Bambo: el arte de fabricar columpios con neumáticos en desuso
La emprendedora Isidora Irarrázaval recupera neumáticos botados para confeccionar tres tipos de columpios, con un potente enfoque en diseño y que ayudan sobre todo a los niños y niñas a crear instancias de juego. El nombre de la marca deriva de “bamboleo”, ya que el columpio logra moverse en todas las direcciones, y no solo de adelante hacia atrás, por lo que consigue transmitir relajación a los más chicos y chicas.
Mientras se tomaba un café con una amiga, la emprendedora Isidora Irarrázaval imaginó que en ese recinto debía contar con columpios para amenizar aun más la estadía. El material para fabricarlo ya lo tenía en mente: en 2015, cuando echó a andar su marca, sabía que los neumáticos botados eran un problema ambiental del que nadie se hacía cargo.
“Así nació la idea: yo siempre tuve una veta medioambiental importante y quería hacer algo para aportar. Y pensé en qué podía inventar con algo botado en la calle. Ningún país lo tiene muy resuelto y neumáticos no me iban a faltar nunca. Y así pensé en hacer columpios con neumáticos en desuso, pero no quería que fuera incómodo ni cochino”, explica Irarrázaval, fundadora de Columpios Bambo.
Justamente el emprendimiento comenzó a instalar columpios de neumáticos en interiores, ya que la idea, según cuenta ella, era “generar instancias de juego en espacios donde a nadie se le ocurre, pues no todo el mundo tiene un árbol. Instalé columpios en departamentos, con un perno de expansión, o en un living, en una sala”, recuerda Isidora. El objetivo era conquistar a públicos de todas las edades, desde niños y niñas hasta adultos.
“Así nació la idea: yo siempre tuve una veta medioambiental importante y quería hacer algo para aportar. Y pensé en qué podía inventar con algo botado en la calle. Ningún país lo tiene muy resuelto y neumáticos no me iban a faltar nunca”.
Para cumplir ese objetivo se propuso confeccionar columpios atractivos visualmente, resistentes, estéticos y lúdicos; es decir, procuró darle una vuelta a su proyecto en términos de diseño. “Mi idea era que estos columpios fueran flores para atraer abejas”, dice entre risas Isidora, quien asegura que estos columpios de neumáticos reciclados se usan mucho en terapia ocupacional, porque contribuyen a la relajación.
De hecho, el nombre Bambo, según cuenta Irarrázaval, proviene de bamboleo, vale decir, un movimiento que gira en todas las direcciones. “No es como el columpio de la plaza que se mueve en vaivén, para adelante para atrás. Este movimiento circular relaja a los niños. Incluso muchas veces se quedan dormidos encima de él”, agrega.
Los tipos de columpios
El neumático de auto -no el de camioneta- es el más usado por Isidora para fabricar sus columpios tipo bambo. Hoy ya los instala principalmente en exteriores, colgados de un árbol. Hay otros dos tipos de columpios que vende: unos con neumático de moto de montaña y otros para bebés de moto scooter. En total, dice ella, ha logrado reciclar unos 5.000 neumáticos.
“No es como el columpio de la plaza que se mueve en vaivén, para adelante para atrás. Este movimiento circular relaja a los niños. Incluso muchas veces se quedan dormidos encima de él”.
El resto de los materiales que conforman el columpio también cuentan con “algo que tiene reciclaje”, dice Isidora. Por ejemplo, cuenta, una vez un grupo de bomberos le entregaron mangueras en desuso, que fueron utilizadas por Bambo como una especie de protección dentro de la cuerda que va al árbol para que el columpio no se raspe con el tronco. “Me han dicho muchas veces que mande a hacer a China las cuerdas, las huinchas, pero no es mi deseo”, replica.
Pero, aunque los columpios son, en propias palabras de Isidora “el producto estrella”, Bambo cuenta en el portafolio con otros productos como cojines y puchimbol. “Dentro de los puchimbol hay un algodón que sale del reciclaje de neumáticos, el que se obtiene de la descomposición de pedacitos de caucho molido”, explica ella. También cuentan con pelotas de malabarismo rellenas de caucho molido.
Isidora cuenta con una tienda en Espacio Arrayán, cerca de Plaza San Enrique, en Lo Barnechea para acopiar los neumáticos y procesarlos. “Para mí ha sido fácil el tema de la recolección. Tengo vulcanizaciones que me entregan harto material. Pero me han pasado algunas situaciones: cuando alguien me dice que tiene neumáticos disponibles, y yo le planteo que le cobraré cinco mil pesos por ir a buscarlos, esa persona se molesta. “La gente cree que me está haciendo un favor. En realidad, si esa persona quiere contribuir al medio ambiente, debe traerlo ella”, subraya Irarrázaval, quien dice que puede demorar hasta 2 horas y media en fabricar un columpio reciclado. Por otra parte, cierra Isidora, se encuentra abriendo otro emprendimiento con bolsos a partir de cámaras de neumáticos.