La sociedad civil cierra exitosamente la COP alternativa de Cerrillos con un Manifiesto Latinoamericano por el Clima
Tras 10 días de intensas actividades, hoy culmina la Cumbre Social por la Acción Climática que se desarrolló en el Centro Cultural Tío Lalo Parra. Pese a la ausencia de algunas delegaciones extranjeras, la organización califica como un éxito la instancia, ya que se logró redactar un manifiesto que exige incluir a las comunidades en la toma de decisiones para combatir el calentamiento global, el respeto irrestricto a los derechos humanos y una transformación radical del modelo de producción. En la última jornada en Cerrillos de esta mañana, se presentarán los resultados de la mesa Ciudades del Comité Científico Nacional COP25.
Son las 09.55 en el Centro Cultural Tío Lalo Parra de Cerrillos, erigido en homenaje al hermano de Violeta Parra, y uno de los voluntarios de la Cumbre Social por la Acción Climática ayuda a los visitantes a orientarse en el espacio. Tras una breve caminata a pleno sol, la carpa interreligiosa se halla protegida por unos frondosos árboles y mucho, mucho césped alrededor. Allí se congregan personas de diferentes credos, que repiten oraciones por la Madre Tierra, con carteles que invitan a quererla, a cuidarla, a librarla de los males de la humanidad. A un costado, un food track ofrece sándwiches y café para amortiguar el sopor de la mañana. Unos metros más allá, una carpa diseñada por Océana muestra los nocivos efectos del plástico en los mares del mundo. Fuera del recinto, por Camino a Lonquén, pasan las liebres y las micros del Transantiago, pero el rugido de los motores solo se oyen a la distancia.
De vuelta hacia el salón principal del centro cultural, la Sala Marielle Franco acoge la charla “Descarbonización en América Latina: la ruta hacia una transición justa”, donde los expositores analizan los casos de Quintero-Puchuncaví, en Chile, y los proyectos El Cerrejón y Vaca Muerta, en Colombia y Argentina, respectivamente. Todas las salas de la cumbre alternativa, coordinada por la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC), llevan el nombre de líderes sociales y ambientalistas asesinados o muertos en extrañas circunstancias como Chico Mendes, Marcelo Vega, Berta Cáceres y Macarena Valdés.
En la sala Marielle Franco, que recuerda a la líder social brasileña asesinada en 2018 en Río de Janeiro, habla Florencia Ortúzar, abogada y representante en Chile de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA). Ella se excusa por la ausencia de una representante colombiana que hablaría del caso de la mina El Cerrejón, emplazada en la zona de La Guajira y que, según Ortúzar, ha afectado a más de 300 mil personas, entre las que se incluyen 35 comunidades indígenas, siendo además un proyecto “70 veces más grande que Chuquicamata” y que contribuye a aumentar los niveles de vulnerabilidad en la zona más pobre de ese país.
Tras el turno de la abogada de la ong Defensoría Ambiental, Alejandra Donoso, que refiere a la crisis ambiental en Quintero, interviene Felipe Gutiérrez, investigador chileno que trabaja para el Observatorio Petrolero Sur, organización que funciona en Argentina. Bajo una perspectiva crítica, Gutiérrez condena el proyecto del yacimiento petrolífero Vaca Muerta, emplazado en territorio mapuche del otro lado de los Andes, y que se estaría estudiando en Chile como estrategia de descarbonización. Por el contrario, dice Gutiérrez, este proyecto intenta extraer petróleo y gas en cuencas no convencionales a través de la técnica del “fracking”, y “en 20 años podría emitir 86 veces más CO2 que las centrales a carbón”. El investigador, además, considera que esta zona es muy propensa a sismos, por lo que su infraestructura corre peligro. “Es necesario hacer una transición ecológica y justa, pero nos vemos enfrentados a un entramado regional”, diagnostica Gutiérrez.
Fuera de la sala y una vez que termina el foro, un grupo de jóvenes realiza una intervención a pleno sol. Con los ojos vendados, muestran unos letreros escritos a mano en los que prevén la catástrofe planetaria futura si no se adoptan compromisos radicales. “Hola, soy Sofía y cuando tenga 55 años el océano Ártico no tendrá hielo en verano”, reza uno de los carteles que sujeta una niña con sus dos manos. Los asistentes a la cumbre hacen una ronda en torno a los jóvenes y leen con detención cada uno de los mensajes. Del otro lado, unas bloques de piedras como tumbas recuerdan a las especies que ya han desaparecido producto de la crisis climática, y las que representan mayor amenaza.
Por el pasillo central del centro cultural se exhiben grandes fotografías de los prístinos paisajes de la Patagonia chilena, mientras que en la sala Marcelo Vega -que recuerda al presidente de la Asociación de Comunidades Indígenas de Chan Chan y férreo opositor al ducto en el balneario de Mehuín, desaparecido en extrañas circunstancias a principios de 2019- se realiza la charla “Creando colaboraciones entre academia y activismo ante el sufrimiento ambiental”. Expone Robinson Torres, profesor de la Universidad de Concepción, quien critica cómo la prensa tradicional abordó el fracaso de la Central Hidroeléctrica Neltume. “El proyecto fue derrotado por las comunidades, así se debió escribir”, opina Torres, quien cree que “el pueblo chileno se tiene que mapuchizar” para aprender de su visión sobre la naturaleza, y no al revés.
El español Israel Rodríguez, enseguida, habla sobre su experiencia con la apertura de espacios y oportunidades para personas con discapacidad, en tanto que el profesor de la Universidad Católica, Manuel Tironi, saca sonrisas en el público al contar su reciente experiencia en una caminata desde San Pedro de Atacama hasta Antofagasta con las comunidades lican antay, cuyo objetivo era relevar el daño ambiental que sufre el Salar de Atacama.
Tironi, en su intervención, invita a una noción de activismo desde la academia “junto a” las comunidades, y no mirándolas de arriba hacia abajo. Dice que caminar, en ese sentido, es también de-colonizar, “es una forma de habitar el territorio” porque “no basta con hacer metodología participativa”. En esta caminata, Tironi asumió que “el desierto te va desvistiendo y recubriendo con nuevas capas de sentido”. Fuera de la sala, una bandera boliviana y una wiphala flanquean la entrada del Auditorio Gastón Guzmán, nombrado así en honor al fallecido fundador del histórico dúo Quelentaro, quien además fue declarado hijo ilustre de la comuna de Cerrillos. Allí se presentaría la charla “Hacia un acceso inclusivo a la energía a escala: aprendizajes desde la sociedad civil de Bolivia”.
“Nunca más sin nosotros”
Tras 10 días de actividades, la Cumbre Social por la Acción Climática culmina hoy en Cerrillos. Uno de los hitos más importantes será la presentación del informe de la Mesa Ciudades del Comité Científico Nacional COP25, convocado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. En la instancia, que se desarrollará a partir de las 10.00 horas en el Auditorio Gastón Guzmán, expondrán Elizabeth Wagemann (riesgos y desastres naturales); Francois Simon (edificación y energía); Cristián Henríquez (gobernanza); Sandra Iturriaga (infraestructura verde); Marcela Munizaga (movilidad); Edmundo Muñoz (residuos y economía circular); y Sandra Cortés (vulnerabilidad y salud).
Uno de los grandes logros de la Cumbre Social fue la redacción del Manifiesto Latinoamericano por el Clima, cuyo proceso de elaboración demandó cerca de dos meses, tanto de forma presencial como online. La última instancia de participación tuvo lugar en Cerrillos y también en la Cumbre Social por el Clima paralela que se desarrolló en Madrid. El documento sería presentado ayer por embajadores de la Sociedad Civil por la Acción Climática en la Zona Azul de la COP25 en la capital española, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos, como un resumen de los principios de la sociedad civil latinoamericana que clama por una mayor ambición climática para paliar el calentamiento global, y con los territorios.
“Nunca más sin nosotros”, es la consigna del manifiesto, leído paralelamente en la Cumbre Social de Cerrillos y en la de Madrid el pasado lunes 9 de diciembre. En el documento se lee que “no será posible pensar una política climática ambiciosa y transformadora mientras no se integren en su creación y ejecución las voces de todas y todos aquellos quienes habitamos este planeta, con especial atención respecto de aquellos afectados cotidianamente en sus territorios por las consecuencias de la crisis climática; de los pueblos originarios, indígenas, tribales y afrodescendientes, que cargan en su historia valiosos saberes; y de los niños, niñas y adolescentes”.
“Las soluciones climáticas no pueden vulnerar los derechos humanos, eso es fundamental. No se pueden pasar a llevar los derechos de los pueblos originarios, de sus territorios, de los niños. Creemos que nuestros gobernantes no lo ven con la misma claridad que nosotros desde la sociedad civil”.
En su introducción, el manifiesto climático fustiga que el Gobierno de Chile no haya manifestado “una voluntad real de escuchar y considerar las voces de la sociedad civil en la agenda climática global”. Del mismo modo, critica la decisión del Ejecutivo de suspender la COP25 en Santiago y trasladarla a España, ya que “es solo un ejemplo más de la actitud displicente con que los tomadores de decisiones se han aproximado a la sociedad civil durante las últimas décadas, lógica que hemos visto repetida a lo largo de América Latina y el Caribe en la aprobación de políticas y proyectos que amenazan el futuro de nuestros ecosistemas y territorios. En el diagnóstico, el manifiesto de la SCAC asegura que las demandas climáticas de la región latinoamericana no serán puestas en la mesa y, en cambio, se priorizará “la comodidad los principales contribuyentes al aumento global de las temperaturas”.
El manifiesto se articuló en torno a nueve ejes: agua; naturaleza; transición energética; nuevo modelo de desarrollo; mujeres; pueblos originarios, indígenas, étnicos y tribales, y afrodescendientes; derechos humanos y cambio climático; justicia climática; y gobernanza climática.
Para Patricia Araya, coordinadora de la Cumbre Social de Cerrillos, el encuentro resultó todo un éxito, pese a la suspensión de la COP25 en Santiago y a la ausencia de algunas delegaciones. “Algunas organizaciones pequeñas se bajaron porque no podían dividirse entre Madrid y Santiago, pero eso no ha impedido el normal funcionamiento de la cumbre social. Logramos hacer algo inédito: coordinar el ejercicio de las dos cumbres paralelas. Hicimos un intento de transmisión conjunta del Manifiesto Latinoamericano. Eso fue súper enriquecedor. Porque uno de nuestros diagnósticos es que los gobernantes no han estado a la altura de la crisis ecológica que vivimos. Entonces este manifiesto sirve para ordenarnos en torno a lineamientos comunes para evitar que la temperatura no suba más allá de los 1,5 grados”, explica Araya.
Dentro de las principales conclusiones emanadas del manifiesto, la coordinadora enfatiza dos en particular, que son “devastadoramente diferenciadoras” respecto del análisis que se realiza a nivel de las posiciones de poder.
“Las soluciones climáticas no pueden vulnerar los derechos humanos, eso es fundamental. No se pueden pasar a llevar los derechos de los pueblos originarios, de sus territorios, de los niños. Creemos que nuestros gobernantes no lo ven con la misma claridad que nosotros desde la sociedad civil. El otro punto es que el término ‘ambición’ les queda bastante cómodo a ellos, y las medidas que toman los países en sus NDC son altamente insuficientes para combatir el cambio climático. Por eso decimos que se requiere una transformación radical del modelo de producción y de reproducción de la vida. No podemos seguir viviendo como hemos vivido hasta ahora. Esta transformación debe venir desde los territorios, y debe ser democrático, es decir, no deben ser impuestas por quienes están detrás de un escritorio”, describe Patricia Araya.
La activista reitera que la cancelación de la COP en Chile representa un “perjuicio” no solo para Chile, sino para América Latina, y refleja que “el Presidente Piñera no tiene la voluntad para solucionar el estallido social que vive nuestro país”. Con respecto a la decisión de llevar la cumbre a España, Araya opina que “Europa es un continente que lleva produciendo emisiones por mucho más tiempo y tiene una tremenda responsabilidad en el cambio climático, extrayendo materias primas y sin dejar un desarrollo en aquellos países desde donde las extraen. Esta iba a ser una COP latinoamericana y no lo fue”.
Por último, Araya, pese a que la Sociedad Civil por la Acción Climática se conformó para esta coyuntura especial, espera establecer a partir del manifiesto climático una “hoja de ruta” para las organizaciones a nivel latinoamericano, y que redunden en “acciones de incidencia” en los otros países de la región en torno a los nueve ejes plasmados en el documento.