El año 2014, un grupo de investigadores advirtió por primera vez la situación de amenaza que vivía la Ciénaga del Name o el Ciénago del Name, como lo llaman los lugareños, último humedal existente en el secano interior de la zona central de Chile. En esa oportunidad destacaron las características exclusivas de este ecosistema ubicado en la provincia de Cauquenes, Región del Maule, ya que, a diferencia de los humedales que se encuentran cercanos a la costa, es el único que posee agua dulce porque se alimenta de las lluvias y de los arroyos que escurren del cerro Name.
En el mismo estudio, financiado por un convenio entre la Pontificia Universidad Católica y Empresas Arauco, los especialistas resaltaron además su “alto valor como proveedor de hábitats para la fauna y la flora nativa” y concluyeron que debía ser nombrado como área protegida en la categoría de Santuario de la Naturaleza.
Sin embargo, a cinco años de ese llamado, aún no se han tomado medidas de protección aparte de la declaración de área libre de caza aprobada en 1995 por el Ministerio de Agricultura. Los esfuerzos por su conservación hasta ahora han sido infructuosos, y el sector parece más un pantano que un humedal.
“Este humedal es muy susceptible al cambio climático, porque depende mucho de las lluvias invernales. Ahora, producto de las altas temperaturas de verano, se vio muy seco y una gran zona del espejo de agua -sobre todo los bordes- se secó. Debería recuperar agua ahora en invierno, pero es un humedal que está en proceso de sedimentación y su situación que es crítica”, dice Pedro Garrido, investigador en Conservación de Biodiversidad de la Universidad de Talca.
Hace diez años la Ciénaga tenía 200 hectáreas de extensión (61 de ellas correspondían al espejo de agua y el resto a pantano), y albergaba a más de ochenta especies de aves y fauna endémicas, como el pejerrey chileno. Hoy el panorama es desolador, afirman los vecinos.
Eduardo Cancino, presidente de la Junta de Vecinos del sector, recuerda que “este era un humedal que probablemente se iba a secar en 200 años más. Sin embargo, la acción del hombre aceleró el proceso de tal manera que ya se encuentra colmatado, y creo que hay razones fundamentales para que ocurriera eso. La primera radica en una agricultura mal ejercida, y se suman las plantaciones y la disminución de las precipitaciones, que bajaron de 700 mm a 300 mm o menos en 2016-2017”.
“Esto último -añade Cancino- ha provocado que el ciénago no se pueda nutrir de agua. A lo anterior hay que sumarle que hace un par de años se instaló una chanchera que está a más o menos 15 kilómetros, donde se construyó un pozo profundo de 150 a 200 metros, lo que permite un consumo de agua que puede llegar hasta los 5 millones de litros diarios. Los científicos que han venido nos han dicho que esta empresa extrae agua de napas subterráneas a 30 kilómetros a la redonda, lo que afecta directamente al humedal”.