Campo Queltehues: cómo las lombrices marcaron el camino de un proyecto de agroecología en Putaendo
En esa comuna del Valle del Aconcagua se formó este emprendimiento creado por Luis Gajardo y Macarena Villarroel, quienes encontraron en la lombricultura una forma de producir sus propios alimentos de forma sana y limpia y, con ello, vivir del campo. A partir del uso de lombrices rojas californianas, han sido capaces de producir y vender humus, con el cual enriquecen el suelo en que crecen sus propios cultivos. Además ofrecen otros productos, como compost, un sustrato propio y plantines para huerto.
Luis Gajardo y Macarena Villarroel ya tenían suficiente vida en el tráfago de la ciudad. Gajardo es hijo de un trabajador de la antigua e histórica Maestranza de San Bernardo, y su barrio estaba rodeado de parcelas. En tanto, Macarena, si bien nació en la comuna de San Esteban, cerca de Los Andes, se trasladó muy pequeña a la capital, donde vivió cerca de 20 años. De manera que ambos tenían cierta cercanía y vínculo afectivo con el campo, y cuando se emparejaron, coincidían en querer dejar la ciudad y probar la experiencia de vivir en el campo. “Y vivir del campo”, complementa Gajardo.
Con ese objetivo en mente, Gajardo y Villarroel compraron hace 14 años un terreno en el sector de Quebrada de Herrera, en la comuna de Putaendo. Al tanto, fundaron un proyecto de agricultura familiar llamado Campo Queltehues, junto a sus dos hijos de 13 y 11 años, más la madre de Macarena.
Transcurridos cuatro años, este proyecto de agricultura familiar hizo un viraje a un proyecto de agroecología familiar. En ese entonces, se hicieron usuarios de INDAP. “Siempre supimos que queríamos seguir la agricultura familiar. No sabíamos si era agricultura ecológica, pero sí queríamos que fuese sana. Tampoco estábamos apegados a la permacultura. Lo que sí queríamos era hacer alimentos. Eso lo teníamos claro”, comenta Luis Gajardo, quien es profesor, mientras que su pareja es trabajadora social de profesión.
Lo de “agricultura tradicional” fue, en realidad, nominalmente. Desde el principio, el proyecto estuvo inspirado por la lombricultura. En el año 2009 la suegra de Luis -madre de Macarena- recibió un núcleo de lombrices mientras trabajaba como oficinista. Habían regresado a San Felipe y ahí comenzó esa historia más cercana a estos animales. “La lombriz nos mostró el camino y así llegamos a la agroecología”, señala Gajardo.
“Nunca ocupamos un químico. La idea era producir alimentos para nuestra familia, ojalá el 100 por ciento de ellos, y poder vender para vivir del campo. Nos dimos cuenta de que los vegetales no eran el camino, sino que el camino era la tierra. Lo descubrimos gracias a la lombriz”, añade el agricultor de Campo Queltehues, para quien “nos hemos vuelto expertos en suelo para tener un buen resultado en cualquier tipo de cultivo”.
“Siempre supimos que queríamos seguir la agricultura familiar. No sabíamos si era agricultura ecológica, pero sí queríamos que fuese sana. Tampoco estábamos apegados a la permacultura. Lo que sí queríamos era hacer alimentos. Eso lo teníamos claro”,
Los efectos positivos de las lombrices
El humus que han logrado producir gracias a las lombrices ha logrado una mejora considerable del suelo, con lo que se obtienen plantas más sanas. Pero, además, en el contexto de crisis hídrica y la usurpación de aguas que sufre Puteando y todo el Valle del Aconcagua, el humus logra retener la humedad del suelo, por lo que “empezamos a regar menos y a gastar menos agua”. En este video, hecho por INDAP, Gajardo explica paso a paso y didácticamente cómo hacer humus a partir de las lombrices.
En ese sentido, dice Gajardo, “cuando llegamos hace 14 años el sol no estaba tan fuerte como hoy. Históricamente es una de las zonas más calurosas de Chile, pero el sol hoy está implacable. De manera que, con el humus, nuestro rendimiento hídrico es mejor. Hemos cambiado el sistema de riesgo y lo cambiamos por riego a goteo. Además, obtuvimos beneficios por INDAP y logramos construir un tranque”. Además, lograron dar con una fórmula para hacer humus líquido, el cual es una variante al humus tradicional más eficiente según el contexto.
Con el correr del tiempo, tanto Gajardo como Villarroel tuvieron que especializarse en negocios para lograr su propósito de vivir del campo. Ingresaron a Sercotec a capacitarse. Lograron verificar otras prácticas de manejo del suelo, y en algún momento abrieron la posibilidad de hacer proyectos con la comunidad, por ejemplo, recolectando materia orgánica de las y los vecinos.
Y también lograron afianzar un proyecto con la empresa Fitotek, cuya especialización es elaborar aditivos para la alimentación animal. Todos estos insumos le servían a Campo Queltehues para dotar de las condiciones propicias para el trabajo de las lombrices. Gajardo y Villarroel siempre recomiendan trabajar con la lombriz roja californiana.
“A Fitotek le retiramos los excedentes que ellos tienen, que es un chipeado de quillay y lo que queda de polvillo. Eso lo mezclamos con guano y lo que sobra de la feria. El compost, así, pasa a ser el alimento de las lombrices para hacer el humus”, complementa Gajardo.
En tanto profesor, el área educacional ha sido clave para el desarrollo del proyecto Campo Queltehues. El proyecto de agroecología se acercó, por lo tanto, a las escuelas municipales de Putaendo, en las que lograron explayarse sobre los atributos de la lombricultura. Hay dos artistas en que se desenvuelven en esta materia: van a los mismos colegios a hacer invernaderos, con riego tecnificado; y reciben estudiantes de las escuelas y también a campesinos del programa Prodesal de INDAP.
“Nos dimos cuenta de que el tema de la lombriz frente a la agricultura se hablaba en un lenguaje muy técnico. Eso no es malo, pero para acceder a los niveles que pensábamos llegar -vecinos, empresas, escuelas municipales- era muy necesario simplificar el lenguaje”, apunta Luis Gajardo.
Pero, lejos de lo que se pudiese pensar, las lombrices no sólo hacen el trabajo de producir humus en el proyecto Campo Queltehues. Es también un eje central en la agricultura regenerativa al incorporar las lombrices directamente a la tierra, práctica que se realiza en vastos lugares del mundo. “La producción de alimentos ha crecido un montón gracias a las lombrices”, asegura Gajardo.
“La agricultura tradicional ha hecho bajar la calidad del suelo, y eso influye en nuestra alimentación. La comida deja mucho que desear en cuanto a calidad. Que una lechuga sea bonita, no significa que sea sana. En cambio, el comportamiento de las lombrices permite que la tierra esté constantemente arada, y se regenere”, subraya el agricultor. “Queremos instalar el concepto de la alimentación sana pero coherente con la producción sana”.
Según Gajardo, la ventaja de la agroecología es que combina el respeto al pasado, pero se proyecta científicamente hacia lo nuevo, con prácticas y principios, cuyos fundamentos provocan no depender tanto del sistema económico. En Campo Queltehues, no se compran fertilizantes ni repelentes, gracias al trabajo de las lombrices.
“La agricultura tradicional ha hecho bajar la calidad del suelo, y eso influye en nuestra alimentación. La comida deja mucho que desear en cuanto a calidad. Que una lechuga sea bonita, no significa que sea sana”.
Los productos que venden
Naturalmente, para poder vivir del campo, Gajardo y Villarroel realizan venta directa de tes productos que son sustratos de tierra: compost, humus y un sustrato de creación propia a partir de sus mezclas, además de plantines para huerto. Ellos sienten que “nuestra filosofía de vida se cruzó con el negocio, nunca dijimos: ‘vamos a ganar plata con esto’. No: la lombriz nos tiro para allá”, dice Gajardo. Campo Queltehues también se sustenta con las intervenciones en las escuelas, más las charlas y cursos. Además, ambos tienen un puesto fijo en la tradicional feria libre de los domingos en San Felipe, hasta donde llevan sus productos.
“Usamos el compost para la comida de la lombriz. Pero también como alimento directo de las plantas y viene listo para ser aplicado a la tierra como mejorador de suelo. El humus también, pero el valor nutricional es notablemente superior. Igual ambos se complementan en su aplicación a la tierra”, finaliza Gajardo.