ESG: Chile necesita acelerar el paso para incorporar factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo en las inversiones
Hoy es uno de los principales temas de la agenda de seminarios y debates del sector financiero. La incorporación de estas variables adquiere cada vez mayor relevancia en las decisiones de inversión a nivel internacional, y Chile está aún rezagado respecto de sus pares en la región. Expertos coinciden en que incorporar estos aspectos en la evaluación del riesgo al momento de invertir, así como en el manejo de una compañía, genera un mejor retorno y las empresas quedan mejor preparadas para el futuro.
Entre los muchos seminarios que por estos días abundan en Santiago, en las últimas semanas hay un tema que ha sido recurrente en varios de estos encuentros: las finanzas sostenibles. Representantes de bancos, administradoras de fondos, consultoras y organismos internacionales se han reunido a conversar en distintos escenarios respecto de dos aspectos fundamentales: la incorporación de los factores ESG (ambiental, social y gobierno corporativo, por sus siglas en inglés) en la gestión de las compañías, y los riesgos materiales y transicionales del cambio climático. Y el diagnóstico, en general, es que Chile se está quedando atrás y hay que apurar el paso.
Así lo reflejan claramente algunos de los últimos estudios al respecto, sobre todo en materia de ESG. Por ejemplo, el reporte de la Iniciativa Financiera de ONU Medio Ambiente (UNEP FI) “El desarrollo sostenible en el sistema bancario de Chile”, reveló que solo el 36,4% de las instituciones (4 de 11) tienen un sistema de ESG que les permite filtrar, evaluar, condicionar o rechazar clientes, proyectos, proveedores u otras operaciones que afecten los factores ambientales, sociales o de gobierno corporativo. Por otro lado, una encuesta realizada ese mismo año por ALAS20 mostró que solo un 20% de las empresas dedica más del 50% del tiempo, en una interacción directa con sus inversionistas para abordar temas ambientales, sociales, y de gobierno corporativo.
Esto muestra que en Chile esta variable se está considerando de manera aún muy incipiente, principalmente para análisis de comparación y no aún para tomar decisiones de inversión. Al menos no de forma masiva. ¿Cuál es el problema? Que el resto del mundo si lo está haciendo. Y en escalas cada vez mayores.
El 52% de los activos financieros en Europa ya se gestionan incorporando factores de ESG, y también están muy adelantados Canadá y Australia. La iniciativa Principios para la Inversión Responsable (PRI) de la ONU pasó de mil empresas signatarias en 2013 a 2.189 en 2018, con más de US$80 billones gestionados considerando los ESG. De ellos, 62 son latinoamericanos. Y dos chilenos: Moneda Asset Management y GovernArt.
“Tomar atención a los factores medioambientales, sociales y de gobiernos corporativos apunta a incluir variables que no necesariamente están ligadas a factores financieros en el análisis de riesgo de una empresa”
“Tomar atención a los factores medioambientales, sociales y de gobiernos corporativos apunta a incluir variables que no necesariamente están ligadas a factores financieros en el análisis de riesgo de una empresa”, dice Andrés Labbé, consultor de Implementa Sur. “Las empresas que están incorporando las prácticas de ESG vienen principalmente del sector financiero, y también del mundo de las pymes, como las Empresas B”, agrega.
Y esto es algo que si están considerando y solicitando los inversionistas cada vez con mayor frecuencia, porque es información que no necesariamente es pública ni está estandarizada. Hoy el factor principal de los ESG que se está considerando es el gobierno corporativo, si se está integrando en sus procesos de toma de decisiones, y luego van avanzando los factores ambientales y sociales. Y en Chile, generalmente, la base es que se cumple con la norma.
Corazón del análisis de riesgo
Hoy el ESG está en el corazón de análisis de la evaluación de riesgo, de las oportunidades y amenazas, por parte de los inversionistas que están incorporando estas métricas. A nivel social, la relación de la compañía con sus stakeholders, empleados, proveedores, clientes y la comunidad; en lo ambiental, impactos de emisiones, consumo de energía, huella hídrica; y a nivel corporativo la estructura y funcionamiento del gobierno corporativo, o el alineamiento de intereses, por ejemplo. Cuando esto no se considera por parte de la compañía, el valor cae, dicen los expertos.
“Más que a generar grandes retornos en las cuentas de la compañía, apunta a identificar riesgos que no necesariamente están relacionados a la parte financiera y operacional del negocio, que pueden desestabilizarlo y llevarlo a la quiebra”, explica Labbé.
“La sustentabilidad es un proceso, entonces trabajamos con las empresas para ayudarlos con nuestro enfoque. Hay una interacción, las empresas que lo hacen bien en materia de sustentabilidad tienen mejores resultados financieros, porque hay riesgos que están trabajando o están enfrentando que los tienen mejor preparados para el futuro”.
Uno de los bancos que incorpora este concepto al decidir sus inversiones es RaboFinance Chile, dedicada al financiamiento de la industria agroalimentaria. “En un inicio, como todos los bancos, evaluábamos sólo el riesgo financiero, pero nos dimos cuenta que no estábamos considerando los riesgos ambientales y sociales, que son muy relevantes en el sector que financiamos”, explica Brenda De Swart, gerenta de sustentabilidad de RaboFinance Chile.
Para ello, se creó un área de sustentabilidad que trabajó las políticas internas, y luego se incorporó de manera integral a todo el banco: el área comercial hace las preguntas correctas a sus potenciales clientes, y luego los analistas de riesgo también incorporan estos parámetros dentro de su evaluación. La implementación pasa por la banca completa.
“Si hay empresas que tienen problemas de sustentabilidad graves no son aceptables, pero sí hay empresas que están mejorando, la gracia es que la sustentabilidad es un proceso, entonces trabajamos con ellos para ayudarlos con nuestro enfoque. Hay una interacción, las empresas que lo hacen bien en materia de sustentabilidad tienen mejores resultados financieros, porque hay riesgos que están trabajando o están enfrentando que los tienen mejor preparados para el futuro”, explica De Swart.
Avanzar rápido
En Chile hoy se están impulsando alguas prácticas a través de iniciativas que vienen principalmente desde el ámbito financiero: desde 2014, la Bolsa de Santiago forma parte de la iniciativa de Bolsas de Valores Sostenibles de la ONU, se creó una guía de sostenibilidad para emisores que incluye factores de ESG en 2016, hay 26 empresas listadas en el Dow Jones Sustainability Index Chile y desde este año existe una infraestructura para bonos verdes y sociales para emisores e inversores.
Uno de los impulsores de este tipo de iniciativas es la Asociación Chilena de Administradoras de Fondos de Inversión (ACAFI), principalmente en materia de inversiones de impacto. “Estamos conscientes que cada día es más importante el impacto que producen las inversiones en nuestro entorno. Vemos que aportantes, administradoras y el mercado en general están buscando que sus inversiones renten más allá de lo económico. Las inversiones de impacto son fundamentales, ya que no solo buscan la rentabilidad financiera, sino que también resultados ambientales y sociales”, dice María José Montero, directora de ACAFI.
“En la región, los sectores financieros, productivos y gubernamental ya están trabajando de la mano para tratar estos temas, y eso hace que sean más competitivos. El riesgo de no hacerlo es financiero, reputacional, ambiental, social y dejar de ser competitivos, pero también de perder financiamiento multilateral y no tener rentabilidad a largo plazo porque sencillamente no se está siendo sostenible”.
“Nos encontramos en un excelente momento para hacerlo. La entrada de la Ley de Productividad, y el nuevo régimen de inversión de los fondos de inversión son una buena noticia, al permitir que fondos institucionales puedan invertir en activos alternativos, instrumentos financieros con gran potencial en el financiamiento sostenible”, agrega.
Chile, dicen los expertos, debe avanzar rápido. Y para ello se requiere la acción del regulador. Brasil fue pionero en la región en materia de finanzas sostenibles. En 2009 la banca de ese país creó un protocolo verde, un acuerdo voluntario para la sostenibilidad de las operaciones financieras en tres áreas clave: gestión de los riesgos ambientales y sociales, ecoeficiencia corporativa y financiamiento de productos sustentables. Posteriormente, el Banco Central emitió una regulación de gestión de riesgos ambiantales y sociales para todo el sector financiero. Hoy Colombia, México, Perú, Ecuador y Paraguay, entre otros, tienen icniativas similares.
“En la región, los sectores financieros, productivos y gubernamental ya están trabajando de la mano para tratar estos temas, y eso hace que sean más competitivos. El riesgo de no hacerlo es financiero, reputacional, ambiental, social y dejar de ser competitivos, pero también de perder financiamiento multilateral y no tener rentabilidad a largo plazo porque sencillamente no se está siendo sostenible”, dice Carolina López, representante de UNEP FI en Chile.
“Pero si el sector financiero es consciente de que integrando los aspectos ESG -agrega López- va a reducir potenciales impactos ambientales y sociales, tiene una oportunidad competitiva”.
Lo importante, dice Brenda De Swart, de RaboFinance Chile, es también que el regulador fije una directriz en esta materia. “Eso es muy importante, porque si lo hace un solo banco, queda fuera del mercado porque exige más que el resto, y además no hace la diferencia en el impacto. Si Chile firmó el Acuerdo de París y quiere apostar por los ODS, la mayoría de los bancos va a caminar más rápido con alguna regulación al respecto. Hoy hay muchas conversaciones, muchas instancias donde las partes se han juntado y están trabajando en eso, y ojalá venga rápido”, afirma.