El Centro de Investigación para la Sustentabilidad (CIS) de la Universidad Andrés Bello dio a conocer los resultados obtenidos en el Estudio Nacional de Transporte, en el marco de la X versión de la “Encuesta Nacional de Medio Ambiente”, sondeo que este año, y por primera vez, se aplicó en todas las regiones del país. Entre los principales resultados destaca que, a nivel nacional, el uso del automóvil se mantiene como el medio de transporte preferido por chilenas y chilenos, mientras que el transporte público y las ciclovías reprueban con nota 3,6 y 2,9 respectivamente.
Es así como, en relación con el uso de medios de transporte, 51% de las y los encuestados indicó el automóvil como método preferido para movilizarse. Este resultado es similar al de 2020 (53%), pero muy por encima del porcentaje obtenido en 2014 (21%). Sin duda, esto puede explicarse por el efecto que ha tenido la pandemia y la necesidad de evitar el contacto cercano con otras personas. Detrás del automóvil se ubican las opciones de tomar micro (13%) y caminar (11%).
Sin embargo, esta es una tendencia contraria a lo que se requiere para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La doctora Beatriz Mella, planificadora urbana y académica del Campus Creativo UNAB, destaca la electrificación del transporte público, la promoción de viajes en modos masivos como el metro o bus, y el transporte activo como medidas fundamentales de mitigación del cambio climático. “Una persona que cambia el auto por la bicicleta reduce en 0.5 toneladas sus emisiones de CO2 en un año, lo que disminuye fuertemente su huella de carbono –que no debiera ser mayor a cinco toneladas de CO2 al año–, según estudios recientes”.
Si bien el uso de la bicicleta experimentó un alza considerable en 2020 (15%), este año hubo un retorno a los bajos números históricos de 2014 (4-5%). De hecho, las y los chilenos califican con nota 2,9 la cobertura de ciclovías en sus ciudades, bajando de forma importante la nota de 3,8 obtenida en 2019.
La doctora Mella explica que los criterios mínimos para la implementación de ciclovías fueron estandarizados hace muy poco, por lo que muchas de ellas están obsoletas en términos de seguridad y/o eficiencia. “Esto se suma a una red todavía segmentada y descontinuada, lo que la hace menos eficiente para viajes diarios. Entonces, la falta de ciclovías, el desconocimiento de la Ley de Convivencia Vial, la falta de fiscalización y cumplimiento de las velocidades máximas y la baja percepción de seguridad en los espacios públicos, sin duda impacta en el poco uso de la bicicleta. Si estas condiciones existieran, todos los viajes de entre 5 a 7 kilómetros podrían hacerse en bicicleta – lo que corresponde a la distancia recorrida por cerca de 50% de los viajes en auto que se hacen en Santiago”.
“Lamentablemente, no hemos sido efectivos en comunicar los beneficios de elegir modos de transporte más sostenibles, no solo beneficios ambientales sino también los que el transporte activo reporta a nivel de salud pública. Por ejemplo, andar en bicicleta reduce estrés y ansiedad; promueve la reducción –en al menos 30%– de padecer enfermedades coronarias, o crónicas, como la diabetes, e incluso cáncer; aumenta la masa muscular y la condición cardio-respiratoria, entre otros. Aquí se requiere un esfuerzo mancomunado de comunicación y de brindar alternativas seguras para que las personas dejen el auto en casa”, explica la académica del Campus Creativo UNAB.