“Fracción resto” de los residuos domiciliarios: ¿qué es y qué se puede hacer con ella?
De acuerdo con datos del Ministerio del Medio Ambiente, actualmente en Chile más del 95% de la basura que se produce en las casas es enviado a lugares de disposición final, es decir, a rellenos sanitarios. Sin embargo, la mayor parte de esos residuos es potencialmente valorizable, en especial los orgánicos (58%) y los envases y embalajes (25%). Entonces, con la implementación de la Ley REP y otras normativas que fomenten el reciclaje, reutilización y compostaje, entre otras formas de valorización, aquel porcentaje podría bajar hasta 17%, o incluso menos.
Cuando se habla de gestión de residuos domiciliarios se puede diferenciar al menos tres grandes grupos de elementos: los potencialmente reciclables, los orgánicos, y una fracción resto o rechazo o basura “tradicional”. Los potencialmente reciclables son principalmente envases y embalajes -vidrio, cartón, plásticos- para los cuales comenzará a regir la Ley REP en septiembre próximo; para los orgánicos, el país tiene una Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos (ENRO) donde se propone su valorización mediante compostaje o biodigestión, entre otros, y se espera que este año el gobierno presente un proyecto de ley especial para estos desechos. Para la fracción resto, sin embargo, la situación no es tan clara.
Y es que la definición misma de la fracción resto es poco diáfana.
Desde el Ministerio del Medio Ambiente (MMA), el jefe de la oficina de Economía Circular, Tomás Saieg, explica que los residuos que actualmente componen la “fracción resto” son todos aquellos “que no son valorizados y son enviados a lugares de disposición final”. En rigor, en este momento casi toda la basura de las casas chilenas podría ser considerada como “resto”.
No obstante, otras fuentes como la Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje (ANIR) y la empresa de gestión ambiental Ambipar Environment acotan la definición sobre la base de la potencialidad de reciclaje, reutilización u otro tipo de valorización. Es decir, la fracción resto estaría compuesta por aquellos residuos que luego de agotar todas las posibilidades para ingresarlos a una economía circular, por alguna razón no se puede y su destino más probable es un relleno sanitario.
Precisamente para agotar esas posibilidades es que en Chile se está trabajando en cambiar radicalmente la gestión de los residuos. “Como Ministerio del Medio Ambiente estamos avanzando en la implementación de la Ley REP. La puesta en marcha de esta normativa será un impulso para el aprovechamiento de residuos que, actualmente, conforman la fracción resto”, explica Tomás Saieg.
En cuanto a cifras, el jefe de la oficina de Economía Circular del MMA aclara que a nivel domiciliario en Chile actualmente se valoriza -aproximadamente- entre el 2 y 4% de los residuos, entonces, si se considera la ‘fracción resto’ como todo aquello que va a disposición final, esta fracción es la mayoritaria y supera el 95%.
Consultado sobre la posibilidad de valorización de los residuos que actualmente están en esa categoría y van a parar a los rellenos, Saieg subraya que “estamos trabajando para, por un lado, avanzar con la implementación de la Ley REP y, por el otro, presentar un proyecto de ley que nos permita aumentar la valorización de los residuos orgánicos”.
Con esto se espera una considerable reducción del volumen de residuos que llegarían a disposición final. Así lo explica la autoridad del MMA: “Si consideramos los residuos domiciliarios, el inicio de las metas de recolección y valorización de envases y embalajes permitirán aumentar nuestras tasas de valorización. Recordemos que, de los residuos generados en un hogar promedio en Chile, el 26% corresponden a envases y embalajes. Además, según los últimos datos disponibles, de los envases y embalajes que se ponen en el mercado solo se valoriza el 12,5%. Con la REP en régimen, se valorizará en promedio un 60% de ellos”.
“Asimismo, el 58% de los residuos domiciliarios corresponde a orgánicos. Por eso estamos avanzando en la elaboración de un proyecto de ley que busca hacerse cargo de ellos, permitiendo aumentar su valorización. Con estas medidas, disminuiremos drásticamente la fracción resto actual”, destaca Saieg.
El complejo 17%
En tanto, Antonia Biggs, gerenta general de la Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje (ANIR A.G.), señala que “es difícil definir la ‘fracción resto’ porque se explica por oposición, es decir, se trata de todo aquello que no pudo ser reutilizado, reciclado o compostado (…) Entre los ejemplos más cotidianos, cuando lo aterrizamos a un caso, un producto que en general realmente no tiene ninguna de las otras alternativas es un pañal sucio”.
A su vez, Andrés Jensen, gerente corporativo de desarrollo y nuevos negocios en la empresa Ambipar Environment, coincide en la dificultad de explicar la fracción resto: “Si somos didácticos, es el material que hay en la casa y nos imaginamos que no sirve para nada, por ejemplo, unos huesos de la comida mezclados con una servilleta sucia”.
Respecto al volumen que -de acuerdo a esa definición- representa la fracción resto del total de la basura domiciliaria, Jensen señala que es aproximadamente un 17%. El resto de la “bolsa negra” está compuesto por los residuos orgánicos, que es el 58%, mientras que lo potencialmente reciclable -básicamente envases y embalajes- es en torno al 25%.
El especialista explica que estas cifras surgen de, al menos, tres fuentes muy confiables: caracterizaciones realizadas por la autoridad (MMA) y por la industria, con un rango de diferencia de un 5%; iniciativas piloto “que buscan hacer de forma estadísticamente representativa una simulación de cómo fluyen estos materiales”; y la experiencia de otros países, principalmente europeos.
“Tenemos bastante certidumbre en el orden de magnitud de cómo se compone la torta (de residuos domiciliarios)”, agrega el ejecutivo de Ambipar, multinacional brasileña que está construyendo en la comuna de Quilicura un Centro de Clasificación y Pretratamiento para la Valorización de Residuos (GIRI) con una inversión de 18,5 millones de dólares. “Es una inversión importante y se basa en estas estimaciones”, agrega Jensen.
Hasta ahora, la bolsa negra prácticamente completa llega a los rellenos sanitarios. Sin embargo, con el inicio de la implementación de la Ley REP para el producto prioritario de envases y embalajes, el país debe entrar en una nueva era en la gestión de los residuos, donde la premisa es reducir al máximo el volumen que se envía a disposición final.
Como su nombre lo indica, la Ley REP “Establece marco para la gestión de residuos, la responsabilidad extendida del productor y fomento al reciclaje” (Ley 20.920), es decir, los productores deberán -entre otras obligaciones- garantizar la recolección y tratamiento de los materiales que coloquen en el mercado una vez que son desechados. En esta tarea, centros como el GIRI de Ambipar tendrán un rol fundamental.
“Si somos didácticos, (la fracción resto) es el material que hay en la casa y nos imaginamos que no sirve para nada, por ejemplo, unos huesos de la comida mezclados con una servilleta sucia”.
El “rechazo”, la otra fracción resto
“Cuando hacemos una segregación en la fuente, como nos pide la Ley REP, en el caso de envases y embalajes, por ejemplo, se va a segregar primero en los domicilios en una sola bolsa todos aquellos envases y embalajes con potencial de reciclabilidad. Eso se va a recolectar y va a ir a parar, en primera instancia, a una instalación de clasificación como la que estamos construyendo en Quilicura”, explica Jensen.
En esas instalaciones, el material ya segregado se separa y clasifica por tipos de material puro, es decir, los distintos tipos de plásticos, aluminio, chatarra, cartón para bebida -tetra pak-, los no ferrosos, aluminio, etc., para luego ser enviados a la industria de la valorización, principalmente para su reciclaje.
Sin embargo, en ese proceso de separación aparece “una porción que no es despreciable, que también llamamos “resto” o “rechazo”, porque es lo que se rechaza en la clasificación debido a que, si bien son materiales potencialmente reciclables, finalmente no lo son por condicionantes del mercado”, comenta el especialista. Es decir, añade, pueden ser residuos de una materialidad para la cual actualmente no hay tecnología disponible para reciclarla, como por ejemplo plásticos multicapa, u otros plásticos que poco a poco van encontrando algunas soluciones -como el poliestireno con el que se hacen los envases de yogur, margarina, etc.-, así como residuos que por su grado de limpieza o contaminación cruzada tampoco pueden ser reciclados. “Esa fracción resto o rechazo es muy atractiva para otro tipo de valorización”, señala.
Se trata -dice- de la valorización energética, mediante la elaboración de combustible derivado de residuos (CDR), que posee una fórmula, es homogéneo y se tiene que producir en una instalación industrial para ser consumido por ciertas industrias que cumplen con las condiciones técnicas y ambientales para un consumo seguro y ambientalmente amigable. “A nivel mundial, la industria que ha demostrado ser absolutamente eficiente es la industria del cemento, porque es muy intensiva en la demanda de energía, consume un volumen importante de combustibles fósiles que pueden ser reemplazados en una proporción por este material que proviene de esta fracción no reciclable -en este caso- de los envases y embalajes”, cometa Jensen.
“No es un volumen despreciable; la experiencia europea, que a nosotros nos ha tocado conocer de cerca, nos dice que en todas estas operaciones de clasificación que se basan en la segregación en la fuente, en los hogares, el porcentaje de rechazo es del orden de un 20 y 30% en promedio, es decir, de cada 100 toneladas de material de envases y embalajes que entran al proceso de clasificación, entre 20 y 30 toneladas salen como rechazo, que tienen este destino, porque de otra forma ese material tendría que ir a parar a un relleno sanitario”, añade el ejecutivo de Ambipar, en cuyas instalaciones también se elaborará CDR.
Los materiales que se incluyen son aquellos con un alto potencial calorífico que por razones técnicas no son reciclables, como por ejemplo madera, textiles, plásticos u otros, contaminados con aceites, bencina, alimentos, etc.
Consultado sobre la diferencia entre esta valorización energética y la incineración de residuos que se realiza en diversos países europeos, Jensen aclara que “el incinerador se instala para hacerse cargo de forma segura de los residuos al eliminarlos, y como esas fracciones aún tienen algo de poder calorífico, esas instalaciones recuperan un poco de esa energía, pero son poco eficientes en esa recuperación. No se diseña como una planta termoeléctrica, sino que se diseña como incinerador y, como yapa, le sacas algo de energía (…) Los CDR son un combustible alternativo a los combustibles fósiles, están compuestos por diversas corrientes de residuos compatibles entre sí que se trituran, se mezclan y se homogenizan”.
Un asunto de jerarquía
Antonia Biggs, de ANIR, comenta que la valorización energética está establecida en la Ley REP, donde se indica una jerarquía muy clara para el manejo de los residuos, definida como “el orden de preferencias de manejo, que considera como primera alternativa la prevención en la generación de residuos, luego la reutilización, el reciclaje y el compostaje de los mismos o de uno o más de sus componentes, y la valorización energética de los residuos, total o parcial, dejando como última alternativa su eliminación”.
En esa línea, la especialista señala que la “fracción resto” sería “todo residuo que no pudiera atender las primeras etapas de esta jerarquía”. De acuerdo a sus estimaciones, al año 2040 esa fracción sería cerca de un 35% de los residuos domiciliarios, considerando las metas de la Ley REP con sus respectivos reglamentos, la ENRO y la Hoja de Ruta de Economía Circular.
Biggs añade que en el caso de materiales potencialmente reciclables pero que están muy contaminados se debe considerar también los costos de alcanzar su reciclabilidad. “Por ejemplo, un plástico que podría ser reciclado pero al enviarlo para clasificación y separación está con un pedazo de torta descompuesto pegado, quizá el esfuerzo de separarlos va a ser mayor que el beneficio (…), en cuanto a gasto de energía, de agua, de maquinaria especial, etc.”
La ANIR es una asociación gremial que reúne a empresas de soluciones, servicios, logística, pretratamiento y tratamiento de residuos, y como tal posee una visión sobre la valorización energética donde recomienda, apoya y valora las acciones e iniciativas que elevan el manejo de residuos a las etapas superiores de la jerarquía, pero también entiende que “existen y seguirán existiendo ciertos tipos de materiales/residuos que por razones diversas no pueden ser prevenidos, reutilizados o reciclados (fracción resto). Para estos materiales/residuos, en la mayoría de los casos y tanto desde el punto de vista medioambiental como económico, es preferible recuperar su contenido energético en vez de llevarlos a eliminación”.
La gerenta general de la asociación gremial subraya que la Ley REP, en su artículo 3, en las definiciones, “define súper bien lo que es valorización y lo que es valorización energética -el empleo de un residuo con la finalidad de aprovechar su poder calorífico-. No estamos inventando nada, la ley nos dice que aprovechemos todo lo que se pueda antes de enviar al relleno sanitario y si no se logra ninguna otra de las etapas, la valorización energética es la mejor opción”.
En relación a las dudas que a veces suscita la incineración, Biggs considera que “cualquier proyecto de manejo de residuos, en cualquiera de las etapas de la jerarquía, debe tener una buena explicación y trabajo con la comunidad para que vea que es una industria de impacto positivo, una industria que está recuperando de alguna forma el material, ya sea recuperando la energía o separando las partes”.
“Por ejemplo, un plástico que podría ser reciclado pero al enviarlo para clasificación y separación está con un pedazo de torta descompuesto pegado, quizá el esfuerzo de separarlos va a ser mayor que el beneficio (…), en cuanto a gasto de energía, de agua, de maquinaria especial, etc.”