Agencia de Sustentabilidad y Sofofa alistan lanzamiento de ecoetiqueta para envases y embalajes: revisa cómo se va a implementar
Si bien aún se está en las definiciones finales de diseño de este sello, el acuerdo hasta ahora es que sean dos etiquetas. La primera irá en la parte frontal del envase o embalaje, que indicará que este es “altamente reciclable”, o una fórmula similar. Un segundo sello irá en la parte posterior del envase, y su contenido -también en etapa de diseño- se terminará de definir en la segunda fase del APL, en que se realizará un proyecto piloto para la aplicación del sello durante los próximos dos años. Un ente validador certificará la reciclabilidad de los envases que se adhieran al acuerdo. Con la información que se obtenga de la implementación del piloto, se espera avanzar hacia un sello de mayor alcance. El objetivo es incrementar la cultura de reciclaje en el país, y contribuir a la implementación de la Ley REP.
Periodista
Una etiqueta distintiva, con información clara y fácil de entender, que expresa si un envase o embalaje es o no reciclable, y que se aplicará en la parte frontal de estos para que sea visible a los consumidores al momento de la compra. Estas son las primeras definiciones de la ecoetiqueta que se está trabajando en el marco de la primera fase de un Acuerdo de Producción Limpia (APL) liderado por la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, la Sofofa y el Ministerio del Medio Ambiente en conjunto con 16 empresas que adhirieron a la primera fase del APL para el diseño del sello, que será dada a conocer en las próximas semanas.
Sus principales objetivos son incidir en la preferencia de compra de los consumidores hacia productos que sean reciclables, y orientar a estos en como reciclarlos tras su uso en el marco de la implementación de la Ley REP, norma que obliga a las empresas productoras de envases y embalajes a hacerse cargo de la recolección y valorización de sus residuos una vez que terminan su vida útil.
Si bien aún se está en las definiciones finales de diseño de este sello, el acuerdo hasta ahora es que sean dos etiqueta. La primera irá en la parte frontal del envase o embalaje, que indicará que este es “altamente reciclable”, o una fórmula similar, que implica que gran parte del producto es reciclable, pero no todo.
“Esto porque envases y embalajes que sean cien por ciento reciclables hay muy pocos, y la idea es ayudar a crear una cultura de consumo. Por ejemplo, en una botella de vino, gran parte del envase es reciclable menos el corcho, que es compostable. Entonces, uno no puede decir que la botella es cien por ciento reciclable porque no lo es, y por eso el concepto es altamente reciclable”, explica Gonzalo Russi, director de Administración y Finanzas de Sofofa.
Un segundo sello irá en la parte posterior del envase, y su contenido -también en etapa de diseño- se terminará de definir en la segunda fase del APL, en que se realizará un proyecto piloto para la aplicación del sello.
“Pero básicamente, lo que ya tenemos claro respecto de esta segunda etiqueta, es que tiene que definir cuáles con los componentes del envase, qué materialidad tienen. Por ejemplo, que en una botella de bebida el envase es PET, la tapa es de polipropileno y la etiqueta de otro material. Idealmente, y eso lo estamos evaluando, incluirá también información de qué hacer con eso: separar, lavar, etc.”, agrega Russi.
Además de la materialidad de los envases y cómo reciclarlos, una tercera variable que incorpora el sello es la demanda real del mercado de productos reciclados. Si existe recolección, separación, si hay valorización y mercado para ello en el país, que son las condiciones que necesita un material para ser reciclado en Chile.
En la primera fase del APL de ecoetiquetado participaron 16 empresas: CMPC, Sistema Coca Cola, Walmart, Watts, Tresmontes Luchetti, Ballerina, Cervecerías Chile (AB InvBEC), Unilever, SMU, PF, Rhein, Argos, Nestlé, CCU, Carozzi y Softys. Además, se contó con la participación de AB Chile, Asipla, Triciclos, Cenem, Disal, Movimiento Nacional de Recicladores de Base, Recupac, Greenlab (Dictuc UC), Tetrapak Chile, Cicloambiente, Cristalerías Chile, Tania Bishara (doctorado en Ecodiseño), ANIR, Ecodiseño.cl y Comberplast.
“Uno puede decir que hay materiales que tiene potencial de ser reciclados en Chile, pero no se hace porque no hay mercado. Entonces a ese producto no lo puedo destacar como altamente reciclable, porque no lo es”, explica Gonzalo Russi, de Sofofa.
Diagnóstico y desafíos
El trabajo para la elaboración de la ecoetiqueta, que se inició a principios de 2019, incluyó un estudio de diagnóstico levantado durante cuatro meses por la consultora Regenerativa, que generó una propuesta de ecoetiquetado que si bien recoge experiencias internacionales, pone foco en las carecterísticas de un país que está en una fase de inicio de la implementación de la Ley REP.
En esa línea, si bien entre las principales conclusiones del estudio se señala que la existencia de una ecoetiqueta no asegura un incremento automático de las tasas de reciclaje, sí forma parte esencial de la transición hacia una cultura de reciclaje que fomente el desarrollo de envases y embalajes reciclables.
La investigación también arrojó algunos desafíos, dice Giovanni Calderón, director ejecutivo de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC). “Uno de los principales desafíos está en desarrollar soluciones costo-efectivas que permitan una transición hacia el uso de materiales reciclables y con diseños que faciliten su valorización. En ese sentido, las empresas expresaron preocupación ya que no necesariamente hay proveedores que logren sustituir algunos de los materiales que no son reciclables. Esto es especialmente problemático en productos donde el material está en contacto con alimentos y donde debe preservarse el estado del producto”, explica.
“No obstante -agrega Calderón-, esto abre oportunidades para la innovación y la creación de nuevos mercados que respondan a esta necesidad, potenciando el desarrollo de negocios sostenibles y fomentando la economía circular”.
Otros desafíos detectados fueron la educación a los consumidores para mejorar las prácticas de reciclado, la gran cantidad de envases en el mercado que no están diseñados para el reciclaje, la necesidad de corroborar la información declarada por la empresas respecto de la materialidad de sus envases, y la necesidad de complementar la información para incidir en la decisión de compra del consumidor: una a modo de sello de reconocimiento para los envases con alto grado de reciclabilidad, y otra con información sobre la materialidad del envase e instrucciones de reciclaje.
“Esperamos que al finalizar este APL se pueda definir el estándar de una ecoetiqueta de reciclabilidad que responda a los requerimientos de certificación, rotulación y etiquetado (…) El establecimiento de un sistema de ecoetiquetado se convierte en un instrumento de gestión ambiental que complementa y facilita el cumplimiento de la Ley REP, contribuyendo a avanzar hacia una cultura de economía circular, un elemento clave para asegurar un desarrollo sustentable”
Y además de incidir en la cultura de los consumidores, uno de los objetivos del sello es también “efectivamente promover dentro de las empresas la mejora continua de sus envases y embalajes. Ahora, eso es algo que la Ley REP por sí promueve, y esto sería un incentivo más para ello”, agrega Russi
Ente validador certificará requisitos para la obtener la ecoetiqueta
A partir de ese diagnóstico previo, inicialmente se definieron cuatro criterios que actuarán como requisitos para la obtención de esta ecoetiqueta: que el envase y embalaje no contenga elementos que dificulten su reciclabilidad; que el producto no posea un sobreembalaje; que el producto sea valorizable en Chile, es decir, que existan alternativas en el país para su manejo; y que esta evaluación cuente con un análisis de ciclo de vida de dicho envase y embalaje.
“Para la obtención del sello, cada envase será evaluado siguiendo una metodología robusta que determina el grado de reciclabilidad de los envases y embalajes. Este porcentaje es el material reciclable respecto de la masa total del envase analizado, y se calcula por cada componente. Adicionalmente se considerarán elementos tales como la separabilidad y la demanda de parte de los valorizadores de residuos por los componentes del envase”, adelanta Giovanni Calderón.
Al tratarse de un Acuerdo de Producción Limpia (APL), las empresas podrán adherir voluntariamente a dicho acuerdo y, de cumplir con los requisitos, obtener el sello. En esta primera fase de construcción del sello participaron 16 empresas, además de gremios como Cenem, Anir, AB Chile y Asipla.
Una vez que el Acuerdo sea firmado en las próximas semanas, podrán adherir a éste todas las empresas que quieran ser parte de este desafío para la segunda fase del APL, consistente en un piloto de dos años en que se implementará el sello en los productos de las empresas que adhieran voluntariamente.
“Posterior a su implementación, el Ministerio del Medio Ambiente tendrá información valiosa que le permitirá escalar el alcance y aplicabilidad del sello”, dice Caderón.
La idea, tras los dos años de implementación del proyecto, es contar con información rica en aspectos como experiencia real de la ecoetiqueta en Chile, y cómo funcionan los estándares definidos para todos los actores de la cadena: Estado, productores, sociedad civi, industria del reciclaje, valorizadores, etc. “
“En esta primera fase han participado todos los integrantes de la cadena, y estamos llegando a algo que creemos puede funcionar muy bien. Al final de los dos años del piloto le queremos entregar al Ministerio un insumo que se pueda transformar en el reglamento que la ley establece para el ecoetiquetado, que ellos pueden decretar. Entonces, básicamente estamos creando una ley de manera público privada”, agrega Russi.
“En esta primera fase han participado todos los integrantes de la cadena, y estamos llegando a algo que creemos puede funcionar muy bien. Al final de los dos años del piloto le queremos entregar al Ministerio un insumo que se pueda transformar en el reglamento que la ley establece para el ecoetiquetado. Entonces, básicamente estamos creando una ley de manera público privada”
¿Cómo se obtiene la ecoetiqueta? Las metas del APL consideran un piloto de implementación de la ecoetiqueta, que comprende acciones de promoción y sensibilización para incentivar en las personas la compra de productos que tengan mejor reciclabilidad y fomenten el reciclaje de envases y embalajes, así como evaluar la respuesta de los consumidores para determinar su impacto al momento de la compra.
Para la entrega de este, se crea la figura de un Comité Validador que validará, certificará y acreditará a organismos certificadores de la ecoetiqueta, y definirá los requisitos de certificación de los envases y embalajes junto con el proceso de medición de los criterios establecidos.
El proceso implicará que las empresas postulen al sello, para que posteriormente las entidades certificadoras evualúen y determinen si un producto es autorizado para el uso de este. Entre los roles del Comité Validador se encuentra verificar la pertinencia de las entidades certiificadoras para efectuar sus tareas, entre otros.
Este Comité estaría compuesto por representantes de la Sofofa, de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, el Ministerio del Medio Ambiente, la Superintendencia del Medio Ambiente, el Instituto Nacional de Normalización, AdC Circular, Sernac y el apoyo técnico de dos expertos: Abel Guarda y María José Galotto, del Centro de Innovación en Envases y Embalajes Laben-Chile, de la Usach.
Corresponsabilidad en el reciclaje
“Como parte del Comité Validador, aceptamos la invitación porque consideramos que es súper importante la mirada que hay. Normalmente, cuando se toman este tipo de decisiones son impuestas, entonces por qué era super relevante ser parte de este comité; porque el consumidor, que va a ser finalmente a quien va a llegar esta ecoetiqueta, esté considerado desde la base. Eso significa que la ecoetiqueta efectivamente viene a facilitar que puedas tener herramientas claras y fáciles de leer, de manera universal y sin conocimientos técnicos, de dónde tu tienes que destinar estos residuos”, dice Carola Moya, directora de la Asociación de Consumidores Sustentables (AdC Circular).
A esto se suma, agrega, la necesidad de transparentar “el porcentaje de reciclabilidad que tienen estos envases, porque hoy existe mucho de greenwashing y de falta de información (…) Lo que hace esta etiqueta, además de transparentar el porcentaje de reciclabilidad, también impulsa que sea de ciclo cerrado local, que se haga en Chile. Para nosotros es super relevante esto, porque va a facilitar la participación ciudadana y además entrega una herramienta transversal y normada a las empresas. Al ser voluntaria, habla muy bien de las empresas que se sumen a esto, porque están pensando efectivamente en transparentar los procesos, y puede hacer una mejora continua de estos.
“Cuando la empresa te está transparentando cuál es el porcentaje de reciclabilidad está diciendo también recicla, ahora te toca a ti. Esto también es corresponsabilidad, entonces si tienes la información de cuál es el porcentaje también vamos a ayudar a educar a la población para que no solo tengamos la intención de sumarnos a esto, sino también tengamos las herramientas”.
Otro aspecto importante del trabajo, dice Carola Moya, se registró en la creación de los indicadores de reciclabilidad para la etiqueta, que buscan que no se obligue al consumidor a realizar determinada acción que puede complejizar el reciclaje -como lavar los productos-, sino que apuntar que los envases y embalajes estén diseñados para que efectivamente se puedan separar fácilmente en los domicilios. Y al mismo, ha permitido comprender a las empresas que no todo lo que puede ser reciclable es necesariamente valorizable.
“Las empresas, al entrar en este sistema, se están dando cuenta que envases que sus asesores les habían dicho que eran cien por ciento reciclables, la complejidad de tener un material untuoso, oloroso, una crema, hacen que ese producto no se pueda reciclar. Para las mismas empresas ha sido super relevante la informacion que se ha ido levantando con las pruebas, porque se dan cuenta en el mercado en que están. El greenwashing no tiene que ver con la maldad de la empresa, sino con falta de información. Esto ha servido montones para conocer cual es la realidad de las capacidades técnicas instaladas a nivel local, agrega Moya.
Por ello, afirma, tras los dos años que durará el proyecto piloto de ecoetiquetado se espera que se pueda levantar información de las mejoras que se tienen que construir, de los puntos críticos que hay que hacerse cargo, y de la necesidad de generar otros mercados.
“Si vemos que hay un gran porcentaje de productos reciclables, pero que en realidad lo que falta son empresas valorizadores, empezar a generar entonces nuevos modelos de negocio, que a eso es lo que apunta la Ley REP”, explica.
“Y lo otro que esperamos desde los consumidores -agrega-, es que se empiece a entender de manera sencilla cual es nuestro rol. Cuando la empresa te está transparentando cuál es el porcentaje de reciclabilidad está diciendo también ‘recicla, ahora te toca a ti’. Esto también es corresponsabilidad, entonces si tienes la información de cuál es el porcentaje también vamos a ayudar a educar a la población para que no solo tengamos la intención de sumarnos a esto, sino también tengamos las herramientas”.
Para el director de la ASCC, esto ayudará también al impulso de un nuevo tipo de economía en el país. “Esperamos que al finalizar este APL se pueda definir el estándar de una ecoetiqueta de reciclabilidad que responda a los requerimientos de certificación, rotulación y etiquetado en un régimen de Responsabilidad Extendida del Productor. El establecimiento de un sistema de ecoetiquetado se convierte en un instrumento de gestión ambiental que complementa y facilita el cumplimiento de la Ley REP, contribuyendo a avanzar hacia una cultura de economía circular, un elemento clave para asegurar un desarrollo sustentable”, cierra Giovanni Calderón.