Ayer, en el marco de la pandemia por corona virus que está asolando al mundo y comienza a hacer sentir sus impactos en Chile, se conmemoró a nivel global del Día Mundial del Agua, un elemento fundamental para enfrentar la crisis sanitaria que atraviesan -o atravesarán indefectiblemente- todos los países. Y las cifras que entregó Naciones Unidas son desalentadoras: hoy cerca de 2.200 millones de personas carecen de agua potable, y 4.200 millones -el 55% de la población mundial- carece de un sistema de saneamiento adecuado.
Esto, además, en un escenario de cambio climático que empieza a generar efectos devastadores en la provisión de agua a causa, en casos como el de Chile, de prolongadas sequías. ¿Qué hacer? Según la ONU, se requiere mejorar el tratamiento de aguas residuales, incrementar el financiamiento para los recursos hídricos, mejorar la eficiencia en su uso y promover la innovación tecnológica.
A nivel regional, una de las organizaciones que está trabajando en esta materia es la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua (ALADyR), creada hace una década y que ya cuenta con 700 miembros desde México hasta Argentina. Y uno de sus principales aportes a la discusión hídrica ha sido llevar la información de los procesos necesarios para la gestión hídrica sostenible a todos los ámbitos, incluyendo a las altas esferas de los gobiernos.
Así lo afirma Ivo Radic, director ejecutivo de empresas VIGA y representante de ALADyR en Chile, quien afirma que uno de los principales logros alcanzados hasta ahora por la organización es que se ha transformado en un referente confiable, y en proponer la desalación como una alternativa sostenible y escalable para solventar la crisis hídrica en Chile y otros países.
“Trabajamos con especialistas legales como Gloria Álvarez Pinzón, de Colombia, quien compara los marcos normativos de los países de la región y propone actualizaciones congruentes con los avances de las soluciones tecnológicas que promovemos. Estamos en la persistencia de que el marco regulatorio sea más claro e incentive a la inversión en el sector. Hoy el aspecto normativo, no solo de Chile sino de casi toda la región, es un lastre para alcanzar la seguridad hídrica”, afirma.
¿Cuánto ha progresado Chile y la región en materia de desalación en la última década?
En los últimos diez años ha avanzado mucho en desalación para la minería, con proyectos reconocidos a nivel mundial como Escondida. Somos referencia regional en capacidad instalada (5600 litros por segundo) pero esto no es suficiente, falta un impulso más contundente. Se espera triplicar la cantidad de agua desalada en los próximos años, pero el cambio climático y el crecimiento de la actividad económica demandan que la capacidad de desalinizar crezca a una potencia mayor.
Entre los ejemplos de potabilización de agua de mar para el abastecimiento domiciliario está Econssa, la primera planta hecha por el Estado para este fin, con una capacidad 500 litros por segundo y que debería entrar en operación en 2020. Misma situación es la de Tocopilla, con 100 litros por segundo, en construcción actualmente, para abastecer el 100% de la demanda de esa localidad. Y La Chimba, en Antofagasta, opera desde 2003, es propiedad de la sanitaria local y tiene una capacidad de 850 litros por segundo, que le permite abastecer el 85% de la demanda de la ciudad. A esto se suma un par de decenas de desaladoras pequeñas para caseríos y pequeños poblados, que hoy cada vez toman más relevancia. Pasa a ser una alternativa y solución viable para comunidades, sobretodo costeras, que no tienen agua potable.