Fernando Anaya: “Somos una región con abundantes recursos hídricos, pero eso no implica que estos lleguen a los sectores con mayor demanda”
El consultor independiente en energía y cambio climático para el BID, la Fundación Konrad Adenauer, Banco Mundial y otras instituciones será uno de los invitados de la quinta versión de la Semana del Clima, que arrancó ayer en formato virtual. En su exposición, el experto abordará los nexos entre seguridad hídrica y energía, un tema que se vuelve clave ante la demanda de agua de otros sectores estratégicos para el desarrollo del país, como la agricultura.
Dueño de una vasta experiencia en instituciones de gran envergadura, el ingeniero Fernando Anaya será uno de los invitados a la quinta versión de la Semana del Clima, evento que arrancó ayer en formato virtual y que analizará a través de charlas, conversatorios y mesas redondas los desafíos climáticos que supone el nuevo escenario mundial, tras el lapidario informe del IPCC respecto de este tema.
El consultor independiente en energía y cambio climático en el Banco Mundial, la Fundación Konrad Adenauer (KAS) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otros, abordará la relación entre seguridad hídrica y el sector energía este viernes 8 en la mesa temática “Desafíos de la gobernabilidad ambiental”. Entre las 09.00 y 10.15 horas, Anaya expondrá en el panel “Agua: un derecho humano en tiempos de escasez”, donde compartirá el espacio con Diego Berger, experto en Recursos Hídricos en Mekorot de Israel; Chloe Nicolás Artero, doctora en Geografía y postdoctorante en el CR2; y Laureano del Castillo, responsable del Programa de Políticas Rurales en el Centro Peruano de Políticas Rurales (CEPES).
-En temas de seguridad hídrica, ¿dónde va a poner el foco su exposición del viernes?
-Bueno, mi participación consistirá en mostrar los hallazgos de la investigación que hicimos para la KAS con 10 países de la región, con Chile incluido. El mensaje que vamos a transmitir es que tenemos una región con abundantes recursos hídricos; no obstante, eso no significa necesariamente que haya acceso a esos recursos en donde está concentrada la mayor demanda, y de todos los sectores, no solo el residencial, sino industrial y comercial. Y luego, para llegar a esos recursos, se requieren inversiones, no solo para atraer una mayor oferta de ese recurso. Hicimos un indicador comparativo del aporte de cada país al PIB por cada litro de agua y Chile quedó bastante bajo, más bien quedó último. Panamá quedó como el país que más lograba aportar al PIB, y así y todo quedaba por debajo de los países con mayor desarrollo. Chile quedaba bastante rezagado.
-¿Por qué ocurre eso?
-Hay varias explicaciones. Una de ellas tiene que ver con el uso ineficiente del agua; es uno de los puntos en que hay que enfocarse, sobre todo en empujar la economía circular en todos los ámbitos en que se está demandando este recurso. Luego, está el contexto actual del cambio climático y cómo afecta estas interacciones. El enfoque lo hacemos en su nexo con el sector energía, viendo cómo puede afectar a la seguridad energética de los países. Chile tiene compromisos de descarbonización y está dando señales muy positivas a través de su sistema de generación, pero por otra parte están otros puntos que sí afectan y generan presiones.
-¿Cuál sería la controversia principal en ese sentido?
-Al haber más sequía, el consumo de agua para agricultura aumenta, y no solo para mantener los cultivos que están ahí en riesgo de perderse, sino para mantener las condiciones de terreno donde se necesita mucha agua. Con esa mayor demanda de agua, otros sectores relevantes como energía -que es estratégico- se puede ver afectado. Ahí me parece que hay que darle una mirada holística y ver a quién estoy favoreciendo por sobre otros, o tal vez reorganizar más la política en términos de la oferta y la demanda de recursos, dónde se podrían ubicar ciertos sectores de demanda. Le podría convenir al país básicamente una planificación territorial.
-¿Dónde diría que está la principal anomalía de Chile que vuelve ineficiente el uso del recurso hídrico?
-Habría que hacer una trazabilidad en el uso de ese litro de agua consumido, por ejemplo en una vivienda, y hacerle un seguimiento. ¿Qué pasa con ese litro de agua después? ¿Tiene un segundo uso? Probablemente el agua en el sector residencial, tras ser utilizada, necesite distintas líneas donde descargar esas aguas, servir para riego u otro uso. Luego, está la parte de la presión sobre los recursos hídricos, donde también es clave darle seguimiento, porque las industrias o empresas y el sector agrícola no necesariamente le ha hecho seguimiento a las napas de agua y cuándo las van a agotar. Están teniendo una demanda, y si hay más calor o sequía, demandarán más agua. Pero no necesariamente ellos están mirando aguas abajo, entonces la trazabilidad de dónde vino ese litro de agua, garantizar que será sostenible en el tiempo y que abastecerá una demanda mayor, es clave. Pero para ello se necesita hacer estudios y tener cierta planificación sobre esa demanda.
“Hay otro punto clave en Chile: la cantidad de instituciones que tienen atribuciones sobre el tema del agua. Este no es un llamado a una mega coordinación, pero sí hay que saber mirar de entre todas esas atribuciones, quienes pueden marcar el liderazgo en dirigir los lineamientos”.
-¿Qué solución plantea para tender hacia el equilibrio en la demanda de agua entre los distintos sectores estratégicos? ¿Qué rol le cabe al sector público sobre este particular?
-Por supuesto, el sector público tiene mucho que decir, como te lo puedes imaginar, sobre todo en lo que respecta a las regulaciones del uso del agua. En Chile eso está avanzado; hemos podido ver en otras consultorías con el BID en un proyecto de geotermia y el uso de napas está bien regulado, por lo menos en ciudades. Eso es un avance; ahora, más allá de lo que es la descarga de agua sobre aguas subterráneas, me parece que la regulación puede ir un poco más allá en ver qué opciones se tienen para hacer reúso del agua, y que haya un poco más rigidez en la reducción de caudales que se hayan extraído de aguas superficiales, porque hay un margen que por un tema de procesos en que hay pérdida de agua. Hay otro punto clave en Chile: la cantidad de instituciones que tienen atribuciones sobre el tema del agua. Este no es un llamado a una mega coordinación, pero sí hay que saber mirar de entre todas esas atribuciones, quienes pueden marcar el liderazgo en dirigir los lineamientos.
-¿Cuánto dificulta en términos de gestión del agua esta dispersión de funciones repartidas entre tantos organismos?
-Mucho. Eso lo podemos ver en el cotidiano, cuando tú tienes una tarea asignada y tienes mucha gente para hacerla, te toma muchos recursos y te expone a responsabilidades. Es bueno tener una institución que concentre ciertas atribuciones o una institución por encima de las otras que diga cuáles son las responsabilidades.
-¿De qué manera hay que trabajar el reúso del agua en países como los nuestros, sabiendo que se requiere una enorme inversión e infraestructura para hacerlo?
-Sin duda hay que movilizar mucha inversión, pero la inversión no es la única respuesta. El agua está llegando a todos los sectores que la demandan; no se trata de que si hacemos un reúso del agua en Santiago y ya tenemos un volumen de agua que pueda ser útil por el riego, la mandemos a Talca y a recorrer tantas ciudades. Es importante mapear quienes pueden ser los usuarios potenciales en esa agua residual dentro de la misma ciudad. Es el concepto que subyace en la circularidad: que el mismo usuario inicial pueda reusar esa agua o haya otro agente cercano que pueda hacer lo propio. En el caso de la minería, eso es difícil, porque se trata, en general, de minas que están perdidas en medio de la nada, donde hay agua de buena calidad, pero se pierde la oportunidad para hacer múltiples usos del agua. Pero a nivel de ciudades, que es donde se concentra el mayor consumo de agua, tienes la opción de mapear donde estaría la oferta para los distintos tipos de calidad de agua.
-¿Qué rol le asigna a la desalinización como gran solución a la crisis hídrica, en vista de los 4.500 kilómetros de costa que poseemos? ¿Es necesaria una política nacional de desalinización?
-Es una de las soluciones, absolutamente. Todas son pertinentes. Se puede desarrollar capacidad institucional para apalancar recursos, es una opción siempre a mirar. La desalinización, eso sí, tiene la barrera de inversión, que se necesita para tener una planta cerca de lugares con mayor demanda de agua, y que no tenga ningún impacto ambiental. Me parece importante agregar ésta y otras opciones para aumentar la oferta de agua a nivel nacional. Los embalses son muy polémicos en Chile, pero podrían evaluarse para ciertas áreas en las que no haya un impacto relevante ambiental ni social. Pero también hay tipos de almacenamiento subterráneo, donde ni siquiera hay que construir, sino aumentar el volumen de las napas. Es nada de infraestructura, pero hay que invertir mucho para estudiar este tipo de opciones.