Acústica Marina: boyas inteligentes miden el ruido submarino y ayudan a salvar ballenas
Esta startup de base científico-tecnológica afincada en Valdivia diseña y fabrica boyas con inteligencia artificial que alerta a las embarcaciones sobre la presencia de especies marinas y evita las colisiones entre ellas. Acaban de instalar dos estaciones en Caleta Chungungo, en la Región de Coquimbo -gracias a una alianza estratégica para la sostenibilidad oceánica con CMP-, y ya preparan otras entregas en diferentes puertos de Chile de norte a sur. Sin embargo, el paso más sustantivo que darán en el corto plazo será la internacionalización.
Bióloga marina titulada en la Universidad Austral (UACH) y magíster en gestión estratégica y evaluación de proyectos, la valdiviana Marcela Ruiz sabía que había una falencia en la instrumentación para medir el ruido submarino, y que éste pasaría a ser considerado un contaminante. Ligada desde siempre al mar, sea a través de políticas públicas o participando en alguna edición de Congreso Futuro, Ruiz comenzó a tramar una solución tecnológica, junto a un equipo de profesionales chilenos, que tendría por efecto entregar una alerta y detección del ruido submarino en tiempo real. Las boyas inteligentes fueron esa salida.
Así nació, oficialmente en marzo de 2020, la startup de base científico-tecnológica Acústica Marina, que diseña y fabrica boyas con inteligencia artificial que monitorean el medio marino las 24 horas del día y alertan a las embarcaciones sobre la presencia de ballenas y fauna marina en general. Si bien el proyecto se empezó a bosquejar en 2018, recién en plena pandemia comenzó a funcionar como un emprendimiento.
“Nos fuimos formando de a poco, con un equipo profesional chileno hasta armar la base de Acústica Marina. En el fondo, hacemos el hardware para procesar el sonido y ahí hay que aplicar inteligencia artificial sobre los datos hidroacústicos para tener alerta y detección en tiempo real”, explica Ruiz, directora ejecutiva de Acústica Marina.
Concretamente, Acústica Marina mantiene este hardware en el agua que contiene sensores hidrófonos que a través de un sistema de acústica pasiva (“no emitimos contaminación al medio marino, sino que recepcionamos el sonido”, aclara la bióloga marina) e inteligencia artificial procesa datos y levanta una alerta cada vez que pasa una ballena o un barco para evitar la colisión. La idea es que llegue el dato del océano al computador. El modelo también es conocido como Sistema de Monitoreo, Control y Vigilancia (MCV hidroacústico).
Los choques entre ballenas y embarcaciones son muy frecuentes, por lo que se vuelve trascendente protegerlas. Según World Wide Life, las ballenas son fundamentales para la fertilización de los ecosistemas marinos y contribuyen a frenar el cambio climático, por cuanto en promedio logran secuestrar una cantidad de dióxido de carbono equivalente a 1.000 árboles.
“El varamiento de las ballenas es un problema mundial. No se conocen a ciencia cierta las causas. No obstante, la comunidad científica mundial ha señalado que éstos se producen por la afección de las comunicaciones entre los cetáceos y la sucesiva desorientación en que caen producto del ruido. Tenemos que abordar el impacto sobre las ballenas”, resalta Marcela Ruiz, quien agrega que la solución procura la protección de todo tipo de fauna marina, y cuya versatilidad además le permite ser aplicada en el monitoreo de actividades ilícitas en el mar, defensa naval y evaluación hidroacústica para estudios de impacto ambiental.
“Tenemos un equipo transdisciplinario que va desde la biología marina, pasando por la ingeniería matemática, ingeniería comercial, audiovisualistas, periodistas. Somos en total 30 personas y es importante decir que Acústica Marina cumple una labor de retención de los talentos, en vez de que la gente se vaya de Chile. Estamos trabajando en el más alto nivel con equipos nacionales”.
Dos primeras boyas en Caleta Chungungo
Gracias a una alianza estratégica para la sostenibilidad oceánica con Compañía Minera del Pacífico (CMP), Acústica Marina logró instalar sus dos primeras “boyas inteligentes” en la zona de Caleta Chungungo, comuna de La Higuera, Región de Coquimbo. Si bien la inauguración se hará oficial este miércoles 22 de febrero. Pronto instalarán dos más para terminar 2023 con cuatro estaciones y luego en 2024 aumentarán a 10, lo que “permitirá cubrir el radio de detección y cruzar más datos, y eso ofrecerá información más fidedigna de lo que ocurre en el ecosistema marino”, asegura la científica sureña.
Según la científica, mantener dos boyas en ese sector es clave ya que “es una zona de afloramiento de la corriente de Humboldt, donde es habitual el avistamiento de cetáceos marinos y animales de valor importante para los ecosistemas marinos. CMP tenía monitoreos puntuales, no 24/7, entonces marcamos precedentes para la investigación y la ciencia”.
A su vez, añade Ruiz, “este sistema le permite a la manera una toma de decisiones informadas. Por ejemplo, si el estudio arroja que es temporada de ballenas, para construir una obra es mejor que se elija otro mes”.
Las boyas, a su vez, emplean energía solar para poder funcionar. La idea es que permanezcan siempre en el agua. En términos de mantención de los equipos, Marcela Ruiz dice que la ventaja de su empresa es que no hay que ir a buscar las piezas fuera del país, sino que ellos mismos se encargan de las reparaciones, al ser desarrolladores de la tecnología. La base de operaciones de la startup se encuentra en Valdivia, la tierra natal de la directora ejecutiva.
“Tenemos un equipo transdisciplinario que va desde la biología marina, pasando por la ingeniería matemática, ingeniería comercial, audiovisualistas, periodistas. Somos en total 30 personas y es importante decir que Acústica Marina cumple una labor de retención de los talentos, en vez de que la gente se vaya de Chile. Estamos trabajando en el más alto nivel con equipos nacionales”, comenta Ruiz.
Otro tanto tiene que ver con el trasfondo del proyecto, que incluye también la dimensión social y económica de la sostenibilidad. En efecto, “el proyecto no consiste solo en instalar boyas”, sino que involucra el apoyo hacia “el turismo con intereses especiales”, adelanta la bióloga marina. “La idea es que los pescadores artesanales puedan utilizar las boyas para este tipo de turismo y así diversificar el rubro. Además, estamos haciendo talleres para que los mismos pescadores puedan participar en la mantención de los equipos. También se creará una sala acústica turística, donde se podrá escuchar el mar. Además, vamos a disponibilizar datos para a comunidad científica a nivel mundial y la zona será un polo de atracción”, agrega.
“El varamiento de las ballenas es un problema mundial. No se conocen a ciencia cierta las causas. No obstante, la comunidad científica mundial ha señalado que éstos se producen por la afección de las comunicaciones entre los cetáceos y la sucesiva desorientación en que caen producto del ruido. Tenemos que abordar el impacto sobre las ballenas”.
El despegue internacional
En el corto plazo, Acústica Marina tiene pretensiones de expandir sus estaciones con inteligencia artificial a varios puertos de Chile, de norte a sur. No obstante, el desafío mayor se encuentra en su internacionalización. Marcela Ruiz anuncia que ya hay conversaciones avanzadas para distribuir esta solución de base científico-tecnológica en varios países del continente americano.
En paralelo, la otra aspiración del equipo detrás de Acústica Marina es que el Estado tome cartas en el asunto e implemente políticas públicas de conservación de los ecosistemas marinos que sean efectivas. “Las áreas marinas protegidas deberían contar con este tipo de tecnología para la toma de decisiones. Hay que sentarse a conversar para buscar las alianzas. Sucede ahora que las áreas marinas protegidas son de papel; hay una pequeña administración, pero no hay recursos para trabajarlas en un plan de acción y una gobernanza. Este trabajo debe ir en línea con una política nacional oceánica que se haga cargo de una forma real y proactiva de los ecosistemas marinos”, sostiene Ruiz.
En ello la potencial promulgación del dilatado proyecto que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) podría abrir una compuerta para Acústica Marina: “Hay que hacer un llamado bien amplio y transversal, poner los recursos necesarios, para que sea una política nacional oceánica ejecutable y avanzar hacia un ministerio del mar”, cierra la científica.