Adhesión de Chile al Desafío del Agua Dulce fortalece los compromisos de protección y restauración de ecosistemas hídricos
El Desafío del Agua Dulce (Freshwater Challenge) es una iniciativa a la que ya se han sumado 40 países y que tiene como objetivo restaurar, de acá a 2030, cerca de 300 mil kilómetros de ríos y 350 millones de hectáreas de humedales degradados. Para conocer qué implica que Chile forme parte de este reto y su efecto para los más de 40 mil humedales existentes en territorio nacional, País Circular conversó con la jefa de la División de Recursos Naturales y Biodiversidad del Ministerio del Medio Ambiente, Daniela Manuschevich, y con la investigadora del CEDEUS Carolina Rojas. Por lo pronto, se requiere de mayor investigación y de más presupuesto, señalan respectivamente.
Chile adhirió hace pocas semanas a la iniciativa internacional Desafío del Agua Dulce (Freshwater Challenge), que tiene el ambicioso objetivo de restaurar en los próximos seis años un total de 300 mil kilómetros de ríos degradados -lo que equivale a dar más de siete vueltas a la Tierra- y 350 millones de hectáreas de humedales deteriorados, una superficie mayor que la India. Lograr esta meta sería de máxima utilidad para la mitigación de las consecuencias de la triple crisis que enfrenta el mundo a nivel ambiental: de cambio climático, de contaminación y de pérdida de biodiversidad.
La iniciativa Desafío del Agua Dulce (DAD) comenzó a gestarse en septiembre de 2023 en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, impulsada por seis países, y luego fue promovida en la COP28, donde el 10 de diciembre se sumaron 34 países, entre ellos Chile. La participación nacional en el DAD coincide con una serie de políticas públicas que apuntan en la misma dirección, y con la urgencia de tomar acciones para hacer frente a la severa crisis hídrica.
Según explica la investigadora del Centro de Desarrollo Sustentable de la Universidad Católica (CEDEUS) y del Instituto Milenio SECOS, Carolina Rojas, la situación de los humedales a nivel mundial es bastante frágil, están en una situación de degradación, deterioro y pérdida de superficie. En el caso de Chile, explica, los últimos seis años ha habido una revalorización de este tipo de ecosistemas, impulsada principalmente por organizaciones ciudadanas y comunidades que buscan proteger los humedales para preservar los servicios ecosistémicos que entregan. Entre esos servicios destacan la provisión y limpieza de agua, conservación de la biodiversidad, captura de carbono (gas de efecto invernadero), reducción del impacto de las inundaciones extremas, y recreación, entre muchos otros.
“Las organizaciones ciudadanas han relevado los beneficios de los humedales, principalmente porque generan un vínculo directo en la comunidad. A las personas les gusta visitarlos, observar las aves, sentir el contacto con la naturaleza y eso genera un apego colectivo importante”, comenta la investigadora. Asimismo, destaca que los humedales son el hábitat de una biodiversidad única, incluida una gran variedad de aves. En este sentido, señala, la mascota elegida para los recientes Juegos Panamericanos y Parapanamericanos, el ave sietecolores Fiu, cuya especie habita en diversos humedales del país, incentivó especialmente a los niños a interesarse por esta fauna y los ecosistemas acuáticos.
Rojas, cuya principal área de investigación son los humedales, fue una de las asesoras científicas para la redacción de la Ley de Humedales Urbanos (N° 21.202), promulgada en 2020 y en virtud de la cual en el país se han reconocido para su protección más de cien humedales urbanos (107 al 29 de diciembre 2023; 11.850 hectáreas). A su juicio, en el país los primeros pasos en el camino de la conservación se dieron con el Plan de Protección de los Humedales, realizado por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) durante 2018. Esta iniciativa tiene como objetivos proteger la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en áreas prioritarias de humedales; identificar y consensuar, con la información disponible, las áreas prioritarias de humedales a proteger por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP); y gestionar las solicitudes de creación de áreas protegidas, a objeto de someterlas a pronunciamiento del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad. La primera etapa reconoció 40 nuevos Santuarios de la Naturaleza a nivel nacional.
Asimismo, señala Rojas, en la estrategia climática del país hay un compromiso de proteger entre 75 mil y 100 mil hectáreas de humedales urbanos para 2050 y el hecho de que Chile se una al Desafío del Agua Dulce (DAD) “da aún más fortaleza a sus compromisos. Espero que no sean sólo números y que también implique presupuesto, ya que uno de los grandes problemas actuales de los humedales es la restauración”.
“Sumarse a este esfuerzo mundial implica acelerar la acción climática y establecer dentro de las prioridades nacionales la protección y restauración de nuestros humedales, entre ellos ríos y lagos”.
Mayor bienestar humano
En tanto, la jefa de la División de Recursos Naturales y Biodiversidad del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), Daniela Manuschevich, pone énfasis en que la adhesión al DAD obedece a que “los ecosistemas de agua dulce son nuestros aliados para construir ecosistemas más resilientes, en particular ciudades más resilientes y adaptativas al cambio climático. Los esfuerzos por mejorar el estado ecológico se traducen en un mayor bienestar humano y brindan las bases para avanzar hacia un desarrollo sostenible”.
Si bien concuerda con que ha habido avances para la protección de estos hábitats, Manuschevich subraya la necesidad de aumentar la investigación y así acortar las brechas para la conservación a través de instrumentos para su restauración.
En el país existen más de 40 mil humedales -incluyendo ríos, lagos, marismas, salinas, etc.-los que cubren alrededor de 4,5 millones de hectáreas, es decir, aproximadamente un 5,9% del territorio nacional. Consultada sobre el estado actual de estos humedales, la experta del MMA señala que “nuestro país contiene una gran variedad de ecosistemas y tipos de humedales asociados, entre ellos numerosos y extensos ríos, que se encuentran en diferentes estados de salud ambiental (…). La degradación y desaparición de humedales es más rápida que la experimentada por otros ecosistemas. De igual manera, el estado de las especies de humedales costeros y de agua dulce presenta un deterioro más rápido que el de aquellas presentes en otros ecosistemas. A pesar de los valiosos servicios ecosistémicos que nos brindan, existen brechas en su protección/conservación, y en instrumentos para su restauración”.
Manuschevich señala que el MMA ha realizado estudios sobre la contaminación de los humedales a partir de la concentración de nutrientes que poseen. “Mientras más nutrientes, tales como fósforo y nitrógeno, menor es su calidad”, explica y añade que dichos estudios -de 2011 a la fecha-, en el caso de los humedales costeros de la zona central dan cuenta de al menos un 40% está en un estado no deseado o malo. En este sentido, señaló que, según datos del Banco Mundial (2019), un tercio del PIB de los países en desarrollo podría depender del agua, y para Chile “reveló que en la zona mediterránea o de Chile central, donde está la mayor parte de la población, los recursos hídricos están muy contaminados”.
Para el MMA, el DAD representa una línea de acción prioritaria para el país, considerando el escenario de triple crisis ambiental. “Sumarse a este esfuerzo mundial implica acelerar la acción climática y establecer dentro de las prioridades nacionales la protección y restauración de nuestros humedales, entre ellos ríos y lagos. De esta manera la iniciativa promueve la seguridad hídrica mediante el diseño e implementación de soluciones concretas mediante la Estrategia Nacional de Biodiversidad y Planes de Adaptación al Cambio Climático, en concordancia al Marco Global de Biodiversidad”, sostiene Manuschevich.
Con respecto a los restos futuros, la jefa de la División de Recursos Naturales y Biodiversidad destacó la reciente promulgación de la Ley para la Naturaleza, que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), que permitirá contar con una serie de instrumentos adicionales, sobre todo para restaurar los ecosistemas degradados y potenciar lo protegido. “Como Gobierno estamos comprometidos con el desafío de cuidar los ecosistemas de agua dulce en un contexto de adaptación al cambio climático, en el entendido de que, finalmente, conservar el agua dulce es conservar el bienestar de todas las y los chilenos”, concluye.
“Las organizaciones ciudadanas han relevado los beneficios de los humedales, principalmente porque generan un vínculo directo en la comunidad. A las personas les gusta visitarlos, observar las aves, sentir el contacto con la naturaleza y eso genera un apego colectivo importante”.