Contaminación por medicamentos: advierten sobre los graves efectos que estos compuestos químicos están provocando en los ecosistemas
Recientes estudios realizados en ríos de la zona central evidencian la presencia de distintos compuestos químicos propios de los medicamentos. Si bien hay diversas maneras en las que pueden llegar a los cursos de agua y al suelo, investigadores coinciden en que es urgente crear normativas que aseguren una correcta eliminación de fármacos, sobre todo a nivel domiciliario, pues las malas prácticas están provocando graves problemas en los ecosistemas. Esta es solo “la punta del iceberg”, aseguran, pues faltan más análisis que permitan evidenciar los estragos de esta contaminación en la flora y fauna de todo el planeta.
Es un secreto a voces que en Chile el consumo de fármacos es muy alto; basta ver en las ciudades la gran cantidad de farmacias existentes, a lo que se suma un creciente comercio callejero de medicamentos. Esto sin contar los fármacos usados en la industria alimenticia que ingresan a los organismos. En 2022 el Centro de Políticas Públicas e Innovación en Salud (CIPS) de la Universidad del Desarrollo, realizó una encuesta para hacer un panorama sobre el gasto en medicamentos: Para el 88% significaba una inversión importante, el 52% afirmó comprarlos en farmacias y un 31% en ferias libres. Además, según un informe del Ministerio de Salud, en 2015 en Chile existían 3.013 farmacias, muy por debajo de las 5.166 registradas a abril de este año por el Instituto de Salud Pública (ISP); un crecimiento sobre el 70% en menos de 10 años.
Todos esos medicamentos contienen sustancias químicas ¿Dónde terminan esos químicos una vez que las pastillas, jarabes, pomadas o cápsulas, son desechadas?, ¿dónde van a dar al ser desechados por el cuerpo? Este es un problema creciente y silencioso, que afecta tanto a Chile como al resto del mundo, que no ha sido investigado en profundidad y carece de control: la contaminación por medicamentos.
Se presume que a través de la orina, heces y eliminación por desagüe (inodoro y lavamanos) estos compuestos químicos están llegando a los cursos de agua y al suelo; escenario que se ve favorecido por acciones como la automedicación, la fácil adquisición de fármacos y su venta irregular. Sin ir más lejos, el estudio Contaminación farmacéutica de los ríos del mundo -publicado en 2021 por más de 120 investigadores de todo el mundo- examinó los principios activos de 258 ríos de 104 países, aclarando que “la exposición ambiental a principios activos de fármacos puede tener efectos negativos en la salud de los ecosistemas y de los seres humanos”.
Este trabajo reveló que el río Mapocho, en Santiago, posee una concentración de 4 microgramos de fármacos por litro (ng/l), presentando restos de antibióticos, analgésicos, antihistamínicos, antidepresivos y betabloqueadores (indicados para la presión arterial), similar a las cifras de los europeos Danubio y Támesis. A esto se suma la reciente publicación de un grupo de científicos españoles, que demostraron que la Antártica está contaminada con nicotina, antidepresivos y sustancias industriales corrosivas.
Esto es solo “la punta del iceberg”, dice Aiko Adell, profesora asociada de la escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Andrés Bello, quien participó en el análisis de los ríos chilenos. Según comentó, hay artículos científicos que evidencian que las aves están sufriendo los efectos adversos de la exposición a estos componentes, sin embargo, se desconoce el alcance y las consecuencias acumulativas porque no hay suficientes estudios.
Para indagar en este tema, junto a otros profesionales Adell hizo una investigación en la zona central del país, que demostró que hortalizas de ferias locales, ríos y pacientes hospitalarios compartían bacterias resistentes a antibióticos. La dificultad es que aún se desconoce cómo se provoca la transferencia de microorganismos entre ellos. “La contaminación ambiental y las prácticas de producción ganadera pueden acelerar la diseminación de bacterias resistentes a antibióticos y genes de resistencia a los antimicrobianos en el medio ambiente (por ejemplo, el agua y el suelo), facilitando la contaminación de los alimentos”, dice el documento.
“Si estamos viendo bacterias resistentes en los ríos no me quiero imaginar lo que está pasando a nivel de población. Necesitamos un cambio de conciencia, cambios de hábitos en el uso de antimicrobiano y en la administración de antibiótico porque no es necesario recetar antibiótico para todo, solamente deben darse en casos estrictamente necesarios (…). Estamos quedando sin armas para defendernos de las bacterias”.
En esta misma línea, Adell es parte de un equipo multidisciplinario que se encuentra recolectando muestras en los ríos Maipo y Mapocho para ver cuáles son los factores ambientales que están llevando a que ciertos puntos de los cauces tengan mayor probabilidad de contener bacterias resistentes y eso lo compararán con pacientes clínicos. “Hay muchas preguntas y con este tipo de estudios estamos buscando las respuestas. Ahora hay que seguir haciendo más investigaciones, con más fondos, para ver cuál es la implicancia real y el verdadero problema que tenemos”, aseguró.
Si bien Adell reconoce que las regulaciones en Chile respecto a esta problemática avanzan -como la receta retenida-, el proceso ha sido muy lento y es urgente evitar la venta ilegal de fármacos y su consumo desmedido. “Si estamos viendo bacterias resistentes en los ríos no me quiero imaginar lo que está pasando a nivel de población. Necesitamos un cambio de conciencia, cambios de hábitos en el uso de antimicrobiano y en la administración de antibiótico porque no es necesario recetar antibiótico para todo, solamente deben darse en casos estrictamente necesarios, junto con seguir las instrucciones del médico -y del veterinario en el caso de las mascotas- y evitar la venta de fármacos irregulares. Estamos quedando sin armas para defendernos de las bacterias”, afirmó.
Sandra Claros, bióloga y magíster en Ecología, advierte que el suelo también puede presentar alteraciones, ya que es un componente frágil del ecosistema, principalmente porque es rico en bacterias, hongos e invertebrados, es decir, una gran biodiversidad asociada a múltiples procesos ecosistémicos, como la descomposición y el crecimiento de las plantas, entre otras. “Sabemos que los medicamentos que llegan al suelo por diferentes vías, podrían ser una mezcla de antibióticos, hormonas, vitaminas y diferentes elementos químicos, que claramente podrían afectar la sobrevivencia de los microorganismos, afectar la reproducción de algunos invertebrados e incluso cambiar la estructura de sexos en poblaciones de algunos invertebrados (…) Se necesitan más estudios específicos, que integren y analicen las consecuencias en los procesos ecosistémicos”, agrega Claros, docente de las escuelas de Medicina Veterinaria y de Ingeniería Forestal de la Universidad Mayor.
“Sabemos que los medicamentos que llegan al suelo por diferentes vías, podrían ser una mezcla de antibióticos, hormonas, vitaminas y diferentes elementos químicos, que claramente podrían afectar la sobrevivencia de los microorganismos, afectar la reproducción de algunos invertebrados e incluso cambiar la estructura de sexos en poblaciones de algunos invertebrados”.
Por su parte, Jorge Cienfuegos, Presidente del Colegio de Farmacéuticos, señala que los anticonceptivos también están causando estragos, lo que se comprueba a través de diversos estudios que registran “feminización” de peces y anfibios. “A eso hay que sumarle los antibióticos usados para la engorda de bovinos o en criadores de salmones”, subrayó.
Con todo lo que ocurre, ¿qué hacer cuando hay un medicamento vencido en casa? En la Región Metropolitana hay dos municipios que reciben este tipo de desechos: Las Condes y Vitacura. Y a ellos se unen distintas iniciativas esporádicas y farmacias que participan en programas de recolección. Sin embargo, no existe una normativa que apunte directamente a dar una solución definitiva a las personas, por lo que Cienfuegos considera que “estamos en tierra de nadie”.
Una situación diferente sucede con los recintos hospitalarios y los establecimientos que generan estos compuestos, pues operan bajo prácticas reguladas, como los Decretos Supremos del Ministerio de Salud 148, sobre manejo de residuos peligrosos, o el 405, sobre productos psicotrópicos. Y la salud pública se rige, por ejemplo, por el Reglamento sobre Manejo de Residuos de Establecimientos de Atención de Salud (REAS).
Hasta ahora lo único confiable para los chilenos son las recomendaciones como las que entrega el Instituto de Salud Pública para antibióticos, antivirales y hormonas, entre otros desechos farmacéuticos. En estos casos aconseja un método un poco engorroso llamado “encapsulación”, que consiste básicamente en inmovilizarlos con cemento dentro de una botella plástica PET.
“No hay nada formal. Para la actualización de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP) recién se está viendo si van a estar o no los medicamentos (cuando se comenzó a construir esta normativa sí aparecían), pero tenemos que ver cómo la ciudadanía también puede llegar a eso”, dice Cienfuegos y agrega que “nosotros le hemos dicho al Ministerio de Salud que creemos que hay un abandono regulatorio en cuanto a medicamentos. Hay regulaciones que no se han tocado desde 1985. La pregunta es ‘¿No hay un avance porque esto no lo ven cómo un problema o porque priorizan?’. Como este tema todavía no es prioridad, no los colocan. Si tuviéramos asociado un impuesto verde o algún pago por externalidades negativas, se haría”.
Desde el Ministerio del Medio Ambiente explican que “somos conscientes de la importancia de avanzar en incorporar estos contaminantes en nuestra labor, debido a sus potenciales efectos en los ecosistemas acuáticos y terrestres, y estamos evaluando y abiertos a las recomendaciones internacionales y nacionales para poder incorporar contaminantes emergentes a nuestros instrumentos de regulación ambiental. Dicho eso, se debe tomar en cuenta que existe escasa legislación comparada que los aborde y que no existe una metodología única para normarlos. Es decir, este trabajo requiere de múltiples esfuerzos en distintas áreas”.
“Le hemos dicho al Ministerio de Salud que creemos que hay un abandono regulatorio en cuanto a medicamentos. Hay regulaciones que no se han tocado desde 1985. La pregunta es ‘¿No hay un avance porque esto no lo ven cómo un problema o porque priorizan?’”.
Fundación Ecofarmacovigilancia Chile
Nicolás Troncoso es estudiante de cuarto año de Química y Farmacia de la Universidad de la Frontera (UFRO). Interesado por este tema, con un grupo de compañeros postularon a fondos para instalar puntos de acopio -en varias ciudades del sur del país-, donde la población ha podido depositar fármacos caducos o en desuso (que son entregados a una empresa especializada para la disposición final) y han hecho campañas de educación. Los resultados de estas iniciativas fueron presentados en un simposio en 2022, despertando el interés de otros estudiantes y académicos.
Así, en enero pasado crearon la Fundación de Ecofarmacovigilancia Chile, que cuenta con estudiantes de la UFRO, U. de Concepción, U. de Austral, Pontificia Universidad Católica y la U. de Chile y profesionales de distintas casas de estudio. “Hemos estado trabajando en una Propuesta Nacional de Reciclaje de Medicamentos. Tenemos lineamientos que por tema de tiempo y recursos no hemos podido subir a un sitio web porque aún no tenemos fondos para eso, pero nuestro objetivo es poder potenciar la eliminación correcta de medicamentos, que forme parte de la lógica del reciclaje común”, señaló Troncoso.