Nueva Coalición de Economía Circular busca crear una agenda regional común para América Latina y el Caribe
Coordinada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la plataforma nacida el pasado 1 de febrero aglutina a ocho socios estratégicos y busca acelerar la transición hacia la economía circular a nivel regional. Se trata de una instancia colaborativa intersectorial e interministerial, cuyo primer objetivo será proporcionar conocimiento y sensibilización en torno a los beneficios de aplicar la economía circular en un contexto de crisis climática y sanitaria. El ministro de Medio Ambiente (S) de Chile, Javier Naranjo, participó del lanzamiento y valoró la coordinación que permitirá el encuentro.


Hay datos que invitan a la esperanza en América Latina y el Caribe: según datos de la Fundación Konrad Adenauer (KAS), hay 196 iniciativas a nivel regional directa o indirectamente vinculadas a economía circular. Del mismo modo, de seguir en esta curva de crecimiento y adoptar los lineamientos de esta economía resiliente, podría haber un incremento de 4,8 millones de empleos netos en la región para 2030, según proyecta la CEPAL y la OIT. Además, ya con una mirada global, la economía circular puede ayudar a encarar el 45% de emisiones totales de gases de efecto invernadero.
Estos números, sin embargo, colisionan a menudo con la economía lineal y extractivista que predomina en el grueso de los países de América Latina y el Caribe. A esto se suma la poca articulación entre una y otra iniciativa, y lo que queda, por lo tanto, son abordajes de carácter aislado. Precisamente buscando subsanar esa dispersión en los proyectos, el pasado 1 de febrero se presentó la Coalición de Economía Circular – América Latina y el Caribe, la primera instancia que busca acercar el concepto con una agenda regional en común. El lanzamiento ocurrió en paralelo con la celebración -en formato virtual- de la XXII Reunión del Foro de Ministros de Medio Ambiente de la región.
“Las conversaciones empezaron a fines de 2019, porque nos dimos cuenta de que había muchas organizaciones relevantes a nivel global que estaban trabajando en América Latina y el Caribe en economía circular. La idea era crear una cohesión sin afán de competencia. Cada país tenía agendas distintas. Por el tema de la pandemia se retrasó un poco en concretarse, pero ahora tenemos más madurez, fue para mejor”, explica Luisa Santiago, líder de la Fundación Ellen MacArthur en América Latina, uno de los ocho socios estratégicos de la flamante Coalición.
En efecto, las otras organizaciones que integran la Coalición de Economía Circular son el Centro y Red de Tecnología Climática (CTCN), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Fundación Konrad Adenauer (KAS), la Plataforma para Acelerar la Economía Circular (PACE), la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y el Foro Económico Mundial (FEM). La instancia es coordinada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el octavo socio estratégico.

“En la discusión actual sobre las formas de reconstrucción/recuperación económica después de la pandemia de covid-19, consideramos que esta coalición puede verse como una iniciativa orientada al futuro que tiene un gran potencial para generar cambios a nivel político y práctico hacia un cambio sostenible y económicamente amigable”.
“En la discusión actual sobre las formas de reconstrucción/recuperación económica después de la pandemia de covid-19, consideramos que esta coalición puede verse como una iniciativa orientada al futuro que tiene un gran potencial para generar cambios a nivel político y práctico hacia un cambio sostenible y económicamente amigable”, comenta por su parte Nicole Stopfer, directora del Programa Regional Seguridad Energética y Cambio Climático (EKLA) de la Fundación Konrad Adenauer.
Entre los muchos objetivos de la Coalición -cuya misión es mejorar la coordinación y colaboración intersectorial e interministerial- se cuenta impulsar la sensibilización y el conocimiento sobre economía circular en la región; desarrollar herramientas e indicadores; movilizar recursos para transitar a la economía circular; ofrecer oportunidades de entrenamiento; e implementar proyectos piloto y facilitar alianzas y colaboraciones. En ello ocupan un papel preponderante los ministerios de los países en cuestión que más se acercan al tema de economía circular según su naturaleza.
En coherencia con esta postura, la Coalición definió crear un directorio para su gobernanza, compuesto por cuatro representantes gubernamentales de los países miembros. Este comité directivo ejercerá de forma rotativa por un año: para el período 2021-2022, por ejemplo, las naciones a la cabeza del directorio serán Colombia, Perú, Costa Rica y República Dominicana.
Quienes estarán al frente de la Coalición durante el primer período son el ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Colombia, Carlos Correa; el viceministro de Gestión Ambiental de Perú, Mariano Castro; el viceministro de Gestión Ambiental y Energía de Costa Rica, Rolando Castro; y la viceministra para la Cooperación Internacional de República Dominicana, Milagros de Camps.
No obstante, Luisa Santiago advierte que “la Coalición está abierta a todos los ministerios, no solo al de Medio Ambiente, porque la economía circular no es solo algo que atañe a Medio Ambiente. Limitarlo solo a un asunto de medio ambiente o de diálogos medioambientales, no va a llevar al cambio sistémico. Es necesario alinear los mecanismos económicos, los incentivos, los recursos, la inversión en desarrollo de habilidades, innovación y tecnología para avanzar a esta nueva manera de funcionar”.
En representación de Chile participó del lanzamiento el ministro de Medio Ambiente (s), Javier Naranjo, quien comenta que “una de las fortalezas de esta Coalición es que es multi – actor, ya que convoca a gobiernos, sector, privado y sociedad civil, con el apoyo de una serie de organismos internacionales con los que tenemos positivas experiencias de trabajo previas. Entre ellas, la Fundación Ellen MacArthur, el Foro Económico Mundial, el Organismo de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y PNUMA, quienes formaron parte del Comité Asesor Internacional para la elaboración de la Hoja de Ruta Nacional a la Economía Circular para un Chile sin Basura. Esperamos que iniciativas como ésta puedan replicarse a nivel regional y estaremos disponibles para intercambiar experiencias en este nuevo marco”.
“La Coalición está abierta a todos los ministerios, no solo al de Medio Ambiente, porque la economía circular no es solo algo que atañe a Medio Ambiente. Limitarlo solo a un asunto de medio ambiente o de diálogos medioambientales, no va a llevar al cambio sistémico. Es necesario alinear los mecanismos económicos, los incentivos, los recursos, la inversión en desarrollo de habilidades, innovación y tecnología para avanzar a esta nueva manera de funcionar”.
Corregir las brechas
En su primer año de vida, indica un documento oficial de la plataforma, la Coalición se centrará en sectores clave: plásticos, electrónicos, alimentación y agricultura, ciudades y construcción, simbiosis industrial y turismo. Según Luisa Santiago, dentro de este espectro, la instancia se focalizará en la producción de conocimiento respecto del tema de economía circular y también de sensibilizar en torno a los beneficios ambientales y económicos de migrar desde una economía lineal y extractiva que horada el planeta y genera brechas insalvables, a otra más resiliente y responsable.
“Durante este primer año, el plan de trabajo consiste en crear una visión regional para la economía circular en América Latina y el Caribe. En eso vamos a trabajar los ocho socios estratégicos y cada uno aportará sus conocimientos. Vamos a promover el desarrollo de capacidades, herramientas para poner en práctica la economía circular, bajarla a terreno en prácticas industriales y políticas públicas a través de algunos webinar para acceso amplio a la gente y a los públicos clave de empresas y gobiernos”, añade Luisa Santiago.
Es algo que también aprecia Nicole Stopfel, de KAS, para quien “ha sido un placer trabajar a la mano con los socios multilaterales y así no solo compartir la visión de una región circular, sino tener la oportunidad de que cada socio pueda aportar sus conocimientos y expertise a este proyecto en común”.
Con respecto a las brechas que se observan en el continente y cómo abordarlas, Stopfel señala que el plan de trabajo anual integra esos retos. Se prevé una capacitación a gobiernos locales en diferentes países: “Creemos además que contar con la plataforma de esta coalición les permitirá a los países mayor diálogo y coordinación. Cada país así podrá contribuir con su parte hacia el desarrollo global de la economía circular”.
“Una de las fortalezas de esta Coalición es que es multi – actor, ya que convoca a gobiernos, sector, privado y sociedad civil, con el apoyo de una serie de organismos internacionales con los que tenemos positivas experiencias de trabajo previas (…) Esperamos que iniciativas como ésta puedan replicarse a nivel regional y estaremos disponibles para intercambiar experiencias en este nuevo marco”.
Desde la perspectiva chilena, en tanto, el ministro (s) Naranjo espera “obtener beneficios del intercambio de experiencias que se produzca” en el marco de la Coalición de Economía Circular. La autoridad nacional señala, a modo de ejemplo, que “Chile está implementando la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, con sus respectivos decretos para neumáticos, aceites y lubricantes y estamos trabajando en el de pilas. Además, ya desarrolló una Estrategia de Economía Circular y una Hoja de Ruta para la Gestión Sostenible de Plásticos en el marco de la Alianza del Pacífico”.
A Luisa Santiago, mientras, le parece relevante incluir dentro de la orgánica a los gobiernos nacionales, ya que “el sector público tiene un rol clave para acelerar y dar escala hacia la transición a la economía circular”. Para la representante en América Latina de la Fundación Ellen MacArthur, los mercados en el continente aún “están muy asociados a una economía lineal” y, a pesar de que las prácticas de economía circular están vigentes desde hace años, “solo con compromisos voluntarios no vamos a ser capaces de promover el cambio sistémicos hacia una economía más resiliente: la economía circular debe ser la norma y no la excepción”.
Lo mismo cree Nicole Stopfel, para quien es imperativo desvincular “el crecimiento económico de la degradación ambiental y la extracción de recursos”, para así “mejorar el bienestar humano, la regeneración de los ecosistemas y lograr una mayor prosperidad, contribuyendo al cumplimiento de la Agenda 2023 y el Acuerdo de París”.
Aunque la idea fue fraguada a fines de 2019, Luisa Santiago cree que la economía circular aún es más importante de impulsar en el contexto del covid-19. Según ella, “la pandemia ha revelado las fallas del sistema lineal”, ya que “hubo problemas en las cadenas globales de suministro de alimentos y equipamientos médicos”. Tanto así, que los respiradores necesarios para el tratamiento de la enfermedad, al menos en Estados Unidos, venían de Asia y “la idea de la remanufactura se hizo necesaria para mantener la vida de los equipos de producción”.
De ahí brota la relevancia, agrega ella, de añadir valor a los materiales, crear una economía regenerativa y pensar en la biodiversidad. “Hay muchos horizontes posibles para crear una economía resiliente a los shocks”, reflexiona. Las proyecciones respaldan ese optimismo: según datos de Circle Economy, actualmente el mundo es 8,6 por ciento circular. Si se duplicara esa cifra, estima la organización, se lograría cumplir con mantener el planeta por debajo de los dos grados centígrados de temperatura.