Hace cerca de 15 años, Franz Kramer tuvo que tomar una decisión. Por un tiempo, estuvo evaluando aprovechar sus habilidades para la comedia y el entretenimiento para emprender esa ruta junto a su hermano Stefan, pero finalmente optó por la búsqueda de un camino independiente en un mundo que entonces prácticamente no existía pero que lo interesaba de sobremanera: el reciclaje.
Diseñador gráfico industrial con experiencia en el diseño de embalajes, desde 2004 Kramer trabaja buscando soluciones para los residuos de las industrias, y hoy es socio y gerente comercial de Enfaena, la principal gestora de residuos industriales reciclables del país, con decenas de instalaciones de separación y enfardado de residuos en las mismas plantas de las empresas, desde Arica a Punta Arenas.
A sus instalaciones en La Pintana llegan fardos de botellas, plásticos, cartones, pañales desechables, tapas, colgadores y alarmas de ropa, latas y un sinnúmero de productos de descarte y embalajes de decenas de empresas, cada una con su etiqueta señalando de dónde viene y qué tipo de producto es para darle trazabilidad a toda la cadena.
“Cuando partimos con esto en 2004 vimos una oportunidad, porque logramos entender que el residuo era en realidad un subproducto que tenía la capacidad de reintegrarse a una cadena productiva. Son materiales que tienen un valor si son bien manejados y bien administrados”, dice Kramer.
Hoy recuperan cerca de 3 mil toneladas mensuales de productos industriales reciclables, y son uno de los principales actores del mercado. Desde esa experiencia, analiza los desafíos y oportunidades que abre la Ley REP a nivel industrial, pero también en lo que ocurrirá con los residuos domiciliarios. Y si bien todos los residuos tienen un potencial de valorización, dice, aún faltan algunos pasos fundamentales para que todo sea realmente reciclable.
¿A nivel industrial, todo lo recuperable es reciclable?
No todo es reciclable, y eso va en función de los diseños y las decisiones que se toman para desarrollar un envase para un producto determinado. Hay envases, por ejemplo, que no pueden sufrir ningún tipo de apertura o ingreso de oxígeno en el proceso de transporte y almacenamiento, entonces el fabricante toma la decisión de laminar un polipropileno con un poliéster para que actúe como barrera de oxígeno. Ese producto laminado, si lo quisiera llevar a una planta de reciclaje no va a funcionar porque esos dos polímeros se funden a distintas temperaturas.
Es un problema de diseño…
Si, es una decisión de diseño, y tienen que ver con las tecnologías de laminación de polímeros para llegar a envases y embalajes. Ni Chile, ni China ni ningún país del mundo va a comprar ese producto para reciclaje, y la única alternativa para que no termine en un vertedero o relleno sanitario es llevarlo a una planta de waste to energy, pero eso vale diez veces más que llevarlo a una relleno sanitario. Y hay empresas que están dispuestas a ser cero residuos, y otras que no lo están.