Educación, la clave para la convivencia vial ante la falta de infraestructura urbana
Ayer comenzaron a regir los cambios introducidos por la Ley de Convivencia Vial, y pese a que los esfuerzos para hacer coexistir a automóviles, bicicletas y otros modos de transporte en las calles son bien valorados por expertos, hay coincidencia en que los cambios normativos no serán suficientes mientras no se haga foco en la educación vial.
La nueva Ley de Convivencia Vial entró ayer finalmente en vigencia, con el objetivo de regular la coexistencia de los distintos modos de transporte en el país y con un foco especial en los denominados “ciclos”: un “vehículo no motorizado de una o más ruedas -define la ley- propulsado exclusivamente por una o más personas situadas en él, como bicicletas, triciclos, patinetas y patines”.
Y comenzó a regir con un foco importante en las críticas por la falta de infraestructura adecuada para ello en Chile, particularmente de ciclovías. Así lo han señalado diversos expertos, a lo que ayer se sumó un informe de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) indicando un déficit de US$60 mil millones en inversión y renovación de vialidad urbana, mientras que los alcaldes criticaron que esta ley no venga acompañada de los recursos necesarios para implementar la infraestructura existente.
“Si nosotros esperamos que esté toda la infraestructura de ciclovías lista para poder implementar este cambio, vamos a llegar tarde. Tenemos que empezar a cambiar actitudes, comportamientos y respeto mutuo, independientemente de que haya ciclovías o una infraestructura”, contestó ayer la ministra de Transportes, Gloria Hutt.
Precisamente, esta iniciativa busca mejorar la seguridad vial en las zonas urbanas y que todo tipo de vehículos puedan compartir las calles respetándose unos a otros, frente a los numerosos conflictos que empiezan a evidenciarse en las ciudades, y especialmente en Santiago, entre ciclistas, automovilistas y peatones ante el incremento de los viajes en bicicleta.
“Un pendiente esencial es educación y campañas comunicacionales fuertes para educar, reeducar e informar a todos los usuarios. No se puede dar por conocida una ley que genera tantos cambios por el solo hecho de que fue publicada”.
Y para que esta convivencia funcione, dicen expertos en urbanismo y transporte, lo principal es un cambio en las conductas. Un tema que tienen claro las organizaciones y colectivos involucrados en la discusión, que si bien han alabado la participación que tuvieron en la confección de la ley y definen este cambio normativo como un gran paso, coinciden en que la educación vial sigue siendo el gran tema pendiente.
“Un pendiente esencial es educación y campañas comunicacionales fuertes para educar, reeducar e informar a todos los usuarios. No se puede dar por conocida una ley que genera tantos cambios por el solo hecho de que fue publicada”, comenta Daniela Suau, del colectivo Muévete.
Una opinión similar expresa el representante de Ciclistas Furiosos, Jaime Fernández, quien valora que en la ley “por primera vez se exige a las escuelas de conductores que se hagan cargo y enseñen convivencia vial y cómo comportarse frente a una bicicleta, porque hay mucho desconocimiento. Necesitamos educación vial”.
Educación vial en los colegios
Suau añade que “hay solo dos aspectos de la ley donde se habla temas de educación, y que tienen que ver con formación de futuros usuarios, es decir, estudiantes y con futuros conductores de automóviles, donde se señala temas de educación que para mí son elementales. Cómo vamos a educar a los futuros usuarios (niños y estudiantes) o a los futuros automovilistas, si no hay un plan claro en materia de educación. Creo que como sociedad civil, tendremos que presionar al Ministerio de Educación sobre este tema”.
“Es fundamental ordenar la educación vial, que sea una educación formal, que manejar no sea aprendizaje sin un conocimiento profundo de la Ley del Tránsito. Es habitual que las personas aprenden a manejar y a circular como si el espacio no tuviera limitaciones, y eso no solo atañe a los conductores de vehículos motorizados, también a los conductores de bicicleta”
Los artículos a los que hace referencia la vocera del colectivo Muévete son el 30 de la Ley de Tránsito, donde se hace una mención a que el Ministerio de Educación deberá contemplar en los programas de los establecimientos de enseñanza básica y media del país la enseñanza de las disposiciones que regulan el tránsito y la circulación; y el artículo 31, que se refiere a las Escuelas para Conductores, donde se señala que “su enseñanza deberá promover el conocimiento, respeto y cuidado de los derechos y deberes de los peatones, ciclistas y conductores de otros ciclos”.
Algunos ejemplos tímidos sobre la importancia de estos temas se han dado a nivel de municipios. En 2015, Recoleta inició un proyecto de cursos de conducción para los alumnos egresados de cuarto medio de sus colegios municipales, con apoyo de escuelas de conducción. Además, las esperanzas de abordar este tema con mayor ahínco están puestas en las clases de educación cívica, que se están retomando en el país y que podrían ser la asignatura donde se desarrollen estos contenidos.
Al respecto, la ministra de Transportes, Gloria Hutt, plantea que “los temas de educación vial los tenemos incluidos en el currículum de Educación Básica. Es fundamental ordenar la educación vial, que sea una educación formal, que manejar no sea aprendizaje sin un conocimiento profundo de la Ley del Tránsito. Es habitual que las personas aprenden a manejar y a circular como si el espacio no tuviera limitaciones, y eso no solo atañe a los conductores de vehículos motorizados, también a los conductores de bicicleta”.
Para el ex subsecretario de Transportes, Cristián Bowen, de a poco los cambios que se han ido introduciendo en materia de normas de tránsito han logrado generar mayor conciencia por parte de la ciudadanía. “Cuando propusimos la idea de bajar de 60 a 50 kilómetros por hora la velocidad máxima urbana el proyecto era avalado en sondeos que hicimos antes de ingresar el proyecto al Congreso”.
De todas maneras, afirma que mientras no se le dé una importancia de parte del gobierno y de las autoridades va a ser difícil generar una cultura de seguridad vial. “Hay pocos países del mundo donde la seguridad vial es una política prioritaria a nivel de los gobiernos y de los ciudadanos. A pesar de que en Chile muere mucha gente al año, no parece una prioridad de los gobiernos, ni de las campañas políticas. Eso hace difícil que se le dé la prioridad financiera para avanzar en campañas de este tipo”, dice Bowen.