Es la única palma no tropical del mundo y la más austral de todas. Por si fuera poco, es endémica de la zona central de Chile y se ha convertido en una especie emblemática en territorio nacional. Se ubica numerosamente en tres grandes zonas protegidas: en el Palmar de Ocoa (al interior del Parque Nacional La Campana), en el Santuario de la Naturaleza Palmar El Salto (en la parte alta de Viña del Mar) y en el Parque Nacional Las Palmas de Cocalán (comuna de Las Cabras, Región de O’Higgins).
Sin embargo, la palma chilena (de nombre científico Jubaea chilensis) reporta desde hace algunos años una baja o nula regeneración, lo que se traduce en que haya muchos ejemplares adultos en la mayoría de los palmares, y una baja cantidad de individuos infantiles y juveniles. La interrogante que aún faltaba por dilucidar era qué factores incidían en este fenómeno que está afectando la persistencia de la especie, y cuál de esas variables prevalecía sobre las otras.
Precisamente ese fue el desafío que abordaron dos académicos y una académica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) -Sebastián Cordero, Francisca Gálvez y Francisco Fontúrbel- en un estudio titulado originalmente en inglés “Multiple anthropogenic pressures lead to seed dispersal collapse of the southernmost palm Jubaea chilensis” (cuya traducción sería “Múltiples presiones antropogénicas provocan el colapso de la dispersión de semillas de la palma más austral Jubaea chilensis”).
Publicado el pasado 16 de diciembre en la revista científica Frontiers in Ecology and Evolution, el estudio de los tres profesionales chilenos concluyó que la causa principal que limita la regeneración de la especie, como insinúa el título, es la depredación de las semillas producto de la acción de roedores. El más depredador es el roedor exótico conocido como rata negra (Rattus rattus) y, en menor medida, dos roedores nativos conocidos como degús: el Octodon degus y el Octodon lunatus. La salvedad es que Octodon degus también dispersa semillas, pero no lo hace en cantidades tan significativas como ocurre con la depredación.
Engrosas el problema otros factores como las presiones de la cosecha humana y venta no autorizada de las semillas, el avance inmobiliario que invade el hábitat, la propagación de los incendios y el consumo de las plántulas (estado inicial de las plantas) por parte de algunos animales herbívoros como los conejos. El desolador escenario llevó a los investigadores a plantear que la palma chilena sea recategorizada por el Ministerio del Medio Ambiente en el Registro de Clasificación de Especies según estado de conservación. Concretamente, que se modifique de “vulnerable” a “en peligro crítico” de extinción.