Entre 2011 y 2021, la capacidad instalada para la generación de energía a través de fuentes renovables no convencionales en Chile pasó de 671 MW a 8.223 MW. Es decir, en una década se multiplicó por 12, impulsada casi en su totalidad por las plantas de energía solar fotovoltaica y eólicas, al punto de que hoy la capacidad instalada de ERNC representa el 30% de la matriz energética nacional. Y en materia de generación, esta alcanza ya el 25,3% de la energía que se produce en Chile, llegando incluso a una participación máxima -en días y horas específicos- de un 52,6% de la electricidad que se inyecta al sistema, según las últimas estadísticas de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (ACERA).
Un crecimiento sorprendente, que incluso ha posicionado a Chile desde 2018 como el mercado emergente más atractivo para invertir en energías limpias a nivel global y en uno de los referentes mundiales en esta materia. Las cifras acompañan dicha afirmación. A febrero de 2021, los proyectos de ERNC y de sistemas de almacenamiento en construcción suman 5.328 MW, de los cuales un 59% son proyectos solares fotovoltaicos y un 34% eólicos, a lo que se agregan otros 21.000 MW en proyectos ya aprobados para ambas tecnologías.
Esta enorme capacidad de generación concentrada principalmente en la zona norte -y que se empieza a desplegar por el resto territorio- se está transformando en el pilar principal de la transición energética con que Chile busca alcanzar la carbono neutralidad el año 2050, objetivo fijado en el proyecto de ley de cambio climático, en un país donde el 32% de las emisiones de CO2 provienen de la generación de electricidad. Una de las medidas principales para alcanzar este objetivo es el plan de cierre de las centrales a carbón al año 2040, responsables del 25% de las emisiones nacionales, pero también un fuerte foco en la electrificación de las ciudades de la mano de la electromovilidad, nuevos sistemas de calefacción y climatización en residencias, comercio e industrias, así como de el recambio de combustibles fósiles por el hidrógeno verde.
Esto implicará una fuerte alza en la demanda nacional de energía. Según el documento “Carbono neutralidad en el sector energía: Proyección de consumo energético nacional 2020” elaborado por el Ministerio de Energía, mientras en un escenario de referencia, es decir, con las políticas actualmente en curso, la demanda de electricidad del país alcanzará los 154 TWh, en un escenario de carbono neutralidad esta demanda se incrementa en un 35% hasta alcanzar los 207 TWh, el equivalente energético al consumo de 122 billones de barriles de petróleo cada año. Aunque en el caso de Chile, se espera contar a 2040 con un parque generador con un 85% de capacidad instalada en base a energías renovables, la que se incrementa a un 95% en 2050.
Y frente a esta demanda de consumo, señala el mismo documento en una de sus conclusiones, “es necesario abordar los efectos en la infraestructura de distribución, dado que se proyectan fuertes incrementos de electrificación a nivel de consumo residencial”.
Transmisión de energía: desarmar los “nudos” para facilitar la descarbonización
En 2019, con la puesta en funcionamiento de la línea de transmisión Cardones-Polpaico, se completó la interconexión del Sistema Eléctrico Nacional que hoy permite transferir la electricidad generada por las centrales solares desde norte a sur durante el día -alimentando la demanda de casi 5,7 millones de viviendas con energía limpia-, e invertir el flujo durante la noche para llevar energía generada con los embalses desde la zona centro sur del país.
Sin embargo, el fuerte incremento de la generación limpia en el norte, sumado al cierre de las primeras plantas de generación termoeléctrica en el marco del plan de descarbonización, llevaron a que a seis meses de su entrada en funcionamiento la línea Cardones-Polpaico copara su capacidad de transmisión, poniendo el foco en la urgencia de contar con nuevas redes que no solo sean capaces de trasladar los grandes bloques de energía verde desde el norte al resto del país, sino que además se trata de proyectos necesarios para atraer nuevas inversiones en energías renovables.