El proyecto ambiental del sur que invita a ser la “oveja verde” de la familia
El centro comunitario y ONG Oveja Verde, ubicado en el corazón de Victoria, se ha convertido en el espacio de educación ambiental por excelencia de la comuna. Desde talleres de reciclaje para colegios hasta actividades culturales, el proyecto pretende invertir el concepto de “oveja negra” y convertirlo en un recurso positivo, de modo tal que todas las “ovejas verdes” de las comunidades impulsen a otros a emprender las tareas de cuidado del medioambiente. La consigna es, para sus fundadores, “reciclar el pensamiento viejo” y abrirse a nuevos paradigmas.
Al momento de pensar un nombre para el nuevo proyecto comunitario y ambiental en la ciudad de Victoria, Región de la Araucanía, los fundadores querían darle un vuelco al concepto de “oveja negra”. Algo de esa excepción a la regla en un sentido peyorativo les alteraba. De manera que se valieron del término para resignificarlo y empujar a aquella persona que, dentro de la familia, apostara por el cuidado del medioambiente y una conciencia ecológica. Así nació Oveja Verde, en 2013.
“Queríamos darle un cambio a esa visión un tanto nihilista del ‘oveja negra’ y orientarlo a que nosotros buscamos la oveja verde que hay en cada familia, a la persona que tiene ese pensamiento. La buscamos para sumarla y para que se sienta acogida”, explica Alfonso Medrano, cofundador y presidente de Oveja Verde, que desde 2016 cuenta con la figura de ONG. Varias de las publicaciones en las redes sociales del proyecto invitan a las personas a ser la “oveja verde” de la familia.
La ausencia de políticas ambientales del municipio de Victoria, por aquel tiempo, inspiró a los creadores de Oveja Verde a impulsar un centro local abierto a la comunidad que diera cabida a talleres de reciclaje para reducir el alto volumen de residuos generados. A esa conciencia ambiental le sucedió la idea de empezar a generar actividades culturales, como una biblioteca, y así paulatinamente el espacio fue ganando adhesión dentro de la comunidad de Victoria.
Partieron por encontrar un lugar donde funcionar. El municipio contaba con un espacio como bodega, a pocas cuadras de la plaza de armas, pero era subutilizado. De manera que la naciente Oveja Verde reunió firmas y acudió a las dependencias de la municipalidad a solicitar la entrega de aquella casa. Lo lograron: el municipio decidió pasarles la casa por un año en comodato. Tuvieron que limpiar durante ese tiempo y luego quedó operativo para echar a andar el proyecto.
En lo que llevan funcionando, la fuerza de Oveja Verde reside en sus talleres de reciclaje para niños y niñas, realizados preferentemente en la casa y en colegios, y en la interacción que generan en la comunidad. Los pilares del modelo de la ONG, según cita la página web www.ovejaverde.org, son “punto limpio, laboratorio social y espacio desconectado (módulo de educación de técnicas sustentables). Estos pilares buscan la interacción y re-dirección de la energía de los diferentes entes sociales, canalizando esta misma en la integración y participación ciudadana en el cuidado del medio ambiente y la cultura”.
“Generalmente (en Victoria) son un público pasivo, son los que vienen a las actividades culturales, pero falta aún participación más constante. Pero nos hemos convertido en el lugar de Victoria que hace reciclaje”.
Prevalecen las actividades lúdicas en la esencia de la ONG Oveja Verde. En la larga trayectoria de siete años han desarrollado talleres de manejo de residuos orgánicos, a crochet, recolección de tapas plásticas para hacer mosaicos ornamentales, participación en ferias sustentables, seminarios y charlas, además de contar con una red de contenedores para que la gente pueda reciclar ahí sus botellas PET y sus latas de aluminio. “Con el tiempo nos hemos ido ganando el respeto de la comunidad”, comenta Alfonso Medrano, cuya organización acuña el lema “reciclar el viejo pensamiento”.
Aquella expresión, según el cofundador, refiere a “adaptarse a realidades nuevas” como puede estar ocurriendo actualmente con la expansión del coronavirus. Pese a la pandemia, las actividades de Oveja Verde no han sufrido alteraciones y continúan, por ejemplo, levantando el circuito de reciclaje participativo “Red Victoria Ecológica” a través de los citados 22 contenedores instalados en la localidad.
Actualmente recolectan cerca de 800 kilos de botellas PET al mes, volumen que es trasladado hasta la misma casa, por ahora. Allí se encargan de seleccionar el material por color y compactarlo con una prensa, para luego enfardarlo y venderlo a empresas valorizadoras.
A futuro, sin embargo, la propuesta de Oveja Verde es más ambiciosa: la idea es que ellos mismos sean los que puedan triturar el material, inyectar y poder generar un producto en Victoria. Todo esto, dice Medrano, será posible cuando esté a plena disposición el llamado Centro Demostrativo de Vida Sustentable y Consciencia Medioambiental “Ovejaus”.
Aunque no llevan un registro de cuántas “ovejas verdes” han “reclutado” en la comuna, sí consideran que la participación ha ido al alza. “Generalmente son un público pasivo, son los que vienen a las actividades culturales, pero falta aún participación más constante. Pero nos hemos convertido en el lugar de Victoria que hace reciclaje”, expresa Medrano. Otros de los que integran actualmente la organización son Alexander Novoa, Enzo González, Giannina Fusari y Mauro Figueroa.
La faceta social del proyecto se ve representado en, por ejemplo, la postura que tienen a favor de las demandas del pueblo mapuche en una zona donde estos temas son particularmente sensibles. Así, mostraron su apoyo a las comunidades que fueron atacadas en la toma de la municipalidad en Curacautín y les interpreta esa lucha. Esto se origina en el lazo firme que los liga a una unión de comunidades mapuches de Victoria, con quienes han participado en foros, festivales, ferias y otro tipo de eventos.
En el último tiempo, además, han logrado abrir un espacio de trueque de libros, que demuestra el alma social que rige sus actos. La “biblioveja”, como le llaman, permite la circulación y reutilización de libros a cambio de la entrega de otro libro, alimentos no perecibles, útiles de aseo o aportes en dinero que se destinan al mejoramiento de la casa. “Mientras tengamos libros, resistiremos en cada letra, aunque nos quieran sumisos/as e ignorantes”, se lee en el estante en el que descansan los libros. Tal vez nuevas “ovejas verdes” nacerán de la lectura.