Seminario abordó cómo Chile puede pasar de “diamante en bruto” a líder mundial en producción de hidrógeno verde
De acuerdo a los expertos, nuestro país podría producir el hidrógeno verde más barato del planeta, debido a la alta cantidad de energía renovable que se podría generar en el país a partir de la radiación que ofrece el desierto de Atacama. “Chile puede alcanzar en energías renovables unas 60 veces toda la potencia eléctrica instalada actualmente”, dice el presidente de la Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros, Erwin Plett, para quien es necesario invertir en hardware, software y capital humano para pulir este “diamante en bruto” e iniciar la transición energética hacia energías más limpias.


El hidrógeno es el elemento más abundante del universo, pero para utilizarlo, hay que extraerlo de otros compuestos como el agua o los hidrocarburos. El 96 por ciento del hidrógeno producido en el mundo, sin embargo, proviene de fuentes fósiles, y apenas un 4 por ciento lo hace mediante electrólisis. Este último proceso no genera dióxido de carbono, por lo que se le ha denominado “hidrógeno verde”.
Este y otros temas abordó el seminario “El significado del hidrógeno verde”, organizado por la Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros de Chile A.G. y realizado ayer en la sede de la asociación gremial. A la instancia acudieron varios expertos que hablaron del potencial que representa para Chile la adopción de esta tecnología, y evaluarla como un futuro polo de desarrollo en un contexto climático en que se requiere producir energías más limpias y con menos emisiones de CO2 al medioambiente.
Uno de los “dueños de casa” que habló fue el presidente de dicha Comisión de Energía de la entidad, Erwin Plett, quien dio luces sobre la oportunidad que tiene nuestro país de estar a la vanguardia de esta tecnología. Primero que todo, explicó que el hidrógeno verde se genera por electrólisis del agua y hoy el costo nivelado en su generación depende en un 70 por ciento del precio de la electricidad usada para ello.
“La gran ventaja de Chile a nivel mundial es el alto potencial de energía renovable que se puede generar en el país, cifra que según el estudio del Ministerio de Energía llega a 1.384MW, es decir, unas 60 veces toda la potencia eléctrica instalada actualmente (convencional y renovable). En otras palabras, todavía tenemos una reserva renovable (perpetua) de unos 60 Chiles más para exportar energía limpia”, declaró Plett a País Circular.
La otra buena noticia es que, según Plett, la Agencia Internacional de Energía (IEA) pronosticó que el hidrógeno más barato a nivel mundial se puede producir en Chile, y además ser exportada a través de cables en forma de electricidad limpia, “o exportarla a ultramar en forma de moléculas de hidrógeno o sus derivados químicos”, explica. Ejemplifica que Chile hace este mismo proceso en forma de moléculas con la energía importada (carbón, petróleo, gas natural). Para colmo, dice Plett, nuestro país importa 8.000 millones de dólares al año en combustibles fósiles.
Para Plett, es importante invertir en hardware, software y en capital humano para acoger la nueva tecnología, ya que al 2023 se estima que el mercado del hidrógeno moverá cerca de 200.000 millones de dólares en el mundo. “Chile no es un país proclive a la innovación, somos reacios al riesgo”, opina la autoridad.
El hidrógeno verde, expresa Erwin Plett, puede crear una nueva industria energética y química chilena, la cual puede ser incluso “más significativa” que la minería actual, “en volumen y puestos de trabajo”, por lo cual requiere de un “acuerdo transversal público-privado como un asunto de Estado”.
Además, conminó al Estado a reconocer a la leña como un combustible, de modo tal que haya control sobre el impacto que genera en la zona centro-sur del país. “Esta leña húmeda no es reconocida por la legislación como un combustible y causa grandes problemas. Esperamos que con el hidrógeno verde que será el energético del futuro se tenga una celeridad en el trabajo legislativo y regulativo para crear una industria renovable en Chile, y que no sigamos el ejemplo de la leña”, sostuvo.
Sobre los avances que ha tenido la industria chilena en el tema, Plett recordó que ha habido innovaciones en la eficiencia de los electrolizadores, con excelentes resultados. Destacó además los dos programas tecnológicos presentados por CORFO para la implementación del hidrógeno en los vehículos de la minería: “Ambos programas están dirigidos por Consorcios Tecnológicos que integran importantes empresas tecnológicas y mineras nacionales e internacionales. Además, estas empresas y otras han manifestado su interés en ver como el hidrógeno podría complementar su matriz energética en el futuro”.
En Chile, además, se está evaluando la opción de producir insumos verdes para la minería, como el nitrato de amonio, que se usa como fertilizante y también para producir explosivos. “Este compuesto a futuro podría ser sustentable a partir del hidrógeno verde”, detalla Plett. A su vez, la empresa Enaex, que importa anualmente 350.000 toneladas de amoníaco, y la compañía francesa Engie están analizando la factibilidad económica de este cambio en nuestro país.
En un último punto, Plett asegura que Chile puede producir hidrógeno verde “a precios muy competitivos” por su gran potencial de energías renovables. Criticó que los combustibles fósiles tengan “un gran subsidio escondido”, ya que “solo se pagan los costos directos al comprarla, y no por los costos indirectos al quemarlos”, que redundan en daño medio ambiental. Esos daños, recordó el dirigente, fueron cuantificados hace solo unos meses por el MMA en 2.300 milllones anuales, por lo que se requiere “emparejar la cancha para las energías renovables”.
El sol: un aliado
El ingeniero civil de la Universidad de Santiago, Alonso Céspedes, quien se ha especializado en las tecnologías del hidrógeno, e incluso realizó una pasantía en Alemania para perfeccionar sus conocimientos respecto del tema, abrió la ronda de intervenciones en el seminario.
En su ponencia, titulada “Transición energética: del origen al hidrógeno verde”, Céspedes explicó que en una época de transiciones, una de las más relevantes es la energética: de combustibles fósiles a energías limpias en un contexto, además, de crisis climática.
Céspedes contó que no todas las maneras de producir hidrógeno son sustentables, pero sí el hidrógeno verde, que se obtiene a través de electrólisis. Citó el ejemplo del transporte que utilizó el Papa Francisco en su visita a Japón, con base en hidrógeno, y los casos ejemplares de Portugal y Holanda, países que ya realizan grandes inversiones para potenciar esta tecnología.
El ingeniero civil de la Usach especificó que Chile cuenta con una gran ventaja respecto de sus competidores: la enorme radiación que brinda el desierto de Atacama, la cual podría ser una fuente principal de producción de hidrógeno verde.
“Hace dos años estamos entregando información y estudios para ver qué oportunidades tiene Chile en el norte. En Europa dicen que somos un diamante en bruto, que somos los campeones ocultos, ya que tenemos un aliado: el sol. Faltan políticas energéticas más sólidas”, diagnosticó Céspedes.
A tanto ha llegado el nivel de compromiso del Estado para con la tecnología que Australia, según citó Céspedes, no solo produce hidrógeno, sino que exporta 300 mil kilos diariamente.
Sin embargo, Céspedes ve un gran potencial ya que, al año 2018, Chile cuenta con una cuota de 18 por ciento de participación de las energías renovables no convencionales dentro de la matriz energética, siendo que “éramos dependientes del petróleo y el gas natural al año 2001”.
Céspedes recordó que en otros países más desarrollados ya es profuso el uso de las llamadas “fuel cell” (celdas de combustible) en barcos, grúas, trenes, camiones y hasta aplicaciones aeronáuticas.
Lo importante para el experto es que en Chile hay que “aprovechar la sinergia entre los distintos vectores de energía”. Esto significa, de acuerdo a Céspedes, que el “hidrógeno no llegó para competir, sino para acelerar la transición hacia la innovación energética”.
La economía del hidrógeno
Luego fue el turno de Rodrigo Vásquez, ingeniero civil de la Universidad Técnica Federico Santa María y Master en Energías Renovables de la Universidad de Zaragoza, quien además es asesor del Programa de Energía y Eficiencia Energética, de la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ).
El primer caso que citó Vásquez fue una foto de Bertrand Piccard, quien a través de un Hyundai estableció un récord de autonomía de 778 kilómetros y aún le sobraron 49 km de reserva. Recordó que Australia ya está cimentando las bases para producir hidrógeno, y que Japón y Francia ya están apostando por este elemento en su economía. Por otra parte, Holanda ya cuenta con trenes que funcionan en base a hidrógeno verde.
“El hidrógeno es la base de la vida, es lo más básico de la tabla periódica”, dijo Vásquez, quien también insistió en el potencial de producirlo con energías sustentables, y la facilidad para transportarlo, lo que lo vuelve exportable.
Vásquez dijo que el hidrógeno tiene múltiples aplicaciones como transporte utilizando pilas de combustible, el almacenamiento energético para sistemas de respaldo, la producción de insumos industriales y agrícolas tan importantes como el amoníaco, el procesamiento de combustibles y la generación de combustibles sintéticos para usos industriales.
El ingeniero civil considera que el Estado chileno no ha sido muy generoso en cuanto a los recursos para fomentar la industria, pero lo que sí puede hacer es “apurar las normativas que rodean al mercado, es decir, dotar de condiciones, no con lo que sale de las arcas públicas”. Recordó también el escaso capital humano especializado, toda vez que “hay una sola especialista en fuel cell en todo Chile”.