El sector de generación de energía eléctrica de Chile está en un proceso de cambio -sin retorno- hacia el uso de fuentes energéticas limpias y renovables, que pareciera cada día adquirir mayor velocidad.
Y los números son verdaderamente impactantes. En el período enero-marzo de este año, el 25% de la energía eléctrica fue generada mediante fuentes de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) compuestas por generación solar fotovoltaica, eólica, geotérmica, biomasa, biogás e hidroeléctricas de pequeño tamaño. A lo anterior se debe agregar un 19,6% generado mediante centrales hidroeléctricas convencionales, lo que suma un 44,6% de energía eléctrica limpia para nuestro país. Adicional a esto, a marzo de este año, la capacidad total instalada ERNC fue de 8.773 MW, además de 5.100 MW en construcción, de los cuales gran parte debería entrar en servicio este año.
Por otro lado, el plan de retiro de centrales a carbón, acordado entre sus propietarias y el Ministerio de Energía, se ha ido acelerando por decisión de las mismas empresas y es muy probable que se cumpla la meta propuesta incluso antes del año 2040, fecha límite del acuerdo.
Todas son muy buenas noticias para Chile. Se reduce la contaminación local en las zonas donde hay generadores termoeléctricos, disminuyen las emisiones de CO2, apoyando con ello el cumplimiento de los compromisos de nuestro país relacionados con el cambio climático, y los bajos precios de las ERNC comenzarán paulatinamente a reflejarse en las cuentas de la luz de los clientes finales, entre otros beneficios.
Sin embargo, para que todo lo señalado resulte realmente beneficioso para Chile y su población, es necesario que se avance en la infraestructura necesaria para que las nuevas fuentes de energía puedan operar de la manera más económica y eficiente. Se requiere de un sistema de transmisión que pueda transportar segura y eficientemente esta energía limpia.
Para explicarlo, haremos una analogía con el sector transporte. Si no existieran calles y carreteras adecuadas, si no hubiera mecanismos de coordinación y gestión, o no existieran servicios de mantenimiento, cualquier sistema de transporte, aunque use las mejores tecnologías, no se podría desempeñar de manera eficiente, y los costos de esas ineficiencias finalmente serían asumidos por sus clientes.