“El sueño de Da Vinci”, así expresa su visión el médico cirujano chileno Marcelo Andia. Una aproximación que, principalmente en la medicina, apunta a un desarrollo de profesionales con miradas íntegras y horizontales que aborden distintas disciplinas, afirmando que el mundo debe avanzar entre campos que dialoguen entre sí.
Para este medico cirujano y también ingenierí civil con magíster en ingeniería, hoy docente y director del Magister en Investigación en Ciencias de la Salud de la Universidad Católica, también relevante cambiar el paradigma sobre cómo se practica la docencia en Chile, argumentando que la base de los avances que dé la humanidad estarán en la forma en cómo cuestionamos y repensamos lo que conocemos, apelando a un modelo universitario donde la discusión y la reflexión sean la base de la pedagogía.
Aunque es claro en afirmar que no existe una “bala de plata” con respecto a un modelo universal para afrontar este tipo de dilemas metodológicos, Andia cree que -aunque en Chile se apela mucho a copiar otros sistemas- sería más efectivo aplicar ensayo-error para dar con un método para afrontar los problemas actuales, desde la enseñanza hasta el cambio climático.
¿Cómo la interdisciplina podría ayudar a atender la crisis climática que estamos viviendo?
Lo que nosotros hemos visto, en el uso de la interdisciplina en medicina, es que muchos avances se nos enlentecen porque hay grupos de personas que no conversan entre ellas, porque tienen idiomas y lenguajes distintos. Yo tengo la sensación de que en los temas climáticos pasa algo muy similar. Tenemos personas mirándolo todo muy desde la óptica desde la biología celular, de la agronomía o de la conservación, pero finalmente no los ponemos a todos juntos a conversar. Porque necesitamos vivir en este planeta, necesitamos alimentar a nuestras personas, entonces necesitamos sentarnos a conversar.
Probablemente la solución no es seguir igual como somos ahora, pero tampoco es cambiar todo y hacer un cambio demasiado radical que no va a funcionar, la historia de la humanidad nos dice que esos cambios radicales no sirven.
¿Cuál es la clave entonces?
Necesitamos poner gente y temas reales. Yo creo que en Chile, por ejemplo, hablamos mucho de cambio climático, pero no nos ponemos metas reales en el corto plazo. El objetivo no es que reciclemos el 100% de nuestra basura, sería lo ideal, pero pongámonos un 15% o un 20% y vayamos paso a paso enseñando y educando; aquí el rol de los colegios, el rol de las organizaciones sociales es fundamental. Un ejemplo que es muy bonito, que me tocó vivir en Inglaterra, es que cuando empezaron con el reciclaje no sabían cuál era la mejor estrategia. Entonces, empezaron en los colegios con las estrategias de poner containers separados o juntos para ir probando distintas tecnologías, y finalmente después de un año de estudio demostraron que una era más importante que otra, y que esa se adaptaba a la realidad local. En Chile hay algo que nos encanta, y lo hacemos a cada rato: sale una nueva técnica en Japón o en Finlandia, llegamos, la traemos y la aplicamos, pero nadie pensó en cómo se adapta a nuestra cultura, cómo se adaptan nuestros medios, nuestra gente.
Necesitamos hacer pruebas concepto, necesitamos adaptar las tecnologías en Chile e incluir a la comunidad, incluyendo a los niños en los colegios y las universidades, todos juntos, no que de repente aparezca un iluminado que diga que la solución es esta, y la gente no se sentirá ni comprometida con la decisión, y por lo tanto no la adopta.