Severa crisis hídrica en la Región de Coquimbo: medidas, propuestas y reflexiones ante una carrera contra el tiempo
Embalses con mínimos históricos, empresas cerradas, desempleo, endeudamiento y problemas sanitarios, son solo algunos de los efectos que genera la crisis hídrica que afecta a la Región de Coquimbo. Para ahondar en los detalles de este grave escenario, País Circular se contactó con diversos actores involucrados: Fidel Salinas, presidente del Sindicato de Pequeños Agricultores de El Paqui; María Inés Figari, presidenta de la Sociedad Agrícola del Norte; Pedro Véliz, director de Medio Ambiente de la Municipalidad de Coquimbo; Aldo Cortés, director de Gestión de Riesgos de Desastres, Municipalidad de La Serena; Pablo Álvarez, director del Consorcio Centro Tecnológico del Agua Quitai Anko; y María Christina Fragkou, académica del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile.
La crisis hídrica, que se arrastra por más de una década en la Región de Coquimbo, se agudiza cada vez más. Si bien hay muchas propuestas desde el territorio y un interés creciente por parte de las autoridades, en la práctica la situación es grave.
Sin duda, urge articular un correcto plan de acción, acompañado de una importante inyección de recursos. Además, con proyección de precipitaciones bajo lo normal, el panorama no se ve nada auspicioso. Una muestra de ello son los datos arrojados por el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), respecto al nivel de los embalses en la región. A marzo 2024, mientras el Embalse Cogotí (Combarbalá) se mantiene en un 0% de almacenamiento de agua, el Embalse La Paloma (Monte Patria), el más grande de Chile, se encuentra en un 1% de su capacidad. En total, el agua embalsada en la Provincia de Limarí no supera el 4%, por citar un ejemplo.
“El año 1979 hubo una sequía, pero no tan larga como ésta. Esto es un desastre agrícola; se están perdiendo miles de hectáreas, se están cerrando empresas, pequeños productores están de brazos cruzados y no tienen para cultivar, no tienen los medios para hacer pozos más profundos. En el fondo, no son capaces de enfrentar esta sequía, porque para eso hay que tener recursos, capital humano y capital en infraestructura”, comenta Fidel Salinas, presidente del Sindicato de Pequeños Agricultores de El Paqui, comuna de Monte Patria.
“Ya es una crisis humanitaria”, destaca María Inés Figari, presidenta de la Sociedad Agrícola del Norte (SAN). “Más que un negocio que se apaga, que por cierto se está apagando, hay seres humanos a los que incluso les está faltando el agua para su consumo. Lo que vivimos es grave, es triste, es muy difícil de explicar. Hay familias enteras al interior de los valles, que solo sobreviven gracias al camión aljibe que va y les deja agua en ollas o en botellas, con una capacidad mínima de poder guardar. La gente está muy decaída, muy desmoralizada”, señala la dirigenta.
Una preocupación que también comparte el director de Medio Ambiente de la Municipalidad de Coquimbo, Pedro Véliz, quien afirma que la principal demanda en su comuna radica “en asegurar el consumo de agua potable, sobre todo en el sector rural donde su abastecimiento se hace en camión aljibe”. Una situación semejante describe Aldo Cortés, director de Gestión de Riesgos de Desastres de la vecina Municipalidad de La Serena: “Las mayores demandas de los vecinos son agua para bebida, agua para riego de hortalizas y árboles frutales, recursos para profundización de pozos, y empleabilidad”.
“Hay familias enteras al interior de los valles, que solo sobreviven gracias al camión aljibe que va y les deja agua en ollas o en botellas, con una capacidad mínima de poder guardar. La gente está muy decaída, muy desmoralizada”.
Factores ambientales y económicos
La crisis hídrica afecta a gran parte de Chile, según corroboró un informe de la Dirección General de Aguas (DGA), entidad dependiente del Ministerio de Obras Públicas (MOP), publicado en febrero pasado, que cifró en 58 las comunas bajo decreto de escasez de agua a lo largo del país.
En este contexto, las Juntas de Vigilancia pueden presentar acuerdos de redistribución de agua entre sus habitantes; mientras que el Estado puede construir plantas desaladoras, instalar pozos de agua dulce para consumo humano y tratar aguas servidas para riego, entre otras medidas.
Con sus 15 comunas sumergidas en la crisis –La Higuera, La Serena, Vicuña, Coquimbo, Andacollo, Paihuano, Río Hurtado, Ovalle, Monte Patria, Punitaqui, Combarbalá, Canela, Illapel, Los Vilos y Salamanca–, la Región de Coquimbo lidera este negativo ranking, con 800 mil personas afectadas.
¿Por qué en esta región se acentúa la escasez? “La Región de Coquimbo tiene una particularidad climática y es que está al sur del Desierto de Atacama. Está en una zona donde el Anticiclón del Pacífico hace su trabajo, que es un frente de altas presiones que impide que los frentes de precipitaciones ingresen a esta zona. Además, tenemos una corriente fría de Humboldt que interviene y, por lo tanto, es muy difícil evadir esta condición oceanográfica y atmosférica”, explica el Dr. Pablo Álvarez, director del Consorcio Quitai Anko y del Laboratorio PROMMRA (Prospección, Monitoreo y Modelación de Recursos Agrícolas y Ambientales) de la Universidad de La Serena.
De este modo, al clima semiárido que presenta la zona se suma que el cambio climático provoca que las condiciones de sequía se incrementen. Pero hay otras causas relevantes, como la deficiente gestión hídrica y la sobreexplotación, según plantea la académica del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile, María Christina Fragkou. Ella advierte que la escasez no solo responde a circunstancias ambientales: “En primer lugar, la crisis está asociada al modelo económico de desarrollo que tiene el país, en el que tenemos muchas industrias que necesitan de grandes volúmenes de agua, sobre todo las industrias como la minería o la agricultura de exportación. Es decir, distintos usos entran en competición por el agua”.
“Luego tenemos el marco legal, que es el Código de Agua, que incluso ha profundizado la crisis, porque permite que se acumulen derechos de agua en humanos y empresas que tienen poder adquisitivo, generando una acumulación de agua por parte de ciertos actores y dejando a otros sin ella. Y por último tenemos la crisis más tangible, que es la sequía porque llueve menos. En este momento, estos tres factores están convergiendo”, indica Fragkou, quien integra el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
“La Región de Coquimbo tiene una particularidad climática y es que está al sur del Desierto de Atacama. Está en una zona donde el Anticiclón del Pacífico hace su trabajo, que es un frente de altas presiones que impide que los frentes de precipitaciones ingresen a esta zona”.
Demandas desde la agricultura
Los representantes agrícolas ponen énfasis en medidas de corto plazo y, además, buscan levantar ayudas para la comunidad afectada. “Como organización hemos propuesto crear un programa pro empleo agrícola, para que los pequeños agricultores se mantengan en sus predios y puedan percibir recursos por el SENCE (Servicio Nacional de Capacitación y Empleo) o por el Ministerio del Trabajo, para que no se vayan del campo. También estamos solicitando ayuda en alimentación a los productores. Quizás, mensualmente entregarle una canasta y un apoyo económico para que puedan pagar los gastos básicos, que es lo mínimo que puede hacer el Estado. Otra propuesta es que se cree un programa del adulto mayor del campo, porque aquí hay mucha gente de edad. Ellos han trabajado toda su vida en el campo y se merecen terminar su vida con dignidad. O tal vez, recibir una jubilación anticipada”, expone Fidel Salinas.
Por otra parte, el también integrante de la Confederación Nacional Sindical Campesina e Indígena Nehuén, plantea que “la gente no tiene poder adquisitivo para pagar las deudas que comprometen a la agricultura familiar campesina. Y a eso hay que darle una solución de verdad, no negociar y endeudarlos más, porque la gente perdió su capital inicial. No es que no quiera cultivar, es que no puede”.
Un punto en el que coincide la representante de los grandes agricultores, María Inés Figari, quien subraya la urgencia de una reestructuración integral de deudas, además de suspender los remates judiciales y el cobro de impuestos en propiedades impactadas por la sequía.
“Las deudas ya se están volviendo insoportables y ahí es donde yo hago un llamado a que todos tenemos que cooperar. No le pueden cargar la responsabilidad solo al agricultor, ni hacerle pagar la deuda completa (…) de contribuciones, con los bancos, con los proveedores, etc.”, argumenta la presidenta de SAN y directora de Fedefruta. Al respecto, tras presentar Figari estas peticiones formalmente al Presidente de la República en octubre de 2023, se logró avanzar en las contribuciones, con una prórroga de pago hasta el 2025.
El dirigente Fidel Salinas pone énfasis en la necesidad de mayor inversión en tecnología. “Hoy día la agricultura, si no tiene tecnología, no va a poder competir y subsistir en el tiempo”. Da el ejemplo de Holanda, que destaca por su alta tecnología agrícola y con cuya embajada ya está en contacto. “La idea es que, a partir de ellos, los pequeños productores de la región puedan producir mejor, ser más eficientes del agua y mejorar los suelos”.
“La sequía tiene bien complicados a los agricultores, pero si las autoridades escuchan a las organizaciones y a los dirigentes que tienen experiencia en el territorio, yo creo que podemos salir adelante. Pero partiendo por inyectar más recursos y gastar menos en estudios. Siempre he dicho que el pariente pobre del Estado es el pequeño productor y debería ser al revés. Debería ser el pariente rico, porque es el que produce el alimento”, reflexiona Salinas.
También la ganadería se ha visto muy afectada, y muchos crianceros de la Región de Coquimbo están quedando sin agua y lidiando, entre otros efectos, con el deterioro de las áreas de pastoreo y la muerte de sus animales.
“Estamos enfrentando la crisis hídrica de forma responsable y enfocada a los sectores más críticos, implementado proyectos de optimización de riego y del recurso hídrico en general, buscando nuevas tecnologías e innovaciones por medio de una mesa hídrica del equipo municipal”.
Planes de acción municipales
Desde la Municipalidad de Coquimbo, el director del Departamento de Medio Ambiente, Pedro Véliz, indica que se encuentran enfrentando la crisis hídrica “de forma responsable y enfocada a los sectores más críticos, implementado proyectos de optimización de riego y del recurso hídrico en general, buscando nuevas tecnologías e innovaciones por medio de una mesa hídrica del equipo municipal”. En esa instancia, “se está implementando una política de jardines de bajo requerimiento hídrico. Este tipo de paisajismo implica un ahorro de agua en el riego de áreas verdes, permitiendo una reducción estimada de aproximadamente 70.000 m3 al año”.
“Los equipos operativos municipales ya han intervenido en más de 20 mil metros cuadrados en diversas áreas, llevando a cabo labores de paisajismo con jardines de bajo requerimiento hídrico y embellecimiento. Se han realizado mejoras significativas en lugares como las avenidas Videla y Costanera, el ingreso a La Herradura, el cruce de La Cantera con la Costanera y los bandejones centrales de esta última”, detalla.
Producto de la mesa hídrica, además, están trabajando en un diagnóstico, con un equipo multidisciplinario, para identificar las necesidades específicas de los distintos grupos de agricultores, para desarrollar estrategias y soluciones a sus circunstancias particulares. “Esto es fundamental para implementar medidas efectivas que contribuyan a mitigar los impactos de la escasez hídrica en el sector rural y promover su desarrollo sostenible”, apunta Véliz.
Además, sugiere que las autoridades centrales deberían poner urgencia, por ejemplo, “en fortalecer el área de fiscalización de la DGA, ya que para la región solo existe una. Además de proponer programas de educación hídrica, enfocados a juntas de vecinos, establecimientos educacionales y a nivel municipal”.
“Por parte del Gobierno, se debe legislar con urgencia para reaprovechar las aguas residuales (…), ya que en la actualidad todas las aguas van a emisarios submarinos. Por ejemplo, en países europeos, el agua gris luego de un tratamiento se utiliza para consumo humano (…) También se debe invertir en nuevas tecnologías de riego y optimización del agua. Mientras que debería ser obligatorio por ley que las mineras utilicen agua de desaladora para sus procesos”, expresa el funcionario municipal.
En tanto, desde la capital regional, los principales problemas identificados son “la falta de agua para consumo humano, para la producción agrícola campesina, y como consecuencia se encuentra la pérdida de diversidad, es decir, reducción en especies animales y vegetales”. Así lo explica el director de Gestión de Riesgos de Desastres de la Municipalidad de La Serena, Aldo Cortés, quien coincide en la necesidad de implementar la reutilización de agua regenerada, así como la recarga de acuíferos.
“Esto es un desastre agrícola; se están perdiendo miles de hectáreas, se están cerrando empresas, pequeños productores están de brazos cruzados y no tienen para cultivar, no tienen los medios para hacer pozos más profundos”.
“Los principales problemas identificados son la falta de agua para consumo humano, para la producción agrícola campesina, y como consecuencia se encuentra la pérdida de diversidad, es decir, reducción en especies animales y vegetales”.
Redistribución de agua y alerta sanitaria
Cuando una cuenca es declarada zona de escasez hídrica, la Dirección General de Aguas solicita la redistribución de aguas para garantizar el consumo humano y de saneamiento, según lo dispuesto en el Código de Aguas.
Según el director del Consorcio Quitai Anko, Pablo Álvarez, en la Región de Coquimbo las tres cuencas más críticas son primeramente la de Limarí, seguida por la del Elqui y la del Choapa. En la de Limarí precisamente en estos días se hizo efectivo el acuerdo de redistribución de aguas, presentado por la Junta de Vigilancia del Río Grande y Limarí y sus afluentes.
“¿Eso qué implica? Que por ejemplo los 300 y tantos litros por segundo que requiere Ovalle, efectivamente estén disponibles y se pongan como una prioridad en la distribución. Y que una parte del agua que está circulando se entrega a consumo humano y otra va a seguir circulando para el uso agrícola, pero en una cantidad mucho menor. En Elqui también hay acuerdo de redistribución y, por lo tanto, va a imperar lo que la ley mandata, que el agua para consumo humano está primero y los otros usos se ponen a la cola, en función de lo que establece el artículo 314 del Código de Agua, del año 2022”, explica Álvarez.
Por otra parte, debido a los alcances de esta crisis hídrica, la Región de Coquimbo fue declarada “Zona de Riesgo Sanitario” a mediados de marzo. Según la Resolución N°5440 de la Seremi de Salud, esto permitirá a las municipalidades contar con respaldo para solicitar fondos que requieran, con el fin de asegurar la disponibilidad de agua potable para consumo humano y el saneamiento básico, así como implementación de medidas de mitigación.
Y es que las bajas precipitaciones en la Región de Coquimbo, con la disminución en el almacenamiento del agua como consecuencia, desencadenó un problema sanitario. Especialmente en lo que respecta a brotes de infecciones asociados al saneamiento básico.
Ante esta declaración, el representante de la Municipalidad de Coquimbo, Pedro Véliz, adelanta que “la medida más prematura es sacar una ordenanza que regule el riego de áreas verdes y promover la plantación de jardines con bajo consumo hídrico”. En tanto, Aldo Cortés, de la Municipalidad de La Serena, dice que van a “proveer de agua potable a lugares que no cuenten con fuente, y entregar kits de higiene y alimentación a las familias más vulnerables”.
“En primer lugar, la crisis está asociada al modelo económico de desarrollo que tiene el país, en el que tenemos muchas industrias que necesitan de grandes volúmenes de agua, sobre todo las industrias como la minería o la agricultura de exportación. Es decir, distintos usos entran en competición por el agua”.
Diagnóstico de expertos
“Creo que en territorios con crisis tan profundas es muy importante la escala en la cual estamos mirando los problemas y las soluciones”, comenta María Christina Fragkou. “No podemos pensar en un sector agrícola en sí mismo, no podemos pensar solo en el agua potable, o ver tan solo una ciudad o una cuenca. Tenemos que ver cómo se produce el problema y entender cuáles son los actores y los usos que más se afectan por la sequía”, afirma la académica de la U. de Chile
“El tamaño del problema es de una magnitud que creo que no se ha logrado visualizar, sino por aquellos que de verdad están sufriendo la situación”, complementa el Dr. Pablo Álvarez.
“Por ejemplo, la superficie cultivada en Limarí se mueve en torno a 22 mil hectáreas aproximadamente. Eso es lo que está regándose hoy día, versus el año 2011, donde se regaban más de 30 mil. O sea, hay más o menos dos tercios regados de la superficie que se regaba hace 13 años, y eso significa un menor movimiento en la economía, en el trabajo, en la generación de alimentos”, aclara el director del Consorcio Quitai Anko.
“Tenemos que aprender a vivir y hacer nuestra actividad más o menos normal con esta condición ¿Cómo? Con infraestructura, tecnología, cultivos adaptados. Por ejemplo, es muy poco lo que se ha hecho respecto al mejoramiento genético que permita la adaptación de las especies que cultivamos o consumimos, para una condición de escasez hídrica de la magnitud que estamos viviendo. Se vive en el corto plazo, en un programa de mejoramiento genético de 5 o 7 años, pero no en un plan de 20 a 30 años que prepare a Chile para una condición alimentaria de menor disponibilidad hídrica”, reflexiona Álvarez.
Fragkou, en tanto, reconoce que “a nivel país, hay pequeñas modificaciones al Código de Agua que son muy alentadoras, priorizando el uso humano o los caudales ecológicos, y eso es muy positivo. Pero hay que ver también cómo se aplica esto en el mundo real y en territorios concretos”.
“En Coquimbo, por ejemplo, ha habido mucho descanso en el tema de la desalinización. Yo veo que las autoridades dan un poco por perdido el caso y dan como única solución traer una fuente nueva de agua, que es la desalinizada. Ahora, si hay un plan integral que busca reducir el consumo, recuperar ciertos ecosistemas que se han dañado, recobrar fuentes de agua que se han agotado, reutilizar aguas grises y desalinizar, ahí ya el escenario mejora”, manifiesta la académica.