Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde busca generar 100 mil empleos y US$200 mil millones en inversión en 20 años
La estrategia presentada ayer tiene tres objetivos principales: producir el hidrógeno verde más barato del planeta para 2030, estar entre los tres principales exportadores para 2040 y contar con 5 GW de capacidad de electrólisis en desarrollo al 2025. Entre las iniciativas planteadas en el plan de acción para alcanzar dichas metas se encuentra la realización de una ronda de financiamiento por US$ 50 millones para proyectos de hidrógeno verde, de manera de ayudar a los inversionistas a cerrar brechas y crear experiencia temprana, así como el despliegue del hidrógeno verde en aplicaciones nacionales claves, como el “amoniaco verde” doméstico, su uso en camiones mineros, camiones pesados de ruta y buses de larga autonomía, e inyectarlo como energético en redes de gas.

Periodista

Ayer, en la apertura en Santiago del encuentro “Chile 2020: Green Hydrogen Summit”, el mayor evento de este tipo en Latinoamérica y uno de los principales a nivel mundial, el gobierno presentó la esperada Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde que busca convertir al país en el principal productor y expotador de este combustible en el mundo, levantando una nueva industria en Chile con un peso similar al que hoy tiene la minería de cobre.
“El hidrógeno verde es una oportunidad estratégica para Chile. Nuestro país es el lugar ideal para producir y exportar hidrógeno verde y sus derivados, incluyendo amoniaco, metanol y combustibles sintéticos. Diversos análisis, incluyendo los de la Agencia Internacional de Energía y de McKinsey&Company, muestran que la enorme riqueza de energías renovables de Chile le permitiría producir el hidrógeno verde más competitivo del planeta y a gran escala”, afirmó el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet.
De acuerdo a McKinsey, se calculan oportunidades de inversión a nivel global por US$475 mil millones en la industria del hidrógeno para los próximos 10 años. Y de estas, dijo Jobet, se buscará que al menos U$200 mil millones en inversiones recalen en Chile durante las próximas dos décadas, lo que además permitirá la creación de 100 mil empleos ligados a esta industria.
“El momento del hidrógeno es ahora”, plantea el documento presentado ayer, ya que tras varias décadas de expectación por el potencial del hidrógeno como energético, hoy este elemento está listo para asumir un rol protagónico en la transición energética y productiva global. De hecho, señala, países que representan casi el 90% del PIB global ya tienen políticas e iniciativas públicas de apoyo al hidrógeno.
Según estiman los expertos, hoy estamos en un momento global sin precedentes para desarrollar el hidrógeno verde, donde existen tres drivers están impulsando esta industria: descarbonización, reducción en los costos de las tecnologías y estrategias gubernamentales. Para el año 2050 se estima en un mercado de US$ 2,5 trillones, aproximadamente la mitad del tamaño del mercado del petróleo actual. En ese escenario, Chile tiene un potencial de energías renovables para ser líder global en producción de hidrógeno verde, un combustible que además tendrá un rol relevante en la meta de carbono neutralidad ya que se estima mitigará entre el 17% y el 27% de las emisiones del país al año 2050.
Y como se trata de un mercado que requerirá contratos de largo plazo para reducir riesgos de la inversión en la oferta y la demanda, es importante adelantarse en el juego. “Los competidores de Chile ya comenzaron una carrera por capturar estos contratos con los países que serán importadores. Establecer relaciones y contratos de largo plazo con países importadores, en paralelo al crecimiento de la industria local, permitirá que Chile capture una cuota relevante del mercado global del hidrógeno y sus derivados”.

Los tres objetivos de la estrategia
Para ello, la estrategia presentada ayer tiene tres objetivos principales. El primero es producir el hidrógeno verde más barato del planeta para el año 2030. Lo cierto es que la generación de hidrógeno por electrólisis se conoce desde hace más de un siglo, y hoy se produce principalmente con combustibles fósiles, lo que se conoce como “hidrógeno gris”. Lo que hace diferente al hidrógeno verde es que se produce usando energías limpias (solar y eólica), donde Chile tiene grandes ventajas competitivas.
Además de tener en el Desierto de Atacama la radiación solar más alta del planeta, en seis años Chile ha quintuplicado su capacidad de generación de esas fuentes y se proyecta que, al 2030, hasta el 70% de su matriz eléctrica sea renovable. La creciente inversión en estas energías, así como en almacenamiento y en infraestructura de transmisión, es una señal inequívoca de una transición decidida a un sistema eléctrico más sostenible. Y además, con bajos precios, lo que permite una producción competitiva a gran escala.
Esto hace que a 2025 se estime un costo nivelado de producción de hidrógeno verde -sin considerar costos de compresión, transporte y distribución- de US$2 por tonelada en el norte y de US$1,7/ton en el sur (Magallanes, con energía eólica), precio que a 2030 llegaría a US$1,4/ton y US$1,3/ton respectivamente, mientras que el país competidor más cercano, Australia, llegaría a un precio de US$1,7/ton seguido de Medio Oriente, con US$1,8/ton.
El segundo objetivo declarado es instalar a Chile entre los tres principales exportadores de hidrógeno verde para 2040. Para ello, el primer paso -o la “primera oleada”, señala la estrategia- será el uso de hidrógeno verde en aplicaciones domésticas. Ya hay algunos avances en esta materia. Hoy existen cerca de 20 proyectos piloto en desarrollo en Chile, en distintas escalas, y recientemente se anunció que se priorizarán terrenos fiscales para el desarrollo de esta industria en el país.
Para acelerar este proceso, y activar la industria doméstica para la posterior exportación, la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde busca anticipar su despliegue en 6 aplicaciones prioritarias para construir mercado local: su uso en refinería, elaboración de “amoniaco verde” doméstico, uso en camiones mineros, implementación en camiones pesados de ruta, uso en buses de larga autonomía, e inyectarlo como energético en redes de gas. Respecto de esta última, se explorarán mecanismos de cuotas en redes de gas para aumentar la demanda de este combustible limpio, experiencia similar a la que se aplicó con éxito para impulsar las energías renovables.
El objetivo es “iniciar una industria local mediante esfuerzos y regulación que incentiven la producción y que fomenten la demanda de este elemento limpio y sus derivados. El foco estará en las aplicaciones que se encuentren más cerca de mercado y/o que presenten una demanda establecida, concentrada y de gran escala. Así, se generará conocimiento, escala, infraestructura y cadenas de suministro que permitirán a Chile acceder a mercados de exportación”, plantea el documento.
En esta línea, entre las iniciativas anunciadas para apoyar este objetivo están la realización de una ronda de financiamiento por US$50 millones para proyectos de hidrógeno verde, de manera de ayudar a los inversionistas a cerrar brechas y crear experiencia temprana; y la creación de un equipo operativo -task-force- para acompañar la tramitación de permisos y el desarrollo de pilotajes de hidrógeno verde y sus derivados. “Junto con ello -dijo Jobet- crearemos otro equipo operativo para posicionar internacionalmente a Chile y generar en el país tres consorcios internacionales de al menos 1 GW cada uno”.
Y para crear demanda interna, se creará un grupo de trabajo con empresas del Estado para acelerar la adopción del hidrógeno verde en ellas y sus proveedores. Asimismo, se buscará que el hidrógeno sea considerado en los procesos de política, ordenamiento y planificación territorial, en particular para levantar y resolver necesidades de infraestructura.
Finalmente, el tercer objetivo planteado en la estrategia es contar con 5 GW de capacidad de electrólisis construida y en desarrollo para el año 2025, lo que se busca alcanzar a través de los incentivos señalados, entre otros.

Normativa, desarrollo territorial e innovación
Junto con estos tres objetivos, la estrategia plantea un plan de acción que considera, entre otros, el fomento al mercado doméstico y la exportación. Además de la ronda de financiamiento de US$50 millones para cerrar brechas de costo y apoyar empresas y consorcios nacionales e internacionales para invertir en proyectos escalables y replicables, se estabñecerá una mesa público-privada para discutir la ruta a un precio al carbono y a impuestos que reflejen de mejor manera las externalidades de los combustibles.
Esto último implicará discutir la fijación de mecanismos, precios, momento y gradualidad, para acordar una hoja de ruta dirigida a reflejar adecuadamente el costo social de utilizar combustibles fósiles, y emparejar las condiciones en las cuales competirán los nuevos energéticos con los combustibles tradicionales. Junto con ello, se desplegará lo que se ha llamado la “diplomacia del hidrógeno verde”, para posicionar internacionalmente a Chile como fuente de combustibles limpios. Esto a través de la red de acuerdos comerciales y la participación del país en plataformas internacionales, entre otros.
En materia de normativa y pilotajes, se desarrolará la regulación sobre el hidrógeno verde para resguardar aspectos de seguridad y dar certeza a los inversionistas. “Esto facilitará el desarrollo ágil de proyectos, aplicaciones domésticas y la industria de exportación”, señala el documento. También se establecerá un equipo operativo para acompañar la tramitación de permisos y el desarrollo de pilotajes de hidrógeno verde y sus derivados, y se revisará la regulación y la infraestructura del gas natural para promover la introducción de cuotas de hidrógeno verde, lo que escalaría la industria doméstica de este nuevo combustible.
En lo que respecta al desarrollo territorial, se estima que el potencial de Chile en hidrógeno verde abre la puerta a un crecimiento orgánico y descentralizado del país, si es que los proyectos efectivamente se insertan en las comunidades y regiones. Para ello, se buscará articular el diálogo entre desarrolladores de proyectos de hidrógeno y las comunidades cercanas, y facilitar acuerdos entre las partes, incluyendo la posibilidad de explorar mecanismos de asociatividad entre comunidades y desarrolladores.
También se plantea el analizar y fomentar las alternativas de reconversión o de reutilización de la infraestructura de las centrales termoeléctricas a carbón existentes, y que en los próximos años deberán salir del sistema en el marco del plan de descarbonización, para la producción o utilización de hidrógeno verde.
Finalmente, habrá un foco puesto en la formación de capacidades y la innovación, lo que permitirá la creación de profesionales con perspectivas de empleos más sofisticados, satisfactorios y de mejor calidad; se construirá una hoja de ruta en I+D para resolver desafíos de implementación y desarrollo de conocimiento; y se trabajará con las empresas del Estado para acelerar su adopción del hidrógeno verde, lo que sería clave en empresas como Enap o Codelco para fortalecer su competitividad y capacidades.