Hace unos días se celebró en la ciudad de Bonn, Alemania, la conferencia climática de la UNFCCC, donde se reunieron los cuerpos subsidiarios de asistencia técnica e implementación del régimen climático. Usualmente, esta conferencia es el puente entre una COP y otra, y sirve como base de la eventual toma de decisiones de la Conferencia en diversas materias.

Las negociaciones sobre objetivo global de adaptación lograron acordar una decisión, pero aún queda mucho por determinar para la implementación de esta meta, por lo que acelerar las negociaciones y concordancias se hizo urgente. También se acordó una propuesta de estructura para los elementos que deban considerarse en el Balance Mundial, cuestión crucial para el foro climático durante este 2023. Otro acuerdo para destacar tuvo relación con los espacios Intergubernamentales, donde se acordó utilizar el lenguaje de Derechos Humanos para proteger, especialmente a la sociedad civil en estas instancias. Lamentablemente existieron una serie de decepciones durante la negociación, partiendo por la exclusión del programa de trabajo de mitigación y ambición de la agenda. Respecto a pérdidas y daños, no se llegó a acuerdo en la organización que acogerá la Santiago Network, cuerpo de asistencia técnica enfocado en ayudar a los países a enfrentar los efectos del cambio climático. Esto, atrasa su implementación y la asistencia técnica a países vulnerables a los efectos climáticos.

Preocupación también generó entre los participantes el lenguaje de la decisión y la postura de algunos países sobre rol de la ciencia, cuestión elocuentemente levantada por Chile en el plenario final y de lo que se espera un giro sustancial para la COP28. El financiamiento climático sigue en alerta, en especial en lo relativo al aumento en la escala de montos, la definición de nuevo objetivo colectivo de financiamiento y en la urgencia por hacer operativo el fondo de pérdidas y daños acordado en la COP27.  “Canalizar más recursos y con mayor agilidad es fundamental para el buen desarrollo de las negociaciones y la confianza entre las partes”, señaló el Director Ejecutivo de Nuestra América Verde, Pedro Cisterna. “En el encuentro afortunadamente se tomaron decisiones en materia de espacios intergubernamentales que buscan garantizar estándares de derechos humanos para quienes participen en negociaciones climáticas, en especial permitiendo a la sociedad civil participar activamente y presionar a los gobiernos a realizar acuerdos sustantivos”, agregó Pedro.

Nuestra América Verde, movimiento que articula a activistas, a la sociedad civil organizada y a líderes políticos latinoamericanos fue una de las pocas organizaciones chilenas y latinoamericanas junto a la ONG FIMA en estar presentes. “A pesar de que todavía queda mucho, pudimos avanzar en demandas históricas de derechos humanos en el marco de las negociaciones climáticas. Ejemplo de ello fue el protagonismo que tuvo en la agenda las discusiones sobre transición justa, a propósito del ‘Programa de Trabajo sobre Transición Justa’ (JTWP); y las conclusiones de las ‘Disposiciones para las reuniones intergubernamentales’ (AIM), en las cuales se mandataron medidas para evitar episodios de acoso en el marco de las COP y otras instancias multilaterales”, afirmó Felipe Pino, Coordinador de Proyectos de FIMA.

“El encuentro climático quedó al debe en muchos aspectos, principalmente con relación a las negociaciones de pérdidas y daños y su instrumento de asistencia, la Santiago Network. Además, si no existen acuerdo y acciones de mitigación relevantes para la COP28, el planeta superará mucho antes los 1,5 grados de temperatura global. La Cop28 tiene mucha presión para que los Estados tomen decisiones sustantivas, y de implementación urgente”, agregó Pedro Cisterna.