La pandemia mundial obligó a postergar la cuarta y última sesión de la Conferencia Intergubernamental (IGC4), prevista entre el 23 de marzo y 3 de abril del corriente, que contemplaba finalizar la adopción de un tercer acuerdo jurídicamente vinculante de implementación de la CONVEMAR sobre la biodiversidad marina más allá de las jurisdicciones nacionales. Con ello, lamentablemente dos tercios del océano seguirán desprotegidos frente a las amenazas generadas por la actividad humana.
Como consecuencia de esa postergación, y mientras se fija una nueva fecha, se hace evidente la conveniencia de utilizar ese tiempo de manera constructiva con el objeto de seguir avanzando. Se trata de recurrir a los nuevos procedimientos de trabajo para aprovechar positivamente ese periodo, como lo ha sugerido la “High Seas Alliance”, una agrupación internacional que promueve este acuerdo. La idea es mantener el impulso y la ambición para brindar la protección que necesita la vida marina en alta mar.
Llegar hasta este punto ha significado recorrer un largo camino. En 2002 se registraron las primeras señales para transitar hacia un nuevo tratado. Luego, en 2011, se adoptaron los elementos de la negociación, centrados fundamentalmente en las herramientas de gestión, incluyendo áreas marinas protegidas, y el acceso y distribución de los recursos genéticos marinos. Más tarde, entre 2016-2017, se iniciaron las reuniones del Comité Preparatorio, y finalmente las negociaciones formales entre 2018 y 2020. Han tenido que transcurrir casi 20 años para poder llegar a lo que será una transformación significativa en la gestión y protección de la alta mar. Mientras el océano siga enfrentando efectos debilitantes como sobrepesca, pesca ilegal, contaminación plástica y química, cambio climático, acidificación y desoxigenación, más se hará necesario acordar un instrumento ambicioso.
La alta mar es un bien público mundial que hoy no cuenta con una gobernanza adecuada. Aunque la estructura actual se enmarca en la CONVEMAR de 1982, mucho ha cambiado en las últimas décadas en lo que se refiere a la capacidad del hombre para explotar los recursos naturales del océano. Hoy se requiere de un tratado que ponga de relieve la conservación, protección y uso sostenible de los mares, donde apenas el 1% están protegidos. La ciencia es muy clara respecto del océano y señala que está siendo amenazado de múltiples maneras. El océano es uno solo y a la luz de la existencia de varios arreglos políticos que lo regulan, como por ejemplo las organizaciones regionales de pesca, lo que se necesita resolver en la actualidad es precisamente aquella fragmentación para avanzar en una propuesta que entregue una arquitectura coherente y armoniosa.