Son las 09.55 en el Centro Cultural Tío Lalo Parra de Cerrillos, erigido en homenaje al hermano de Violeta Parra, y uno de los voluntarios de la Cumbre Social por la Acción Climática ayuda a los visitantes a orientarse en el espacio. Tras una breve caminata a pleno sol, la carpa interreligiosa se halla protegida por unos frondosos árboles y mucho, mucho césped alrededor. Allí se congregan personas de diferentes credos, que repiten oraciones por la Madre Tierra, con carteles que invitan a quererla, a cuidarla, a librarla de los males de la humanidad. A un costado, un food track ofrece sándwiches y café para amortiguar el sopor de la mañana. Unos metros más allá, una carpa diseñada por Océana muestra los nocivos efectos del plástico en los mares del mundo. Fuera del recinto, por Camino a Lonquén, pasan las liebres y las micros del Transantiago, pero el rugido de los motores solo se oyen a la distancia.
De vuelta hacia el salón principal del centro cultural, la Sala Marielle Franco acoge la charla “Descarbonización en América Latina: la ruta hacia una transición justa”, donde los expositores analizan los casos de Quintero-Puchuncaví, en Chile, y los proyectos El Cerrejón y Vaca Muerta, en Colombia y Argentina, respectivamente. Todas las salas de la cumbre alternativa, coordinada por la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC), llevan el nombre de líderes sociales y ambientalistas asesinados o muertos en extrañas circunstancias como Chico Mendes, Marcelo Vega, Berta Cáceres y Macarena Valdés.
En la sala Marielle Franco, que recuerda a la líder social brasileña asesinada en 2018 en Río de Janeiro, habla Florencia Ortúzar, abogada y representante en Chile de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA). Ella se excusa por la ausencia de una representante colombiana que hablaría del caso de la mina El Cerrejón, emplazada en la zona de La Guajira y que, según Ortúzar, ha afectado a más de 300 mil personas, entre las que se incluyen 35 comunidades indígenas, siendo además un proyecto “70 veces más grande que Chuquicamata” y que contribuye a aumentar los niveles de vulnerabilidad en la zona más pobre de ese país.
Tras el turno de la abogada de la ong Defensoría Ambiental, Alejandra Donoso, que refiere a la crisis ambiental en Quintero, interviene Felipe Gutiérrez, investigador chileno que trabaja para el Observatorio Petrolero Sur, organización que funciona en Argentina. Bajo una perspectiva crítica, Gutiérrez condena el proyecto del yacimiento petrolífero Vaca Muerta, emplazado en territorio mapuche del otro lado de los Andes, y que se estaría estudiando en Chile como estrategia de descarbonización. Por el contrario, dice Gutiérrez, este proyecto intenta extraer petróleo y gas en cuencas no convencionales a través de la técnica del “fracking”, y “en 20 años podría emitir 86 veces más CO2 que las centrales a carbón”. El investigador, además, considera que esta zona es muy propensa a sismos, por lo que su infraestructura corre peligro. “Es necesario hacer una transición ecológica y justa, pero nos vemos enfrentados a un entramado regional”, diagnostica Gutiérrez.