Científicos alertan sobre “crisis mundial de incendios forestales”: aumentarían un 50% a fin de siglo, y gobiernos no están preparados
Según advierte el reporte dado a conocer ayer por el PNUMA, se prevé que el cambio climático y el cambio en el uso de la tierra hagan que los incendios forestales sean más frecuentes e intensos, con un aumento global de incendios extremos de hasta un 14 % para 2030, un 30 % para fines de 2050 y un 50 % para fines de este siglo. Ante este escenario, proponen a los gobiernos la implementación de tres acciones principales. La primera es auditar los costos totales de incendios forestales e invertir en planificación, prevención y recuperación, no solo en respuesta. “El calentamiento del planeta está convirtiendo los paisajes en yesqueros”, advierten.


“En todos los ecosistemas de la Tierra, los incendios forestales están creciendo en intensidad y extendiéndose en rango. Desde Australia hasta Canadá, desde Estados Unidos hasta China, en toda Europa y el Amazonas, los incendios forestales están causando estragos en el medio ambiente, la vida silvestre, la salud humana y la infraestructura”. Con esta dura sentencia comienza el estudio “Spreading like Wildfire: The Rising Threat of Extraordinary Fires”, dado a conocer ayer por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y que se transforma en el primer informe del organismo que hace un balance de la escala y el alcance de la crisis mundial de incendios forestales.
Según advierte el reporte, se prevé que el cambio climático y el cambio en el uso de la tierra hagan que los incendios forestales sean más frecuentes e intensos, con un aumento global de incendios extremos de hasta un 14 % para 2030, un 30 % para fines de 2050 y un 50 % para fines de este siglo. Si las emisiones no se reducen y el planeta se calienta más, los incendios forestales podrían aumentar hasta en un 57% para el año 2100.
El informe, que encuentra un riesgo elevado incluso para el Ártico y otras regiones que antes no se habían visto afectadas por los incendios forestales, se publica antes de que se reanude la quinta sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-5.2) en Nairobi, entre el 28 de febrero y el 2 de marzo próximos.
“El calentamiento del planeta está convirtiendo los paisajes en yesqueros, mientras que un clima más extremo significa vientos más fuertes, más cálidos y más secos para avivar las llamas”, señala el reporte, y agrega que “el fuego está cambiando porque estamos cambiando las condiciones en las que ocurre”.
No todos los incendios son dañinos, señalan los científicos, y no todos necesitan ser extinguidos porque tienen un propósito ecológico importante. Sin embargo, los incendios forestales que arden durante semanas y que pueden afectar a millones de personas en miles de kilómetros cuadrados presentan un desafío para el que, en este momento, no estamos preparados, advierten.
“Los rayos y el descuido humano siempre han provocado, y siempre lo harán, incendios descontrolados, pero el cambio climático antropogénico, el cambio en el uso de la tierra y la mala gestión de la tierra y los bosques significan que los incendios forestales encuentran con mayor frecuencia las condiciones climáticas y de combustible propicias para volverse destructivos. Los incendios forestales arden durante más tiempo y con más calor en lugares en los que siempre han ocurrido, y también están estallando en lugares inesperados, en turberas secas y en el deshielo del permafrost”, agregan.
Por ello, la publicación hace un llamado a los gobiernos para que adopten una nueva fórmula “Fire Ready”, con dos tercios del gasto del combate de incendios dedicado a la planificación, prevención, preparación y recuperación, con un tercio restante para la respuesta.
Para prevenir incendios, los autores piden una combinación de datos y sistemas de monitoreo basados en la ciencia con el conocimiento indígena y una cooperación regional e internacional más fuerte.
“Las respuestas gubernamentales actuales a los incendios forestales a menudo están poniendo dinero en el lugar equivocado. Los trabajadores de los servicios de emergencia y los bomberos que están en primera línea y que arriesgan sus vidas para combatir los incendios forestales necesitan apoyo”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. “Tenemos que minimizar el riesgo de incendios forestales extremos estando mejor preparados: invertir más en la reducción del riesgo de incendios, trabajar con las comunidades locales y fortalecer el compromiso global para luchar contra el cambio climático”, agregó.
Más de 50 expertos de instituciones de investigación, agencias gubernamentales y organizaciones internacionales de todo el mundo han contribuido a este informe. Sus hallazgos son que, si bien la situación es ciertamente extrema, aún no es desesperada.
Invertir más en prevención, preparación y recuperación
Los incendios forestales implican altos costos en vidas humanas, así como enormes pérdidas económicas y medios de subsistencia. Se estima que la exposición anual al humo de los incendios forestales provoca más de 30.000 muertes en los 43 países, según un reciente estudio publicado por The Lancet, mientras que una evaluación de la carga económica anualizada de los incendios forestales para Estados Unidos estimó que esta oscila entre US$71,1 mil millones y US$347,8 mil millones.
La biodiversidad también paga el precio. El año pasado, los incendios que se salieron de control en el Pantanal, el humedal tropical más grande del mundo en América Latina, destruyeron casi un tercio de uno de los puntos críticos de biodiversidad más grandes del mundo y ahora existe una preocupación genuina de que este humedal nunca se recuperará por completo. Los incendios forestales no solo pueden reducir la biodiversidad, sino que también contribuyen a un ciclo de retroalimentación del cambio climático al emitir enormes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo que provoca más calentamiento, más sequía y más incendios.
Para prepararnos mejor y limitar el daño, señalan los autores del informe, se requiere trabajar con la naturaleza, las comunidades, aprovechar el conocimiento local e invertir dinero y capital político para reducir la probabilidad de que se inicien incendios forestales en primer lugar, y el riesgo de daños y pérdidas que surgen cuando lo hacen.
Para ello proponen a los gobiernos la implementación de tres acciones principales. La primera es auditar los costos totales de incendios forestales e invertir en planificación, prevención y recuperación, no solo en respuesta. “La mayoría de las naciones no tienen ninguna evaluación. Por lo general, más de la mitad de los gastos relacionados con los incendios forestales son para respuesta, mientras que la planificación generalmente recibe solo el 0,2 por ciento del presupuesto total para incendios forestales”, afirman.
“Sin embargo -agregan-, para reducir los costos descomunales de daños y pérdidas, que superan con creces todo el gasto en gestión de incendios forestales, debemos reequilibrar nuestros esfuerzos. Si bien se requiere más trabajo para determinar la asignación óptima para cada país, como punto de partida, los países pueden considerar reequilibrar las inversiones hasta en un 1% para planificación, 32% para prevención, 13% para preparación, 34% para respuesta, y hasta un 20% para la recuperación.
La segunda es aprender de los demás. La idea es que los gobiernos y las comunidades deben aprender de manera proactiva de las experiencias de los demás, buscando mejores prácticas y ejemplos inspiradores de todo el mundo con el intercambio de datos, información y análisis para mejorar la previsión y el aprendizaje. “Ningún país ha formulado todavía la respuesta perfecta, pero muchos están progresando en diferentes aspectos de la gestión de los riesgos de incendios forestales. Juntos podemos aprender unos de otros”, afirman.
Y el teercer punto es una respuesta multilateral más sólida. Hoy el sistema de las Naciones Unidas carece de experiencia sólida en incendios forestales dedicada a este desafío, ya que la gestión de los incendios forestales se considera principalmente una responsabilidad nacional. “Esto debe cambiar”, señalan los autores del reporte. “Los incendios forestales deben colocarse en la misma categoría de respuesta humanitaria global que los grandes terremotos e inundaciones. La nueva capacidad y el apoyo financiero deben estar disponibles para los países afectados, con el compromiso de la Defensa Civil. Los incendios no respetan las fronteras nacionales, por lo que se necesita un mecanismo de gestión de incendios forestales coordinado, ágil y anticipatorio”.
Independientemente de la mitigación, dicen los autores, “debemos aprender a vivir con el fuego, y de hecho debemos hacerlo. Debemos aprender a gestionar y mitigar mejor el riesgo de incendios forestales para la salud humana y los medios de subsistencia, la biodiversidad y el clima global”.