Ayer fue presentada la llamada “Hoja de Ruta RCD Economía Circular en Construcción”, una especie de guía para transitar hacia la sustentabilidad en la industria de la construcción. Tras dos años de trabajo, en el que participaron diferentes actores de la sociedad, tanto públicos como privados, el documento quedó a disposición de los organismos pertinentes para promover cambios sustantivos al modelo lineal que genera tanto impacto en el ecosistema.
Liderada por el Comité Consultivo de la Estrategia RCD -conformado por los ministerios de Vivienda, Medio Ambiente y Obras Públicas, más Corfo y su programa Construye2025-, la hoja de ruta plantea metas concretas a corto y largo plazo, con especial énfasis en aquéllas que deberían cumplirse en 2035.
En el documento, Vicente Domínguez, presidente de Construye2025 -programa impulsado por Corfo que busca transformar el sector construcción desde la productividad y la sustentabilidad-, manifestó que para alcanzar las metas de carbono neutralidad al año 2050 “es necesario cambiar nuestros hábitos, y la forma en que concebimos y diseñamos nuestros proyectos de edificación e infraestructura, a través de modelos que propicien el incremento de la productividad utilizando de la mejor manera las tecnologías disponibles y reduciendo considerablemente el impacto en el medio ambiente, a través de la reducción de la extracción y reutilización de los desechos y escombros y optimizando el uso de los recursos, especialmente energía y agua”.
En lo sustancial, complementa el informe, la ambición es “impulsar políticas de Estado en torno a la economía circular, integrando al sector privado y a la academia, con el sentido de promover el trabajo colaborativo e integrado”. Por lo mismo, el documento plantea “ejes, lineamientos, acciones y metas, y la definición de estrategias para superar los desafíos y brechas”.
Tras detectar las principales brechas del sector de los residuos de la construcción y demolición (RCD), entre las cuales destaca la ausencia de planificación territorial respecto de la gestión de estos residuos y la falta de coordinación de los organismos públicos, el informe refiere a las oportunidades y beneficios que brinda la aplicación de criterios sustentables para el rubro de la construcción.
“La experiencia internacional muestra que existe un gran volumen de residuos valorizables que pueden ser utilizados como insumos para la construcción”, cita uno de los ejemplos. Además, agrega el texto, “es posible impulsar el cambio hacia una economía circular en construcción, a partir de compras públicas, licitaciones y proyectos de edificación e infraestructura que incorporen inversión pública”.
Entre los beneficios, la hoja de ruta prevé que los ahorros para las constructoras en el presupuesto pueden fluctuar entre un 25 y un 50% si se optimizan los materiales y se evita la disposición final en los vertederos a través de la valorización de los RCD: reducción, reutilización y reciclaje de material. El documento, a su vez, percibe una gran alternativa en “la etapa de diseño y el control de calidad de la obra para evitar reprocesos” en términos de prevenir la generación de residuos en el proceso de construcción.
La economía circular en tanto oportunidad de creación de valor es un imperativo para el sector, según la Hoja de Ruta RCD, toda vez que el mercado formal de la construcción, según datos de la Cámara Chilena de la Construcción del año 2017, “tiene una participación por sobre el 7,1% del PIB y del 8,5% de los empleos a nivel nacional”, con 30 mil empresas vinculadas, en las cuales hay más de 700 mil trabajadores y trabajadoras. Un 98% de ellas, según datos de Construye2025 del año 2015, “corresponde a pymes, que crean el 81% de los puestos de trabajo en el sector y aportan el 34% de la facturación”.
Otros datos interesantes que proyecta el informe es que la generación de RCD alcanzará las 7.455.602 toneladas anuales al año 2023, solo considerando vivienda, según consigna el Minvu. Eso es equivalente a 7 millones de metros cúbicos y a un volumen de 15,5 Estadios Nacionales.