Por una región de Los Lagos sustentable: innovación y no incineración
Según proyecciones científicas de la Organización de las Naciones Unidas, los residuos sólidos se duplicarán para 2050, alcanzando 4000 millones de toneladas al año, algo así como lo suficiente para llenar 800 mil piscinas olímpicas de desechos. Para hacer frente a ese escenario, algunos parlamentarios chilenos se inclinan por el ‘glamour’ europeo de la “valorización energética”. Sin embargo, hay aquí mismo en el sur del suelo nacional, visionarias estrategias, privados, ONGs, e individuos de la sociedad civil, que proponen como una solución a nuestro paradigma productivo actual “de la cuna a la tumba”, a la economía circular.
El reciente rechazo de los senadores de Los Lagos, Fidel Espinoza (PS), Carlos Kuschel (RN) e Iván Moreira (UDI), a la postura adoptada por el Servicio de Evaluación Ambiental sobre el proyecto waste to energy, en el sentido de no avanzar en la iniciativa de incineración de la basura a energía eléctrica, demuestra una profunda y grave desconexión con la realidad local que representan, además de un preocupante desconocimiento de la evidencia científica en torno a la materia, y su contribución a la crisis climática.
Los congresistas señalaron en un comunicado hace unos días que “No podemos negarle el derecho a la ciudadanía de poder superar esta crisis de la contaminación de la basura con un proyecto ambiental con estándares europeos” y que “se perjudicaría directamente a los más de 800.000 habitantes de la Región de Los Lagos”. Le solicitaron incluso al presidente Gabriel Boric que apoye la materialización del mismo, y por otra parte, indicaron que el tema de los desechos “es el gran dolor de cabeza” de la zona norte de la Patagonia. En este último diagnóstico sí que coincidimos. El resto es literalmente basura.
Primero, conviene aclarar que la ciudadanía aludida no ha solicitado en ningún momento, por ningún medio, una planta de incineración en la región, quizás sí que lo ha solicitado el/los dueño/s del proyecto mismo, y los legisladores interpretaron erróneamente el interés de uno o un par de individuos, y lo asumieron como el sentir general de la población. Suele suceder. Indaguemos en lo que verdaderamente ha estado la ciudadanía en el último tiempo:
En la región de Los Lagos, hay un sólido y vibrante ecosistema de diversos actores que cree en la innovación, promoviendo un uso inteligente de recursos, premiando o fomentando el reciclaje, detectando oportunidades en los residuos mediante su reutilización y convirtiéndolos en nuevos bienes y productos, asesorando a otros a no dejar una huella en el medioambiente, dando trabajo a comunidades costeras, mujeres isleñas, educando a niños y niñas de escuelas y colegios, exportando su tecnología a otros países y en definitiva, haciendo un verdadero aporte a la sustentabilidad en Chile.
El Municipio de Puerto Varas, por ejemplo, concluye ahora a fines de septiembre la marcha blanca de una ordenanza general de medioambiente que busca favorecer a quienes lleven a cabo prácticas de reciclaje, y fija un máximo retiro de basura de 200 litros diarios. Esto incorpora a cualquier dirección de la comuna, con especial énfasis a los locales comerciales, hoteles, edificio de oficinas, casino, residenciales, supermercados, entre otros. Por otro lado, el último fin de semana de cada mes se recepciona e-waste en el recinto municipal Cuesta del Diablo, además de los tradicionales inorgánicos en otros puntos de la ciudad.
La Fundación La Ciudad Posible, con base en Puerto Varas, Santiago, Buenos Aires y Montevideo, tiene como propósito regenerar recursos para sostener la vida de las ciudades y los territorios, y está de momento promoviendo el fortalecimiento de la red de turberas de Chiloé, trabajando con el GORE Los Lagos y la industria de la mitilicultura y sus residuos en Cochamó, y desarrollando la circularidad de materiales en el programa Conecta, Recicla y Colabora junto a Coca Cola, entre otros.
Si de reciclaje se trata, Paz Recycling es el icono en Puerto Montt, prestando servicios ambientales y gestión de residuos. Fundada por Rommy Osorio, la ingeniera ambiental fue galardonada con el premio Medio Ambiente de la Fundación Mujer Impacta en 2022. Gracias a su motivación, instaló puntos limpios en la región, ha realizado consultorías ambientales e implementó una planta de tratamiento de residuos donde son compactados y enviados a plantas de reciclaje. También tritura y funde plásticos pequeños para elaborar regalos corporativos. En paralelo Osorio, ejecuta el proyecto de educación ambiental Basura Playera, visibilizando la contaminación por macro y microplásticos en las playas del sur de Chile.
Mención honrosa para Kura Biotech, una empresa local ganadora de los premios AVONNI y MIT Innovators Under 35, y su fundador, Manuel Rozas, quien fue reconocido como uno de los 100 jóvenes líderes por El Mercurio. Con sede en Puerto Varas y formada por un grupo de jóvenes científicos, la compañía con presencia en 4 continentes, 14 países, y en 3 de los 5 laboratorios más importantes de Estados Unidos, se dedica a desarrollar reactivos para testeos de drogas (empleando una enzima que extraen de los desechos del abalón), testeos de COVID, de proteínas y análisis genéticos.
Greenticket asesora a marcas de diversas industrias para que construyan un ADN sustentable, y entre de sus clientes figuran Nestlé, Patagonia y Cargill, entre muchos otros. Su gran know-how va por el tema de la huella de carbono, y en lo que respecta a análisis de ciclo de vida, ayudan a las empresas en temas como ecodiseño de productos o servicios, ecoetiquetado, declaraciones ambientales de producto (edp) y nuevas estrategias de economía circular.
Dentro de las iniciativas que emplean descartes para fabricar nuevos bienes, destacan los puertovarinos Poliestirec (pintura en base a plumavit reciclado), Tu Jabón (jabón sólido en base a aceite de cocina reciclada, libre de empaque plástico, natural y biodegradable) Caranca Boots (botas de lluvia a partir de neumáticos en desuso) y la Procesadora de Plásticos Puelche (se especializan en la recolección, clasificación y procesamiento de plásticos, transformándolos para que puedan reintegrarse a la cadena de producción como tablas, verduguetes y vermi composteras, entre otros). Los más conocidos son Karün, quienes elaboran anteojos ópticos y de sol en base a plástico proveniente de la industria de la acuicultura y pesca, y metal reciclado. Lograron un acuerdo con National Geographic, trabajaron con la actriz hollywoodiense Shailene Woodley y gracias a Grandvision, sus productos se venden en una decena de países entre Europa y Estados Unidos. En conjunto con Balloon Latam, buscan proteger los Valles de Cochamó y Río Puelo a través de la vinculación y el trabajo mano a mano con emprendedores y líderes locales del territorio, además de reparar ecosistemas.
Niña Planeta es la influencer adolescente local; con sólo 16 años, Noemí Manríquez fue elegida por revista El Sábado de El Mercurio como uno de los 100 jóvenes líderes por su protección del medioambiente mediante la limpieza de playas en Puerto Montt, su participación en el plan Tenglo junto a la Armada de Chile (sacando más de 29 toneladas de basura en playas del sur), y creó la organización Adolescente Impacta, para visibilizar el trabajo de jóvenes que buscan impulsar cambios positivos en la sociedad.
También en la ciudad de las rosas, Loica se encumbra como una alternativa local de consumo consciente al ofrecer al público ropa de segunda mano para niños y adultos en sus dos sucursales. CasaBulka provee online y en una hermosa tienda física de reutilizables o compostables del día a día para el hogar a todo el territorio nacional. Verdesur se dedica al retiro de residuos inorgánicos en domicilios particulares y empresas.
En Frutillar, La Yunta Mercado a Granel es un pequeño emprendimiento que vende cereales, legumbres, semillas, especias y frutos secos libre de plástico. Plan C realiza el retiro a domicilio de residuos orgánicos tanto a particulares como a hoteles y restaurantes. El Municipio de la ciudad organizó por primera vez este año una Feria de Medioambiente.
Isla Bonita Chiloé es una agrupación de mujeres artesanas de la pequeña isla de Lemuy, quienes fabrican a partir de tapas de plástico y envases de champú y otros, posavasos con una máquina precious plastic. También están integrando discos de plástico fundido en la base de su cestería típica, haciendo un mix inesperado de tradición y modernidad.
Yo me siento particularmente orgullosa de ser parte de este amplio y dinámico ecosistema, y contribuyo con la comunicación ambiental desde Radio Frutillar entregando noticias de economía circular, y hago charlas y talleres en establecimientos educacionales sobre mi libro Basura Cero.
¿Será que los señores Espinoza, Kuschel y Moreira han estado viviendo bajo una roca todo este tiempo, y desconocen lo que está sucediendo bajo sus narices? O peor, ¿están enterados y estiman que no es valioso? Con su apoyo a una planta de incineración están enviando la señal de que deberíamos volver al business as usual. Nos invitan a producir y consumir de forma lineal, ya que en su modo de ver las cosas, generar ‘basura’ y quemarla posteriormente es el camino lógico a seguir.
Pero mientras algunos llamen a este pequeño infierno de altas temperaturas una solución, lo cierto es que se trata de una forma de desincentivar el emprendimiento y la innovación. ¿Para qué realizar actividades sostenibles en el área de gestión de residuos, si hay una opción cortoplacista al alcance? El parche de la incineración nos priva de ejercitar una de las mejores características de la humanidad: nuestra creatividad. Entonces en realidad es una pérdida para la población. Y además, ¿cuántos puestos de trabajo dejan de crearse por sucumbir a la salida fácil y rápida? Trágico. Tendremos que conformarnos con la industria salmonera, agropecuaria y la de hotelería y restauración.
El economista, ambientalista y autor estadounidense Paul Hawken, en el libro Drawdown, señala que los sitios waste-to-energy pueden impedir el surgimiento de prácticas zero waste que eliminan la necesidad de rellenos sanitarios y plantas incineradoras. Y si esto suena utópico, diez grandes corporaciones ya se han comprometido con zero-waste to landfill, incluidos Google, Subaru y Toyota. En Italia, según detalla la publicación aludida, 117 municipios se han comprometido con basura cero y han cerrado sus plantas incineradoras.
Para las empresas “valorizadoras” que generan electricidad a partir de la combustión sí que es rentable el negocio: Países como Suecia o Noruega hacen una doble ganancia en el proceso, ya que cobran dinero por recepcionar basura de otras naciones, y cobran a sus habitantes por la electricidad. ¡Chín-chín!
Además de despojarnos de nuestra habilidad inventiva, la incineración de ‘basura’ también nos roba la posibilidad de conectar con la raíz del problema, esto es, la economía lineal-extractiva: La bolsa negra plástica se va a un lugar que no vemos, pero muy sofisticado nos dicen, así que continuamos consumiendo como si existiera un planeta B. Seguimos en piloto automático. Y sin quererlo, contribuimos a la crisis climática. ¿Por qué? Porque comprando bienes sin realizar ningún tipo de esfuerzo por preservar recursos, implica que estamos fomentado la quema de combustibles fósiles para fabricar esos bienes, echar a andar las fábricas, y el transporte de los mismos, liberando gases de efecto invernadero (GEI) en el proceso. Y por cierto, necesitamos de los GEI para mantener una temperatura global promedio de 15ºC, ya que ellos atrapan la radiación solar. Pero la cantidad actual de GEI en nuestra Tierra es tal (desde la Revolución Industrial, a nuestros días), gracias a nuestra actividad humana (respecto de lo cual existe consenso científico), que la temperatura del planeta está aumentando, y por consiguiente está provocando el derretimiento de hielos y glaciares, está subiendo el nivel del mar, la vida marina está colapsando, están apareciendo sequías e inundaciones más intensas, huracanes y ciclones más severos, por lo que ya no cabe hablar de desastres naturales, sino de catástrofes antropogénicas.
Perpetuamos así un sistema “de la cuna a la tumba”, donde extraemos recursos, para moldearlos en productos, usarlos y tirarlos, en este caso, en una planta incineradora. Una gran parte de lo que llega a este lugar podría haber sido reciclado o compostado; en el caso de Suecia, un 73,3%; Japón, 51,6%, Estados Unidos, más del 65%; Taiwán, 57,9%, según No-burn.org.
También cabe mencionar que la energía o electricidad que entrega una planta de incineración no es renovable en su totalidad. La quema de ropa o zapatillas plásticas (petróleo-combustible fósil), está lejos de ser viento o sol. Tan simple como eso.
La contaminación que genera una planta de incineración lo expuso de forma completa y detallada la bióloga e integrante de la Coordinación Nacional de Alianza Basura Cero Chile, Alejandra Parra, a este mismo medio hace algunos meses. El resumen es que hasta las plantas más modernas liberan dioxinas al medioambiente (con impactos cancerígenos para las personas). ¿Se atreverían el trío de políticos a vivir un año al lado de la planta?
Los legisladores dijeron que la instalación de incineración le cambiaría la cara a la región. Y claro que lo haría: sería un gancho que nos dejaría con un ojo en tinta y nocaut en términos laborales, sociales y ambientales.
Podemos concluir que por supuesto que la mal llamada incineración de basura, que en realidad se trata de incineración de recursos, es “negarle a la ciudadanía el derecho a superar la crisis de contaminación de la basura”, parafraseando a los honorables. Es como poner toallas en el piso mojado de una bañera que se rebalsa, y nadie apaga la maldita llave.
Como dato, sólo recordar que la ONU instauró este año el 30 de marzo como el Día Internacional Cero Desechos, por el cual aboga por el cambio hacia una economía circular. No hacia la perpetuación de la economía lineal-extractiva.
En Los Lagos queremos repair cafés para arreglar nuestras bicicletas, indumentaria y electrodomésticos, y fortalecer de paso la cohesión social en la comunidad, promoviendo el traspaso de conocimientos entre las personas. Soñamos con ferias costumbristas que integren el trueque, refrigeradores comunitarios, eventos Disco Sopa para evitar el escándalo del desperdicio de alimentos. Queremos bibliotecas de las cosas, para arrendar desde equipamiento de camping para nuestras aventuras, un sistema de audio para eventos y herramientas para nuestros proyectos. Queremos leyes que fomenten la reparación, al estilo de Suecia y otras que penalicen la obsolescencia planificada, como en Francia. Queremos también legisladores que conozcan la región que dicen representar, y se dediquen a su trabajo, esto es, legislar, en vez de opinar.
En Los Lagos, estamos por innovar en lugar de incinerar.
*Fernanda Piedra es autora de Basura Cero (editorial Zig-Zag) y charlista y tallerista sobre la relación entre consumo, basura y crisis climática.