La situación de mega sequía y escasez hídrica que vive el país afecta de una u otra forma a toda la población, sin embargo, hay un sector más vulnerable frente a esta crisis: las comunidades rurales.
Casi la mitad de la población chilena que vive en el campo no cuenta con acceso formal al agua potable; en su mayoría se abastecen mediante pozos, ríos, esteros, canales o vertientes, además de camiones aljibe. Para ellos, la situación es cada día más compleja a medida que las aguas subterráneas y superficiales van disminuyendo. Por mencionar algunas cifras, el último balance hídrico de la Dirección General de Agua mostró que en los últimos 30 años los caudales de agua superficial de las cuencas del Aconcagua, Maipo, Rapel, Mataquito y Maule han disminuido entre 13 y 37% (DGA, 2021), mientras que un estudio realizado por Escenarios Hídricos 2030 reveló que 72% de los pozos a nivel nacional muestra que los niveles de agua subterránea están bajando de forma sostenida (EH2030, 2018).
Por esta razón, los sectores rurales han sido el foco de atención de Fundación Amulén, cuyo propósito es “buscar el desarrollo de comunidades vulnerables por medio del acceso al agua, mejorando su calidad de vida desde el uso, manejo y acceso a este recurso básico”.
Para lograr este objetivo, en Amulén apuestan por dos condiciones básicas: la articulación entre diversos actores y la innovación, según explica la directora de proyectos de la Fundación, Antonia Rivera.
¿Cómo calificaría la situación de abastecimiento de agua en Chile en este momento?
Gracias a un estudio que realizamos en 2019, llamado Pobres de Agua, pudimos hacer una radiografía de la situación, pues no existían muchos datos al respecto. Fue así como logramos determinar que el 47,2% de la población no urbana no tiene acceso formal a agua potable, lo que equivale a casi 400 mil hogares, es decir, más de un millón de personas no cuentan con agua de calidad.
Este estudio permitió ver que las comunidades más afectadas son las de la macrozona sur, donde las regiones más carentes son La Araucanía, Biobío, Los Ríos y Los Lagos. Se trata de un problema que muchas veces está oculto y quisimos visibilizarlo y dar cuenta de cómo esto afecta la calidad de vida de las personas.
Llama la atención que existan problemas de agua en la zona sur, donde se registran más precipitaciones ¿a qué se debe?
El problema del agua es multifactorial. Si bien hay razones vinculadas al cambio climático y la disminución de precipitaciones, existen otros motivos, como problemas de administración y gobernanza, falta de política de inversión y mantenimiento de infraestructura, por mencionar solo algunos puntos críticos.
¿Cuáles son los principales problemas asociados a esta falta de acceso al agua?
El agua se reconoce como una necesidad básica de las personas, pero también como una herramienta para la superación de la pobreza, que permite el desarrollo de las comunidades rurales, porque el agua afecta en diferentes dimensiones a las familias, principalmente en lo económico, en la salud, la educación y la equidad de género. Esto último, quizá menos evidente, se debe a que son las mujeres las que suelen cargar con el peso de proveer de agua a sus comunidades, dedicando a esta labor gran cantidad de tiempo desde muy niñas.
Nosotros estamos entregamos acceso a agua potable priorizando el consumo humano, pero también entendiendo que es una herramienta que les permite a los sectores rurales, por ejemplo, retomar algunas labores productivas que han dejado de lado por la escasez hídrica.
Y también estamos apostando por dar prioridad a las escuelas rurales, que tengan acceso seguro al agua, que permita una educación continua y no se afecte el desarrollo de niños y niñas.
Como fundación, el último tiempo hemos estado estudiando con mayor profundidad sobre la falta de agua en la educación rural y cómo esto influye en el proceso educativo. Acabamos de dar a conocer un estudio sobre la materia: “Educar sin agua: una realidad invisible”, que busca establecer cómo afecta la carencia del agua en la educación rural, para visibilizar esta problemática que afecta diariamente a las escuelas.
Estamos convencidos de que sin acceso al agua potable no hay desarrollo ni salida de la pobreza.
Uno de sus últimos proyectos implementados corresponde precisamente a una escuela rural, en la zona de Licantén en Maule, ¿de qué se trata esa iniciativa y cómo beneficia a los alumnos?
Así es. Gracias al Fondo Innova Agua, que desarrollamos en conjunto con Coca-Cola y AB Inbev, en junio pasado tuvimos la alegría de inaugurar la primera “Escuela de lluvia” en Chile; se trata de la escuela Los Copihues, en el sector Los Junquillos de la comuna de Licantén, donde se instaló un sistema que recoge el agua de lluvia y realiza un tratamiento que la deja lista para su consumo.
Esta solución permitirá captar, almacenar y tratar hasta 72 mil litros de agua al año, lo que beneficiará a cien personas, entre alumnos, profesores y paradocentes. Es decir, estamos brindando una fuente alternativa de agua potable de forma eficiente y sostenible para las actividades cotidianas de la escuela, por ejemplo, la higiene y la manipulación de alimentos.