven en torno al borde costero de La Ballena-Los Quinquelles. En este minuto, no obstante, la planta no está operativa debido a las obras civiles que se están realizando para la implementación de la segunda. “Estamos poniendo corriente básica de la red, puntos de captación, cierres perimetrales, etcétera”, explica la máxima autoridad comunal.
Cobrar solo costos operacionales
Una vez abierta la segunda planta, la meta del alcalde es seguir la huella trazada por su par de Recoleta: “Queremos cobrar solo los costos operacionales para dejar el agua potable a un costo lo más bajo posible, al estilo de las farmacias populares. Nuestra intención es que nuestro modelo, al igual como lo está haciendo el alcalde Jadue, se replique en otras comunas. Queremos hacer talleres en otros municipios para reflejar lo bueno y lo malo de la experiencia”.
Para ello, explican desde el municipio, el precio justo del potable desalinizada para las comunidades dependerá de si en el municipio se asumen los costos de producción con la incorporación de energías renovables no convencionales.
“A la larga lo que se gasta en compra de agua de los camiones aljibes será más caro que instalar las plantas de desalinización”, explica el alcalde Sánchez. La primera planta provino de Alemania, mientras que la nueva fue importada desde España.
Cuando la primera planta separadora ya estaba operativa, la Municipalidad de La Ligua suscribió un convenio con la Universidad de Santiago de Chile (USACH) para capacitar a los operarios de la comuna. El académico del Departamento de Ingeniería Química de esa casa de estudios, Aldo Saavedra, participó de la implementación de un curso en tecnología de osmosis inversa en la primera etapa del proyecto, pero en la segunda dejó de intervenir por problemas de tiempo.
“Hicimos un curso para diez personas en dos etapas, en el que participó el encargado de la planta en La Ballena. Revisamos los fundamentos de la tecnología, el proceso, las mejores opciones para la captación, pretratamiento, la operación con la bomba de alta presión, el módulo, el postratamiento, porque el objetivo de la planta de La Ligua es crear agua de carácter sanitario. Hicimos también una visita y una inspección de la planta. Sabíamos que venía otra planta de mayores dimensiones, pero no seguimos trabajando juntos”, dice Saavedra, quien suma 25 años de experiencia en osmosis inversa para separar el agua. Este sistema, en palabras simples, consiste en usar una membrana semipermeable que deja pasar el agua, pero no las sales.

El también investigador del Laboratorio de Procesos de Separación por Membranas de la USACH entregó un informe sobre cómo mejorar la operación de la planta de La Ligua. No le hizo seguimiento, pero valora el proyecto en tanto ataca el problema de una comunidad local y no tiene tanto impacto en el ecosistema. Sin embargo, agrega Saavedra, es necesario atender la escasez hídrica desde una perspectiva más integral.
“El problema hídrico involucra muchas variables. No es solamente instalar una maquinita que saque agua de mar, la desale y se ocupe. Acá hay un tema de gestión completa del recurso hídrico. Tiene que ver con un consumo racional, una tendencia al ahorro en este país que despilfarra mucha agua. Este tema lo hemos analizado, lo hemos comparado con otros países en el Medio Oriente, en lo que son islas remotas del Mediterráneo. Ellos desalan de manera intensiva agua de mar, pero también hay una política de incentivo fuerte al ahorro. Eso está fundamentalmente determinado por el precio: te entregan gratis los 50 primeros litros que tú requieres para no morirte de sed, en los siguientes 50 tú pagas una cierta tarifa, pero si te pasas de eso el costo sube enormemente”, dice Saavedra.
Asimismo, el doctor en ingeniería química no cree que “la solución global a la escasez hídrica sea ponerse a instalar plantas desalinizadoras por todos lados”. Por el contrario, aboga por una política de Estado para definir en qué términos se hará la desalación del agua de mar. “No es lo mismo cuando tomas agua de mar y te lavas las manos a usarla de manera intensiva”, ha dicho delante de la Comisión de Recursos Hídricos del Senado, entre otras instancias.
A juicio de Saavedra, esta política debería estar presente tanto para la potabilización del agua, pero también para la industria. En el caso particular de la planta de La Ballena, el profesor piensa que la idea es “buena”, porque “no son plantas grandes, estamos hablando de 130 metros cúbicos. Si lo comparamos con la planta de Aguas Antofagasta, que están desalando del orden de 150 mil metros cúbicos al día, son enormes cantidades. Probablemente para efectos de resolver problemas puntuales, yo creo que las plantas de La Ligua cumplirán su rol”.
“Para las necesidades locales, la única posibilidad, debido a los costos, es que el agua que se consume se procese en el mismo lugar. Si generas tuberías de distribución, hay que analizar si eso vale la pena o no desde el punto de vista del costo”
Saavedra complementa: “Para las necesidades locales, la única posibilidad, debido a los costos, es que el agua que se consume se procese en el mismo lugar. Si generas tuberías de distribución, hay que analizar si eso vale la pena o no desde el punto de vista del costo. Una cosa es que generes un valor a 500 pesos el metro cúbico que se saca a orillas del mar, y otra cosa es que tierra adentro tengas la obligación de pagar 2.000 pesos o más el metro cúbico. Esto no pasa en la gran minería, donde ellos pueden jugar con esos valores”.
Por ello, reitera el especialista, es importante una política pública en lo que respecta a desalación del agua, para generar un eventual tipo de subsidio. Desde el punto de vista de la comuna de La Ligua, el alcalde Rodrigo Sánchez aspira a que, en la medida que se incorporen energías renovables no convencionales a la operación de la planta, el costo futuro sea de $500 el metro cúbico de agua potable.
En estos momentos, la segunda planta se encuentra en el trámite de la resolución sanitaria de parte de la Seremi de Salud de Valparaíso y de la renovación del permiso para sacar agua, proveniente de la Armada de Chile. Esta última entrega una concesión para la extracción del agua de mar y botar la de rechazo, y para hacer obras en el bordemar. El agua de rechazo, dicen en el municipio, no necesariamente se devuelve al mar bajo esta técnica y a futuro La Ligua pretende reutilizarla en obras como estabilización de caminos, entre otras.
En la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) explican que la planta de La Ligua no está instalada en su área de supervisión, toda vez que se encargan de los proyectos sanitarios dentro de los límites urbanos comunales. La planta Los Quinquelles-LaBallena, aseguran desde la SISS, está situada en un sector rural de la comuna, por lo que el permiso, la aprobación y fiscalización del agua suministrada a la población estaría regido por la autoridad sanitaria, es decir, la Seremi de Salud de Valparaíso.
Desde la Dirección General de Aguas, en tanto, explican que tampoco intervienen en este proyecto ni en ningún otro que contemple desalinización. Solo lo hacen en aquellos que requieren declaración de impacto ambiental. Esto, porque, según la DGA, “desalinizar agua de mar no está enlistado dentro de las actividades que deben someterse a evaluación ambiental”.
Según informa la DGA, la institución entra en juego solo cuando el agua está purificada, ya que ésta “debe transportarse al lugar de uso por medio de acueductos, atravesando quebradas y cauces en su trayectoria”.
De cualquier modo, la entidad tiene un registro de cuánta agua de mar se purifica en Chile: cerca de 300.0o0 metros cúbicos al día. En los próximos cinco años, prevé la DGA, la cifra podría superar el millón de metros cúbicos al día.
En Chile existen 28 plantas desaladoras; la mitad de ellas está concentrada en la Región de Antofagasta y tienen relación con la actividad minera. Asimismo, agrega la DGA, las empresas de servicios sanitarios “pueden desarrollar la construcción de plantas desalinizadoras como fuente de abastecimiento de agua potable, cuando no existen alternativas factibles de menor costo, incorporándolas en su plan de desarrollo y recuperando el costo de inversión y de operación en las tarifas que pagan los usuarios”.