La semana pasada se estrenó en Santiago el documental “Push”, la nueva entrega del galardonado director y activista sueco Fredrik Gertten que aborda un fenómeno global: cómo los precios de las viviendas se están disparando en las ciudades de todo el mundo. En cambio, los ingresos de sus habitantes, no. En síntesis, por qué ya no podemos permitirnos el lujo de vivir en nuestras propias ciudades pese a tratarse de un derecho fundamental, y una condición indispensable para una vida segura y saludable. ¿Quiénes son los responsables? ¿Cuáles son los factores que hacen del acceso a la vivienda uno de los problemas más acuciantes a escala mundial?
Acompañado de figuras como Leilani Farha, relatora especial en vivienda de la ONU; la alcaldesa de Barcelona Ada Colau; la reputada socióloga Saskia Sassen; el economista Joseph Stiglitz o el periodista italiano y autor de Gomorra Roberto Saviano, Push revisa este fenómeno en ciudades como Nueva York, Toronto, Berlín, Uppsala, Barcelona, Londres y Valparaíso, donde un grupo de vecinos denuncia la destrucción de un jardín comunitario para hacer espacio a un condominio de lujo para personas de otras ciudades.
Su principal foco es la exposición de un entramado mundial de especulación inmobiliaria y urbanística, con ciudades cada vez más inaccesibles para vivir en ellas en un contexto de crisis creciente que nos afecta a todos.
Esta es la historia que persigue Push. Y Fredrik Gertten estuvo en Chile para su estreno y conversar con distintos vecinos sobre un problema que repite sus patrones al rededor de todo el globo. En entrevista con País Circular, el documentalista expresa la necesidad de revisar el modelo económico imperante en los países afectados, que -afirma- ha traído consecuencias a los habitantes más humildes de las ciudades, que han tenido que emprender acciones y demandas colectivas para no ser desplazados de edificios en los cuales han vivido durante generaciones. Su documental fue exhibido el pasado miércoles en un cine local y el fin de semana se mostró al público de forma gratuita en la Villa Frei.
En su documental vemos el caso inmobiliario de Valparaíso, ¿Cuál fue su primera impresión al ver lo que sucedía con los vecinos y las constructoras, y cómo la ciudad se está desarrollando?
En mi documental, cada lugar que uso tiene que reflejar un aspecto global. Filmamos en Valparaíso para tratar un tema global, y en esta ciudad se trata de vecinos que perdieron un parque, que construyeron una torre, un edificio con departamentos de lujo, y eso está pasando en todos lados; esta podría ser la historia de Bangkok o de Kuala Lumpur o Moscú. La misma historia de gente que ha vivido en un barrio desde siempre donde entra una fuerza externa que les cambia la vida. Cuando hice este documental y después lo mostraba en otros lados, mucha gente me decía que eso pasaba también con ellos, y esto es a causa del modelo. Yo filmé también otras cosas aquí, que no entraron en el documental, pero cada lugar debe representar un patrón global, por eso hay historias de otras ciudades que no he filmado, pero que también representan lo que pasa en Chile.
¿Qué historias, por ejemplo?
En California me pasó que una mujer se me acercó luego de ver la película y me dijo que ahora se sentía menos sola, y que ella se sentía culpable por sus problemas, que no era suficientemente fuerte para esta sociedad, que no compró en la hora correcta, y que ahora entendía que lo que le pasaba a su ciudad y su vida es parte del problema económico global. Cuando entiendes lo que te está pasando a ti y a tu ciudad, te das cuenta de que eres parte de un patrón global, de una forma de hacer negocios, que tiene un costo social.
¿Cómo es que este patrón trasciende las fronteras, y afecta por igual a ciudades de distintos continentes?
La historia del capitalismo moderno es de una extrema concentración de riquezas, y casi toda la riqueza está tomada por este mundo financiero, que son quienes también administran nuestros fondos de pensiones. Casi la mitad del dinero de las bolsas del mundo viene de los fondos de pensiones, pero los que manejan estos fondos son la misma gente que maneja el resto de la economía, y ellos siempre buscan hacer crecer este dinero. La inspiración de Chile, la inspiración de los Chicago Boys de Pinochet, era que conectar moral con ganar dinero no era bueno. Era mejor ganar dinero y que la moral venga después, y eso significa que hay una economía sin corazón, que busca crecer sin importarle el cómo. El contenido no importa. Yo tengo ahorros para mi pensión, y no sé realmente dónde está; estoy tratando de no tenerlo en la industria petrolera o armamentística, pero es difícil, porque es un mundo muy secreto, no es abierto.