Conaf evalúa utilizar fuego para combatir los incendios forestales
La quema controlada, que disminuye el material vegetal combustible, es una técnica empleada en varios países para manejar el riesgo de propagación de los focos. En Chile, dicen los especialistas, aún es considerado algo revolucionario y que genera ciertas suspicacias, pero podría evitar el avance descontrolado del fuego. Desde Corma señalan que es un cambio de paradigma, mientras que desde la academia consideran que vale la pena asumir un “mal menor”.
Como cada año, con la llegada de los meses más calurosos se activa la temporada de incendios forestales y los organismos encargados de combatirlos despliegan todos sus recursos para intentar mantener el fuego bajo control.
“Lo que nosotros llamamos ‘temporada’ es un término bastante desafortunado según yo lo veo, porque recuerda a la temporada de piscinas o temporada de vacaciones, y esto no tiene nada de festivo. Yo prefiero la definición de Periodo de Máxima Probabilidad de Ocurrencia de Incendios. Estadísticamente los periodos se consideran desde el 1 de julio hasta el 30 de junio del año siguiente”, explica Pablo Lobos, gerente de Protección contra Incendios Forestales de la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Conaf, entidad dependiente del Ministerio de Agricultura (Minagri), destina cada verano gran cantidad de recursos al combate de los incendios, sin embargo, los daños que causa el avance del fuego muchas veces son irreparables, lo que obliga a analizar nuevas estrategias, entre ellas el uso del mismo fuego para controlar los focos.
Desde esta institución cuentan actualmente con un sistema de protección basado en torres de detección de incendios forestales, centrales de coordinación, recursos terrestres y recursos aéreos. Si bien Conaf es la primera organización en responder a estas emergencias, junto con Bomberos, en caso de declararse una Alerta se activan recursos adicionales que son parte de un sistema de protección civil que incluye, por ejemplo, a Onemi, Ministerio de Obras Públicas y las Fuerzas Armadas.
Para este año Conaf posee 283 brigadas terrestres que en total suman cerca de 3.000 brigadistas a nivel nacional, quienes poseen un equipamiento personal con un costo cercano al millón de pesos, con ropa certificada según norma europea con productos y telas ignífugos para garantizar la seguridad de quienes desarrollan una de las labores más peligrosas del mundo.
Además, el organismo dispone de una flota de 63 aeronaves entre aviones cisterna, helicópteros de distinta categoría y aeronaves de coordinación y observación, con cámaras infrarrojas y térmicas que permiten ver a través del humo y determinar la emisión calórica que está generando el incendio, dónde está más comprometido, su avance, y algunas variables del comportamiento del fuego que permiten tomar mejores decisiones a la hora de las estrategias. De estas aeronaves, 6 son propias y el resto son arrendadas para la temporada de mayor contingencia, con un peak de operaciones contemplado para fines de diciembre.
Del mismo modo, Conaf tiene puestos de mando móviles, que son vehículos con internet satelital, computadores, pantallas gigantes, sistemas de radiocomunicación, que se ubican en los incendios y se constituyen como centrales de operación. Asimismo, existen camiones aljibe que proveen de agua en los incendios forestales, y vehículos de ataque rápido, que son camionetas 4×4 que llevan brigadas de 5 personas que manipulan motobombas y estanques con productos químicos que permiten sofocar rápidamente el fuego.
Por su parte, desde la Corporación Chilena de la Madera (Corma) las empresas del sector privado aportan con 60 aeronaves de combate al fuego, entre helicópteros y aviones; este año se incorporaron dos aviones con cámara nocturna que apoyan el trabajo de brigadistas especializados que combaten incendios de noche. De igual modo, apoyan las labores con cerca de 3.600 brigadistas, 150 torres de detección con personal 24/7, 80 cámaras robot de monitoreo, un servicio de monitoreo satelital para detectar incendios, 250 carros bomba cisterna con brigadistas, 40 brigadas mecanizadas con maquinaria pesada para combatir incendios, y 4 centrales de operaciones de incendios para monitoreo y despacho de recursos.
Juan José Ugarte, presidente de Corma, destaca el trabajo que se está realizando en materias de coordinación: “Estamos ad portas de iniciar la temporada de incendios, trabajando con mucha profundidad entre el sector público y privado en la prevención. El mejor incendio es el que no se produce, y también preparando a todos los equipos técnicos y profesionales para reaccionar de manera oportuna y eficaz para cuando se produzca cualquier foco”.
El representante gremial añadió que “estamos coordinados y poniendo nuestras mejores capacidades y recursos para atender las expectativas de una temporada que se ve muy amenazante por las condiciones del cambio climático y por la gran masa forestal que debemos proteger. Esta es una actividad público-privada que nos distingue como país”.
En tanto, el presidente del Departamento Prevención y Protección de Incendios de Corma, Ramón Figueroa, advierte que “en Chile en la campaña de incendios, entre Conaf y las empresas privadas agrupadas en Corma, se invierten más de 200 millones de dólares cada año solo en combate. Uno de los grandes aprendizajes que hemos adquirido es que los incendios, sobre todos los de gran magnitud, hay que enfrentarlos en equipo y apoyarse. Si cada uno ve su metro cuadrado, nos vamos a quemar”.
Pese a este enorme despliegue de recursos y a la experiencia adquirida con los años de combate contra el fuego, los pronósticos no son alentadores para este periodo. Según detallan desde Conaf, por causas como el cambio climático y la irrupción de viviendas en zonas donde antes no las había, está proyectado un empeoramiento de los incendios forestales.
“Yo soy enemigo de las predicciones, porque no tenemos variables claras como para hacerlas. Por eso es fundamental enfatizar en el tema de la prevención por parte de la ciudadanía, porque el 99% de los incendios son provocados por las personas y es la única variable sobre la que podemos tener control”, recalca Pablo Lobos, de Conaf.
“Las variables externas no son tan decidoras. Lo más importante es el comportamiento humano. Las condiciones meteorológicas no tienen intención de hacer cosas, pero el ser humano sí, así que me preocupa mucho más el hombre que la naturaleza”, coincide Ramón Figueroa, de Corma.
“Estamos hablando básicamente de silvicultura preventiva, intervenir sobre el combustible. En ninguna de las otras variables que dicen relación con el riesgo de incendios nosotros tenemos control: la topografía, la meteorología. Nosotros ahí no tenemos ninguna influencia, por lo tanto trabajamos sobre el combustible a través de la mitigación, con cortafuegos, corta combustible, etcétera”.
Mucho combustible
En Conaf señalan que si bien este año hubo más lluvias durante el invierno que los años previos, no fueron suficientes como para mitigar la sequía de más de una década en la zona central. Según lo que han podido detectar con imágenes satelitales y por la condición de estrés de la vegetación, las precipitaciones no fueron suficientes para disminuir el estrés hídrico. Y por otro lado, todo lo que es combustible fino como el pasto y las gramíneas creció considerablemente, mientras que las lluvias recientes producen además una segunda generación de pasto.
En el organismo forestal, dependiente del Ministerio de Agricultura, añaden que la altura que ha alcanzado este pasto está traslapada con la vegetación arbórea, por lo que se produce un efecto de combustible escalera para que el fuego suba a los follajes, lo que hace prever una temporada bastante compleja. Además, desde el punto de vista climatológico, la Dirección Meteorológica de Chile ha anunciado olas de calor cada vez más recurrentes, situación que va a generar vientos Raco y Puelche, que son un componente sumamente relevante durante los incendios forestales.
A juicio de los expertos, las condiciones descritas hacen imprescindible profundizar las labores de mitigación que se realizan durante todo el año, para disminuir el riesgo latente por la gran cantidad de material vegetal que puede ser combustible.
“En mitigación trabajamos para que una vez que ocurra un incendio, cause el menor daño posible. Estamos hablando básicamente de silvicultura preventiva, intervenir sobre el combustible. En ninguna de las otras variables que dicen relación con el riesgo de incendios nosotros tenemos control: la topografía, la meteorología. Nosotros ahí no tenemos ninguna influencia, por lo tanto trabajamos sobre el combustible a través de la mitigación, con cortafuegos, corta combustible, etcétera”, indica Lobos.
“La prevención social y el manejo del combustible es el futuro de esta cosa, porque el combate no evita que un incendio ocurra. En otros países, en zonas como California, por ejemplo, tienen equipos de primer nivel y los programas de incendios más grandes del mundo, y todos los años se quema y se requema. ¿Por qué pasa esto? Porque todo su sistema está basado en la extinción de incendios, en el combate, y no está basado en el manejo de sus bosques”, complementa Figueroa.
Para el especialista de Corma, “si el bosque está manejado, si el bosque está limpio, incluso puede no haber incendios, porque no están las condiciones para que ocurran. Puede haber ignición de combustible, pero no propagación. Esto es absolutamente aplicable al bosque nativo, pero te encuentras con una legislación antigua que dice que tú al bosque no puedes hacerle nada. Pero si tienes un incendio en un bosque y no tienes caminos, no tienes cortafuegos, no tienes fuentes de agua para abastecer a los helicópteros en el combate, no tienes pista para que aterricen los helicópteros, ¿cómo vas a detener un incendio en un bosque nativo o en un parque nacional?”.
“Hay quienes quieren mantener todo intocable, pero cuando viene la emergencia todos se acuerdan de rezar”, sentencia Figueroa.
“Es una práctica que se aplica en países que han tenido mayor prevalencia de incendios forestales, como Australia y Canadá, donde se hacen quemas controladas para evitar que el incendio se propague desde un punto a otro. En ese sentido se utiliza el fuego para apagar el fuego, lo que se hace con personas muy especializadas, con condiciones climáticas muy controladas”.
Fuego amigo
Para el presidente del Departamento Prevención y Protección de Incendios de Corma un bosque manejado, limpio, hidratado y sano es un bosque con futuro. “Un bosque con futuro aunque se queme va a seguir siendo bosque, no le hará nada el fuego, pasará por abajo. Pero un bosque sucio, sin agua, tiene todas las condiciones para quemarse, y se va a quemar y se va a morir”, alerta.
“Tenemos que empezar a manejar la naturaleza pensando en que el fuego ya es parte de nuestra realidad, no es una probabilidad, y eso incluye a las plantaciones, a los cultivos, al bosque nativo, a los parques nacionales. Solo nos queda el combustible, manejar el combustible”, recalca el ejecutivo.
En este contexto, Figueroa plantea una alternativa que puede cambiar paradigmas en el combate contra los incendios forestales: el uso del fuego.
“El fuego es una herramienta que se ocupa mucho en otros países para la prevención de incendios y para el combate de fuego contra fuego, pero acá en Chile es súper cuestionado. Se ocupa en Estados Unidos, en Europa, en Sudáfrica, en todas partes. Pero acá te dicen “¿Fuego? Chuta…”, confidencia el representante de Corma.
Sin embargo, Conaf ya está evaluando esta posibilidad que podría ser revolucionaria en el país. “Hay que analizarlo caso a caso, pero nosotros estamos evaluando la pertinencia del fuego para utilizarlo como herramienta de mitigación. Una buena quema prescrita no causa un daño importante ni una emisión de gases de efecto invernadero importante, por lo tanto estamos abriéndonos a todos esos temas y estamos trabajando en cómo poder prevenir y mitigar especialmente en áreas silvestres protegidas”, puntualiza Lobos.
El gerente de Protección contra Incendios Forestales de Conaf precisa que “nosotros estamos trabajando el tema del uso del fuego como quemas prescritas y también como fuego técnico, es decir, el uso del fuego como herramienta para el combate de incendios forestales, como contrafuego. Un buen contrafuego es una herramienta muy efectiva, pero un contrafuego hecho por cualquier persona sin conocimiento es otro incendio más”.
Rose Marie Garay, ingeniera forestal y académica del Departamento de Desarrollo en Productos Forestales de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, apunta a que “hay que considerar que a la población una medida de este tipo le puede sonar extraña. Efectivamente es una práctica que se aplica en otros países, en países que han tenido mayor prevalencia de incendios forestales, como Australia y Canadá, donde se hacen quemas controladas para evitar que el incendio se propague desde un punto a otro. En ese sentido se utiliza el fuego para apagar el fuego, lo que se hace con personas muy especializadas, con condiciones climáticas muy controladas”.
La académica sostiene que la lógica de esta técnica es aplicar un mal menor para evitar un problema mayor, porque la existencia de una gran cantidad de carga combustible en lugares donde hay mayor propensión al desarrollo de incendios se puede mitigar a través de una eliminación preventiva.
“Todas las opiniones pueden ser emitidas. Pero la verdad es que ante un riesgo de perder todo el bosque, es altamente probable que manejar el recurso desde el punto de vista de reducir la carga de combustible para disminuir el riesgo, puede terminar siendo mucho mejor que exponer todo el bosque a ser consumido por un incendio”, destaca Rose Marie Garay.
Le experta de la Universidad de Chile agrega que “hay mucho que leer y aprender, no hay una pura receta en esto, porque depende de qué tipo de bosque y en qué situación estamos: es una plantación, es un bosque esclerófilo, es un bosque de lenga en Coyhaique o un bosque siempre verde de Valdivia. Esos son escenarios muy distintos y hay que buscar soluciones que sean factibles de aplicar, y manejo del recurso de acuerdo a la condición de cada bosque”.
“Son experiencias bastante documentadas, bastante tradicionales en otros países, donde la prevalencia de incendios forestales de gran magnitud es un tema. Hay lugares donde incluso el fuego se deja avanzar nomás hasta que se extinga por sí solo, por la dinámica de cómo se comporta el fuego y porque saben que una intervención en ciertas condiciones es prácticamente imposible”, explica la especialista.
Desde Conaf aseguran que técnicamente se encuentran preparados para aplicar esta innovación, pero su objetivo es propiciar un trabajo conjunto que involucre a universidades y organismos técnicos para determinar el mejor manejo posible.
“Hay incendios que pasan tan rápido que la intensidad calórica del fuego es baja, que no ‘coronan’ (es decir, no queman follaje), y esos incendios son beneficiosos. Pero al haber mucha carga combustible calculada en toneladas por hectárea se generan incendios con una severidad muy alta, es decir que calcinan todo a su paso, que tienen un efecto ambiental increíblemente dañino y son imparables”, argumenta Pablo Lobos.
“Tenemos que empezar a manejar la naturaleza pensando en que el fuego ya es parte de nuestra realidad, no es una probabilidad, y eso incluye a las plantaciones, a los cultivos, al bosque nativo, a los parques nacionales. Solo nos queda el combustible, manejar el combustible”.