Atacama, O’Higgins, Los Ríos y Los Lagos definen sus propios planes de acción regionales para enfrentar el cambio climático
En una iniciativa inédita, estas cuatro regiones han desarrollado un proceso que convocó a la academia, la ciudadanía, el sector privado y el estado para conformar estos planes de acción locales tras identificar sus propias amenazas climáticas y el riesgo para sus habitantes, ciudades, actividades productivas y biodiversidad. En conjunto suman 72 medidas concretas de adaptación y mitigación al cambio climático agrupadas en sectores específicos, como turismo, biodiversidad, pesca y acuicultura, silvoagropecuario y ciudades.
Periodista
Durante casi dos años, cuatro regiones del país han estado trabajando de forma pionera para crear sus planes de acción regionales de cambio climático, un instrumento contenido en la Ley Marco de Cambio Climático que se está tramitando actualmente en el Congreso y que busca aterrizar en los territorios las definiciones ya adoptadas en esta materia a nivel país, pasando de una mirada nacional a una de operación local con el énfasis puesto en las diferentes necesidades y amenazas que enfrenta cada región.
Se trata de las regiones de Atacama, O’Higgins, Los Ríos y Los Lagos, que han desarrollado un amplio proceso participativo que incluye a distintos actores, como la academia, el Estado, el sector privado, las organizaciones civiles, ong’s, gremios y la propia ciudadanía para conformar estos planes de acción locales tras identificar sus propias amenazas climáticas y el riesgo para sus habitantes, ciudades, actividades productivas y biodiversidad. Un trabajo que ha sido coordinado por los respectivos Comités Regionales de Cambio Climático (CORECC), cuya conformación se inició en 2016 y cuya instalación en las 16 regiones del país se completó en 2020 al sumarse la región de Ñuble, y que hoy se encuentran en proceso de consulta pública.
En conjunto, los cuatro planes de acción regionales suman 72 medidas concretas de adaptación y mitigación al cambio climático, algunas de ellas con incidencia en ambos ámbitos. Estas se definieron en base a la información y estudios disponibles respecto de los impactos del cambio climático en cada región, las fuentes de emisiones y sumideros de carbono, y las vulnerabilidades y riesgos detectados. En general, las medidas se agruparon en sectores específicos, como turismo, biodiversidad, pesca y acuicultura, silvoagropecuario y ciudades.
Además, todos los planes contienen indicadores específicos para el monitoreo y seguimiento de cada una de las medidas comprometidas, para verificar y cuantificar su avance. Junto con ello, se realiza un catastro de posibles fuentes para conseguir su financiamiento, tanto a nivel nacional como internacional.
Atacama: evitar impacto en ciudades y agricultura
En Atacama, que representa el 9,94% del territorio del país, el 2,2% del PIB nacional y suma 286 mil habitantes, los principales impactos del cambio climático se concentran en un incremento de la temperatura máxima media de casi 3ºC y en la ocurrencia de olas de calor -y sus consecuentes impactos en la salud de la población-, la sequía y sobre explotación de los recursos hídricos, los incendios, la erosión -con más de 2 millones de hectáreas con erosión severa o muy severa-, y las lluvias intensas, aluviones e inundaciones.
En cuanto a esto último, se señala que en la región existe una tendencia al aumento en la frecuencia e intensidad de eventos hidrometeorológicos extremos, con aluviones que dañan la infraestructura, cadenas de suministro, ecosistemas y a diversos sectores productivos. Se pone como ejemplo el aluvión de 2015 en Diego de Almagro, Chañaral y Copiapó, y el desborde de los ríos Copiapó y Chollay en 2017. En conjunto, dejaron 6.380 viviendas con daños reparables y 1.102 viviendas con daños irreparables, se afectó la conectividad generando aislamiento, el arrastre de material industrial contaminó aguas y suelo, y el sector agrícola el daño en canales de riego, inundación de cultivos, aterramiento de canales y pozos, muerte de animales y corte de caminos.
En agricultura, se estima que el sector pasará de 13.026 hectáreas frutícolas a 10.000 ha para el año 2040, y a 7.000 ha para 2070, principalmente en uva de mesa. A esto se agrega una reducción de un 53% en la productividad de uvas y aceitunas, lo que también afectaría la producción de papas y paltas. En suma, se pronostica una disminución significativa en el ingreso neto del sector agrícola para la Región de Atacama que pasaría de su nivel actual de $11,10 mil millones a $8,46 mil millones para 2040, lo que a su vez afectará la mano de obra, con una disminución prevista del 18% de empleos agrarios para el año 2070.
Por ello, el plan de acción regional de Atacama propone 21 medidas de adaptación al cambio climático, cuatro de ellas transversales: el ordenamiento territorial para una mejor gestión del recurso hídrico, los riesgos y medidas de adaptación regional; la gestión estratégica de sus cuencas; la educación ambiental para enfrentar el cambio climático; y un sistema de financiamiento regional para medidas de adaptación y mitigación al cambio climático.
Las otras 17 medidas de adaptación se distribuyen por áreas, donde la que mayor cantidad de acciones concentra es la de “asentamientos humanos”. Entre ellas, se encuentra el implementar estándares de diseño y construcción para viviendas y espacios de uso público que consideren el concepto de soluciones basadas en la naturaleza, desde una perspectiva de adaptación a climas áridos y resilientes ante aluviones. También la construcción de obras fluviales y de contención aluvional y el monitoreo hídrico de crecidas. En el sector minerías, las medidas van en una línea similar, como la dentificación de infraestructura crítica del sector que debe adaptarse a los efectos del cambio climático, y lo mismo para el diseño y operación de faenas mineras.
En cuanto a la agricultura, se propone un programa de conservación de suelos agrícolas, la recarga de acuíferos para recuperar la capacidad de almacenamiento de agua subterránea, y la adopción de prácticas de producción sustentables (eficiencia hídrica, conservación de suelos, diversificación de la producción).
O´Higgins: Hacer frente a la sequía y el aumento de temperatura
En el caso de O´Higgins, se trata de una región que representa el 2,2% del territorio continental del país, donde habitan 914.555 personas y genera un 4,4% del PIB nacional. Entre los principales impactos del cambio climático en la región se encuentra la sequía, marcada por un déficit de precipitaciones anuales que oscila entre un 25% y un 45% en la última década. Entre sus principales impactos está la disminución de las fuentes de agua, la falta de acceso al agua potable, la pérdida de suelos cultivables, falta de forraje y agua para animales, merma de emprendimientos turísticos, pérdida de empleos y cambios en los ecosistemas por la disminución de los flujos de los ríos. En 2019, toda la región fue declarada como zona de escasez hídrica.
A esto se suma un incremento en la frecuencia e intensidad de los incendios forestales, el impacto en la pesca artesanal local por la acidificación de los océanos, el impacto de inundaciones y aluviones por fenómenos climáticos extremos -la región suma 10 inundaciones fluviales en los últimos cuatro años-, el incremento de las olas de calor -incluida una de 12 días sucesivos en 2017- y la erosión de los suelos a causa de la sequía. Hoy el 52% de los suelos de la región están erosionados.
Para hacer frente a estos problemas, el plan de acción regional de O´Higgins establece 28 medidas de adaptación y mitigación. De ellas, cuatro son transversales a todos los sectores: la gestión eficiente de los recursos hídricos, la integración del cambio climático y la gestión hídrica en el ordenamiento territorial, la formación de capital humano en temáticas de cambio climático, y la protección y conservación de los suelos.
En cuanto a las medidas específicas, para el sector solvoagropecuario y de pesca se proponen como acciones de adaptación el uso eficiente del agua para riego, avanzar a sistemas productivos resilientes y sostenibles, y la disminución de los riesgos climáticos. En materia de mitigación, la prevención de incendios forestales y la restauración ecológica, y la instalación de biodigestores a nivel predial.
En cuanto a la biodiversidad, se impulsan también acciones para su protección y conservación, entre ellas la reforectación, revegetación y forestación de cuencas; recuperación, protección y conservación de ecosistemas; y la elaboración de un programa regional de ecosistemas acuáticos y de algas.
Un ámbito que concentra importantes medidas es el de los asentamientos humanos y lña energía. En términos de adaptación, estas proponen establecer nuevos estándares de diseño y construcción de proyectos desde una perspectiva de cambio climático y gestión de riesgos hidro climáticos, impulsar proyectos de infraestructura verde, elaborar un instrumento regional de gestión de residuos y asegurar la disponibilidad de agua para consumo humano y emergencias. En cuanto a mitigación, establece la reducción de combustibles fósiles y la eficiencia energética en la industria, la movilidad sustentable en las ciudades, el uso de biomasa eficiente y electricidad para calefacción, y el aumento de la captura de biogas desde rellenos sanitarios.
Los Ríos y Los Lagos: protección de bosques y turismo
Las regiones de Los Ríos y Los Lagos están fuertemente marcadas por sus bosques, humedales, ríos y lagos, un paisaje que en materia climática enfrenta serias amenazas por la disminución de precipitaciones y el riesgo de incendios forestales. En un territorio, además, con una fuerte presencia del turismo.
En el caso de Los Ríos, su superficie de 18.429 km2 representa el 2,4% de la superficie del país y posee 384 mil habitantes. Su principal motor económico es la silvicultura, tanto por la extracción de maderas como por el procesamiento de celulosa, con el turismo como otra importante fuente de desarrollo económico. Casi el 68% de su superficie son bosques, el 26,7% praderas y matorrales, y el 6,1% son cuerpos de agua. Tiene tres parques nacionales y el 5,1% de la superficie regional son áreas protegidas del Estado, mientras que un 9,4% del territorio se reparte en 63 iniciativas de conservación privadas.
¿Cuáles son sus principales amenazas climáticas? Para el turismo, la pérdida de atractivos naturales -que se estima variará de un riesgo intermedio a alto y muy alto- por tres factores: déficit hídrico, incendios y el alza proyectada de temperaturas. Los incendios también forman parte de las amenazas a las ciudades, al igual que eventos extremos como inundaciones y aluviones. A esto se suma el posible incremento de las floraciones de algas nocivas para el sector pesca y acuicultura por las alzas de temperaturas. Para el sector forestal, la amenaza es clara: el incremento de incendios forestales.
Ante esto, el plan de acción regional de Los Ríos propone 10 líneas de acción con 14 medidas específicas. En materia de mitigación, propone fomentar técnicas de gestión forestal sustentable en bosques nativos de la región; mejorar la resiliencia de los ecosistemas a partir de la conservación de la biodiversidad, y fomentar prácticas de manejo sostenible en la actividad agrícola, pecuaria y forestal, entre otros.
En cuanto a adaptación, establece el aumentar la resiliencia del sector agropecuario a través del uso sostenible de los recursos hídricos y la mejora de las condiciones de gobernanza del agua, fomentar el consumo regional de productos del mar locales y Establecer criterios y lineamientos de cambio climático en los instrumentos de planificación territorial. Como una medida mixta (de mitigación y adaptación), apunta a Reconocer el rol fundamental que poseen las áreas silvestres protegidas, para enfrentar de manera natural y resiliente el fenómeno del cambio climático.
La Región de Los Lagos, en tanto, representa el 6,4% de la superficie nacional, posee 828 mil habitantes y su economía se basa fundamentalmente en la explotación de recursos naturales de alta demanda externa (agricultura, silvicultura y pesca), y una importante presencia del turismo (8% del PIB regional). Al igual que Los Ríos, el 60% de su territorio está cubierto por bosques -casi la totalidad de bosque nativo-, seguido de praderas y matorrales (22%), mientras que los cuerpos de agua cubren casi el 5% de su territorio. Con 7 parques nacionales, más del 28% de la región son áreas silvestres protegidas por el Estado, y 71 iniciativas de conservación privadas suman otro 16% de su superficie.
Aquí, se estima que el riesgo de disminución de calidad del recurso turístico cambiará de intermedio a muy alto en el futuro, y lo mismo ocurrirá con los incendios forestales, la alteración de la calidad de vida en las ciudades, y la pérdida de empleos en la pesca y acuicultura por los fenómenos de floración de algas.
Por ello, el plan de acción de Los Lagos propone 19 medidas para enfrentar los probables escenarios climáticos tanto en el ámbito de la adaptación como de la mitigación. Estas se reparten en seis líneas de acción. En la lína de conservación de la biodiversidad e incremento de secuestro de gases de efecto invernadero, por ejemplo, propone facilitar el tránsito hacia un manejo sustentable y recuperación del bosque nativo en la región, favoreciendo las soluciones basadas en la naturaleza; la restauración ecológica mediante soluciones basadas en la naturaleza; fomento al turismo sustentable en Zonas de Interés Turístico de la Región de Los Lagos; Asegurar el abastecimiento de agua potable y saneamiento, a través de la protección de los recursos naturales que garantizan su disponibilidad; y aumentar el secuestro de carbono mediante la recuperación de suelos para uso agropecuario.
En cuanto al uso sostenible de los recursos naturales renovables y no renovables como ejes de desarrollo regional bajo escenarios de cambio climático, otra línea de acción, propone medidas como fortalecer la capacidad de prevenir la generación de residuos y aumentar la valorización de residuos del sector pesca y acuicultura; incrementar la resiliencia de la mitilicultura al cambio climático mejorando la gestión del sector en forma estratégica e integrada; y fomentar el aumento de eficiencia en el consumo de agua para fines agrícolas y mejorar la calidad de agua en la región de Los Lagos, entre otros.