Kyklos: el proyecto que incorporó la educación ambiental en la malla curricular de los colegios
Esta Empresa B certificada fomenta los contenidos medioambientales en la práctica docente de los liceos al alero de un punto verde. Quienes se apropian del método Kylkos adquieren capacidades para analizar poemas de tipo ambiental en el ramo de lenguaje hasta hacer un títere con el superhéroe Verdemán con un calcetín en desuso y otros materiales reutilizables. Hoy el emprendimiento trabaja en 104 establecimientos educacionales en todo Chile, desde Antofagasta hasta Pargua. “No sacamos nada con instalar infraestructura de reciclaje si no hay un proceso educativo detrás”, dice Sebastián Herceg, cofundador y gerente comercial de Kyklos.


Un colegio de Lampa acogió la primera experiencia de Kyklos, fundada en 2012. Gracias a un plan piloto, financiado gracias a un capital semilla, el cofundador Sebastián Herceg instaló en 2013 un contenedor de reciclaje y realizó un par de talleres de educación ambiental. El resultado fue, dentro de todo, muy exitoso: en un liceo marcado por un contexto de vulnerabilidad, y en un entorno comunal con un sinfín de basura en las calles, los alumnos aprendieron a reciclar prácticamente desde cero. “Ahí nos dimos cuenta que si cambiábamos este colegio, que estaba en una condición difícil, podíamos cambiar cualquier colegio de Chile”, dice Herceg, gerente comercial de Kyklos.
Sin embargo, él y sus socios advirtieron algo: que la infraestructura de reciclaje no servía si no había un proceso educativo detrás. “Pusimos el foco en el tema cultural y decidimos que había que trabajarlo en los colegios de Chile”, cuenta el emprendedor, para quien era prioritario incorporar los contenidos medioambientales dentro de la malla curricular de los establecimientos, es decir, en la práctica docente, y no como talleres extraprogramáticos. Al principio hubo resistencia de los directores y sostenedores de los centros educacionales.
Pero paulatinamente Kylkos empezó a sensibilizar a los docentes y alumnos en materia de sustentabilidad. Y lo hizo de forma transversal en todas las asignaturas: desde la clase de música hasta la de matemáticas, pasando por historia y lenguaje. Tan fructífero fue el piloto de Lampa que el número de colegios asociados creció como la espuma: si 2013 terminaron trabajando con siete liceos, al 2019 ya cuentan con 104. “Ya nos expandimos a juntas de vecinos, oficinas, empresas. En total trabajamos con 250 comunidades en todo el país, desde Antofagasta hasta Pargua”, explica Herceg.
“Ahí nos dimos cuenta que si lográbamos cambiar ese colegio de Lampa, que estaba en una condición difícil, podíamos cambiar cualquier colegio de Chile”.
Al principio era el propio equipo de Kylkos el que asistía a los colegios. Pero advirtieron que la empresa no era escalable con esa escasez de personal. De manera que iniciaron un proceso de capacitación a distancia, vía e-learning o con una app, para que fuesen los propios profesores los que se atrevieran a incluir los contenidos en sus ramos. Sin perjuicio de ello, Kyklos cuenta con un jefe de proyecto que articula los recursos pedagógicos medioambientales con la malla curricular exigida por el Ministerio de Educación. Esto, como lo dicta el espíritu del proyecto, al alero de un punto verde en cada establecimiento asociado.
“Nuestra premisa es que la educación ambiental mejora la convivencia escolar. No consiste en crear un nuevo espacio, sino ocupar los espacios que los colegios ya tienen para trabajar temas medioambientales de forma muy pedagógica”, explica el gerente comercial.
Los contenidos medioambientales están en los cursos entre kínder y cuarto medio, pero no es obligatorio adquirir el programa completo. “Es totalmente flexible y hoy se lo ofrecemos al director o al sostenedor de la escuela. Y ellos ahí ven qué quieren implementar y qué no. No todos los docentes quieren darle el espacio a la educación ambiental dentro de su asignatura y hay que ir de a poco convenciéndolos. Pero no se le obliga a nadie. La idea es ser un aliado más que una competencia. Tampoco queremos ser un actor que viene a conflictuar un trabajo tan importante como la docencia”, dice Herceg.
Los recursos pedagógicos son variados. Por citar un caso, explica Herceg, en la asignatura de lenguaje analizan poemas o bien aprenden a redactar noticias de temáticas sustentables. “Hasta las matemáticas se pueden vincular al medioambiente. Nosotros tenemos un recurso pedagógico pensado para tercero básico, llamado ‘Mapeando mi entorno’, en el cual los estudiantes elaboran un mapa y lugares que se encuentran en las cercanías del colegio relacionados con las oportunidades y dificultades medioambientales. Con esa información que ellos mismos recogen, sacan números y construyen gráficos. El medioambiente se puede ligar a cualquier asignatura”, asegura Herceg.
“Nuestra premisa es que la educación ambiental mejora la convivencia escolar. No consiste en crear un nuevo espacio, sino ocupar los espacios que los colegios ya tienen para trabajar temas medioambientales de forma muy pedagógica”.
En el ramo de artes visuales, focalizado en primero básico, Kyklos propone confeccionar un títere del capitán Verdemán, a partir de materiales reutilizables, como un cartucho de papel o un calcetín en desuso. Para segundo medio, en tanto, la empresa cuenta con un recurso pedagógico aplicable a las asignaturas de historia, geografía y ciencias sociales: allí los educandos aprenden los detalles de la Ley de Fomento al Reciclaje, también conocida como Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP).
“En el ramo de historia por ejemplo hay otro recurso de aprendizaje sobre la revolución industrial. ¿Por qué? Porque la revolución industrial fue una etapa que generó mucho impacto ambiental”, complementa Herceg.
Punto verde hecho por alumnos
El equipo de Kyklos está compuesto por una pluralidad de profesionales: docentes, periodistas, sicólogos, ingenieros comerciales. Juntos armaron la propuesta de la educación ambiental siempre asociado a un punto verde. “Los niños son protagonistas como agentes de cambio, se les dan habilidades de liderazgo, trabajo en equipo, compañerismo, tanto en la comunidad escolar como en las casas. El punto de reciclaje es diseñado, construido e instalado por los mismos estudiantes. Generamos la práctica del hábito acompañado de una fuerza educativa. El reciclaje es una consecuencia de una base más sólida que es la educación”, plantea el empresario.
“Nosotros solo ofrecemos la infraestructura si está asociado a un proceso educativo”, aclara Herceg, cuya empresa ya ve los frutos en un liceo rural de Pargua, el último punto antes de cruzar el canal de Chacao para la isla grande de Chiloé. “Era una comunidad escolar que nunca reciclaban nada, con poco acceso, y hoy está siendo emblemático”, añade.
Kyklos también trabaja en los liceos municipales de Renca. Allí iniciaron programas de cultura ambiental e instalaron puntos verdes. Empezó hace dos años en esa comuna, con el apoyo financiero de Coca Cola y del municipio, y valora el cambio rotundo que ha propiciado el proyecto.
“Renca se apropió muy bien del mensaje, construyó una base sólida, y está migrando hacia las juntas de vecinos. La gente se motiva cuando tiene el hábito. “Ya es un cambio cuando alguien piensa que esa botella no debe ir a un basurero, sino que hay que depositarla en un lugar donde tendrá un futuro mejor”, agrega el cofundador de Kyklos.
“El punto de reciclaje del colegio es es diseñado, construido e instalado por los mismos estudiantes. Generamos la práctica del hábito acompañado de una fuerza educativa. El reciclaje es una consecuencia de una base más sólida que es la educación”.
El ranking de quién es más verde
Paralelamente a la incorporación de la temática medioambiental en la práctica docente, Kylkos cuenta con un programa llamado interescolar ambiental, que busca incentivar prácticas sustentables en los alumnos y ordena a los colegios en una especie de “ranking verde”, midiendo así su compromiso con el medioambiente. Aquí pueden concursar colegios de la red Kyklos, pero también dejan abierto el espacio para aquellos que no cuentan con capacidad económica par financiar los servicios de la empresa.
Dentro de las cinco categorías de esta iniciativa destacan las ecolimpiadas: se trata de un concurso que invita a todos los colegios a realizar distintas obras artísticas relativas al tema ambiental, como canciones, ilustraciones o pinturas, lo que permite sumar puntos al ranking. Otro tanto ocurre con los llamados desafíos ambientales: allí los niños son convocados a reciclar cartón, lata o PET para aumentar su puntuación.
Finalmente, las misiones refieren a ciertas intervenciones que los alumnos deben realizar en conjunto para fomentar el liderazgo. “Por ejemplo, una de las misiones es juntar a cinco profesores y abrazar un árbol: con eso ganan puntos”, explica Herceg. A esto se suma, por citar otro caso, el Día del Silencio: “Si un día un colegio graba un minuto de silencio, también obtiene puntaje a favor”, agrega. Pero lo más importante, dice Herceg, es que los estudiantes comprendan por qué realizan esas acciones, “por qué celebramos el día del árbol y el día del silencio”.
“Todos los recursos pedagógicos no son al azar. Nosotros los construimos para abordar los objetivos de aprendizaje dictados por el Mineduc”, cierra Herceg, quien advierte que todos los recursos pedagógicos están disponibles en el sitio web www.kyklos.cl de forma gratuita. “Todo colegio de Chile los puede ocupar”, desafía.