Eduardo Sanhueza y la COP25: “Aquí no estamos conversando de ciencia, estamos conversando de economía”
Eduardo Sanhueza es quizás el único chileno que ha estado presente representando a nuestro país en las 25 cumbres globales de cambio climático que se han realizado en el mundo, desde que se iniciaran en Berlín en 1995. Consultor internacional en las negociaciones sobre cambio climático e investigador del Centro iUAI Earth de la Universidad Adolfo Ibáñez, es hoy una voz más que autorizada para hablar sobre la COP25 que se desarrollará en Chile, de los desafíos que implica y de la importancia de estas negociaciones para el tránsito hacia una economía baja en carbono.
Periodista
A inicios de los años 90, Eduardo Sanhueza Flores recibió como encargo del director del Instituto de Ecología Política (IEP), Manuel Baquedano, empezar a coordinar a las distintas ong’s de Lationoamérica en torno a un tema que en ese momento era menos que incipiente: la acción climática. Recién venían saliendo de la Cumbre de Río de 1992, y muchos de los países aún no tenían una dimensión real del acuerdo que se había logrado.
Así dio forma a la Red de Acción Climática de Latinoamérica, la rama regional del Climate Action Network, la gran organización “paraguas” que agrupa a las dintintas organizaciones que trabajan por la acción climática: Para ese entonces había poco o nada avanzado, y la idea era darle una mayor penetración al tema a nivel de países y gobiernos.
“Había gente de México, de Brasil y de Chile que habían sido invitados por esta ong para empezar a mirar el problema, pero la idea -y fue una decisión en la Cumbre de Río- era poner dinero para desarrollar una mayor actividad en la región. Sobre todo en los países en vías de desarrollo había que empezar a hacer entender a la gente qué eran todos esos convenios y sus implicancias, y la dimensión que tenía”, recuerda Baquedano.
El modelo era crear un grupo que comenzara a poner mayor presión a los países para que empezaran a poner atención al tema. Y en ese contexto, una de las primeras acciones de Sanhueza fue pedir una reunión con la encargada de estos convenios en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
“Yo iba en ese tiempo a las reuniones en Ginebra y veía que en el escritorio de Chile no había nunca nadie, y que se acumulaban los papeles y luego desaparecían. Entonces fui muy indignado a hablar con la persona encargada, y salí llorando junto con ella porque la pobre mujer tenía a su cargo todas las convenciones medioambientales que había y me decía ‘yo no puedo cubrir todo esto, acá está lleno de cajas con papeles que recogen nuestras misiones en los distintos países pero no cacho ni una’. Y eso sucedía en casi todos los países en Latinoamérica”, dice.
“El problema es cómo encontrar un acuerdo que nos permita transitar desde un mundo y un orden geopolítico mundial basado en la utilización intensiva de combustibles fósiles, a uno que no lo haga. Pero eso se enfrenta fuertemente con el hecho de que el 90% del PIB del mundo aún depende fundamentalmente del uso de combustibles fósiles”
De a poco Sanhueza fue construyendo una red en la región, y logró armar un evento en la sede de la Cepal en Chile en 1992, donde asistieron representantes de los gobiernos y de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático de la ONU (CMNUCC). “Dejamos instalada la idea de que existía una red en Lationoamérica que estaba trabajando el tema, empecé a repartir información, empecé a sacar unos boletines informando de lo que pasaba, y el gobierno de Chile se empezó a entusiasmar y le empezó a dar más visión”, recuerda hoy Sanhueza.
Desde entonces, ha asistido a todas y cada una de las 24 COP, la Conferencia de las Partes del CMNUCC, o las cumbres del clima organizadas por las Naciones Unidas, la mayor parte de las veces representando a Chile en las distintas negociaciones, como consultor del gobierno y de distintos organismos. Y ciertamente, también estará en los próxima cita que se realizará en Santiago de Chile, la COP25.
La COP1 se realizó en Berlín en 1995, ahí parte todo este trabajo para intentar frenar el cambio climático, pero para ese entonces solo había algunos informes meteorológicos que alertaban del fenómeno. ¿Cómo se fue consolidando el trabajo a partir de ahí?
La toma de decisión de Naciones Unidas de lanzar la negociación de una convención marco nace de una consolidación, de una valorización política de los llamados que el mundo científico estaba haciendo desde mucho antes, de que acá estábamos enfrentando un problema que nos iba a producir una perturbación que tenía una dimensión económica muy importante. Entonces, el año 88 se forma bajo el mandato de la Asamblea General la instalación de lo que hoy se conoce como el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que lo que hace es recopilar toda la información científica que estaba publicada y la ordenó, y dijo como conclusión que hay una razón fundada para empezar a preocuparnos de este tema, porque podía derivar a cualquier cosa.
¿Ese fue el marco para iniciar las negociaciones?
En el marco de eso es que empieza la negociación de cambio climático, pero fue fundamentalmente una conversación entre países industrializados y algunos países en vías de desarrollo, con representación de lo que ellos consideran que es el mundo en vías de desarrollo, o sea China, India, Brasil… el G5. Y empieza esta conversación y yo indudablemente empiezo a aprender mucho de este asunto, y a muy poco andar me doy cuenta de que aquí no estamos conversando de ciencia, estamos conversando de economía.
Ese es el corazón de la discusión, al final del día…
El gran tema que existe es que aquí estamos ante un problema que tiene que ver con cómo encontrar un acuerdo que nos permita transitar desde un mundo y un orden geopolítico mundial basado en la utilización intensiva de combustibles fósiles, a uno que no lo haga. Pero eso se enfrenta fuertemente con el hecho de que el 90% del PIB del mundo aún depende fundamentalmente del uso de combustibles fósiles, y además el orden geopolítico mundial es el resultado de quienes poseen las fuentes de combustibles fósiles, o las tecnologías para usarlas. Indudablemente que esa transición tiene que ser muy ordenada porque ninguna de estas partes va a querer perder influencia o posición en el mundo por resolver este problema, por más importante que sea.
“Chile, sin querer, ha tenido un rol tremendamente importante en el desarrollo de todo este proceso. Desde el inicio, nosotros fuimos capaces de meter algunos temas que si no hubiese sido por la gestión de algunos negociadores del Ministerio de Relaciones Exteriores a lo mejor no estaríamos conversando sobre esos temas”
¿Eso fue lo que levó a algunos fracasos en negociaciones posteriores?
Esos son los temas de fondo que tenemos que empezar a comprender para entender por que después había un Protocolo de Kioto que trata de corregir un error fundamental que se había cometido en el acuerdo de la Convención Marco, donde muy sueltamente se había planteado mira todos los países industrializados van a volver a las emisiones que tenían el año 1990 para el año 2000, pero resulta que los costos políticos para los distintos países industrializados no solo eran altos sino totalmente diferentes. Ahí empieza la idea de trabajar esta red, para empezar a hacer entendibles estas posiciones con los países.
Rol activo de Chile en la acción climática
Cuando Sanhueza empezó a trabajar en las negociaciones, y a tratar de explicar sus alcances, dice que “hablaba de esto y me sentía como un extraterrestre”. Sin embargo, agrega, “eso fue cambiando paulatinamente, pero siento que Chile, sin querer, ha tenido un rol tremendamente importante en el desarrollo de todo este proceso. Desde el inicio, nosotros fuimos capaces de meter algunos temas que si no hubiese sido por la gestión de algunos negociadores del Ministerio de Relaciones Exteriores a lo mejor no estaríamos conversando sobre esos temas… o a lo mejor lo estaríamos conversando también, pero lo habríamos hecho más tardíamente y con otras características.
¿Qué temas, por ejemplo?
Uno de los temas a los que Chile le dio mucha importancia Chile, y todavía es un temazo, porque es uno de los temas que quedó pendiente en Katowice, es que el mundo en vías de desarrollo siempre le ha pedido al mundo industrializado ayuda económica para poder adecuar su comportamiento a las nuevas realidades de la economía energética internacional, fundamentalmente, y también plata para los procesos de adaptación requeridos. Y el mundo industrializado ha respondido asignando fondos a través del Fondo Mundial del Medio Ambiente, y ha entregado recursos y ayuda bilateral, pero desde un comienzo empezó a aparecer esta idea de los mercados de carbono, que era una manera de movilizar recursos financieros hacia el mundo en vías de desarrollo, movilizar recursos privados para esta causa, que es el interés del mundo industrializado. Ellos imponen obligaciones de comportamiento conductual en términos de emisiones a sus instalaciones, pero le abrían espacio para que ellos pudieran compensar emisiones hechas en sus países comprándole reducciones de emisiones o secuestro de carbono a los países en vías de desarrollo.
¿Y cuál fue el rol de nuestro país en esto?
Ese modelo era un modelo que empezó a conversarse desde un inicio, está incluso en el texto de la convención inicial, pero nunca se le había podido dar una forma operativa y un entendimiento. En Chile entendimos eso, y las personas que estaban en el Ministerio de Relaciones Exteriores pudieron influenciar los procesos para que esto empezara a ocurrir. No es casualidad entonces que cuando se establece, después del Protocolo de Kioto, el mecanismo de desarrollo limpio, fuimos los que estuvimos impulsando lo que se llamaba el “inicio pronto” de esto, y además que en los primeros años fuera el país que liderara en el mundo los primeros proyectos y las primeras ventas de bonos de carbono para este efecto. Tanto es así que el primer bono de carbono en el mundo se transó por Chile.
“En estas reuniones no estamos tratando de reabrir la discusión sobre los niveles de ambición. Los niveles de ambición están representados en el Acuerdo de París, en un cierto lenguaje, entonces había un “ojalá menor”, pero empezar a hablar de que lo vamos a cambiar y lo vamos a poner en 1,5ºC no es la discusión de hoy día”
¿Ese rol activo de Chile en la negociación climática se ha mantenido en el tiempo?
Hemos participado muy activamente. Cuando se instaló la primera junta ejecutiva del mecanismo de desarrollo limpio, que es el que organizaba estos mercados, Chile participó con un representante en esa junta ejecutiva, y fui yo el que lo representó. Hoy seguimos teniendo alguna voz y alguna opinión importante en esas conversaciones a lo largo de todos estos años.
“Memoria histórica”
Hoy, a menos de un año de que se realice en Chile la COP25, la cita más importantes del sistema de Naciones Unidas a nivel global, Sanhueza nuevamente está asesorando y trabajando con el gobierno en esta tarea. De hecho, en estos días está representando a nuestro país en la reunión de la Organización de Aviación Civil Internacional, donde se discuten mecanismos de compensación para esta industria.
“A mi el gobierno me utiliza como memoria histórica -dice Sanhueza-, porque como soy viejo en estas cosas no tengo problemas en apoyar con mi conocimiento histórico en estos procesos. Entonces estoy involucrado acá, estuve apoyando a la ministra Schmidt muy cercanamente en Katowice, y ahora voy a seguir en lo mismo”.
Desde esa experiencia, ¿cuando cree que la COP toma impulsa y empieza a mirarse más seriamente?
Acá ha habido procesos importantísimos, y hay que mirarlos cuidadosamente. En esta cosa de ponerse de acuerdo en cómo transitamos de una economía basada en los combustibles fósiles a una basada en energías renovables sin perturbar el orden geopolítico mundial, que es tremendamente dificultoso encontrar una formulación, uno de los primeros avances importantes se realizó en Copenhague, en una COP que se caracteriza por haber sido la de mayor fracaso. Sin embargo, yo planteo que no, que es la de mayor éxito, porque allí se logra por primera vez que los chinos y norteamericanos se sienten a la mesa y empiecen a acordar un modelo, que es el modelo en que se basa el Acuerdo de París. Básicamente, es que cada uno propone hacer lo máximo que puede, y conversamos nosotros, los rivales más grandes, si esos niveles de esfuerzo más o menos son comparables y no nos perjudican en nuestra competitividad económica y en nuestro posicionamiento geopolítico, y que el resto haga su aporte. Porque nos interesa que participen, porque la participación significa aumentar las posibilidades de despliegue de las tecnologías de recambio, pero no hace la esencia del problema que tenemos de acordar. Ese proceso siguió avanzando desde Copenhague y logró un muy buen resultado en el Acuerdo de París.
Sin embargo, a casi cuatro años aún no se alcanza un acuerdo para su implementación
Es que como en todos estos buenos acuerdos, hay un texto que abre espacios para distintas lecturas, entonces en eso estamos. En Katowice se logró una lectura común sobre casi todos los artículos, menos uno, que es el mercado. Y fundamentalmente porque este es un instrumento para movilizar recursos económicos desde el sector privado para toda esta gestión, y hay visiones distintas respecto de como hacerlo de acuerdo a mis objetivos. El mundo europeo quiere unas exigencias al sistema, y el mundo en vías de desarrollo, fundamentalmente representado por Brasil, tiene otra visión porque dice yo tengo otras necesidades diferentes. Hay que conciliar esas cosas, y no se ha logrado aun.
También hay una discusión pendiente respecto de una mayor ambición, a partir del último informe del IPCC
En estas reuniones no estamos tratando de reabrir la discusión sobre los niveles de ambición. Los niveles de ambición están representados en el Acuerdo de París, en un cierto lenguaje, entonces había un “ojalá menor”, pero empezar a hablar de que lo vamos a cambiar y lo vamos a poner en 1,5ºC no es la discusión de hoy día. Esa es una discusión, sin embargo, que va a volver a tener intensidad en esta COP.
“Tenemos que distinguir con claridad cuál va a ser la agenda de la COP25 y hay que prepararse políticamente para enfrentarla”
¿Por qué?
Porque a lo mejor el encuentro más importante de este año sobre cambio climático de este año no va a ser la COP en Chile, sino la reunión que está convocando el secretario general de la ONU, António Guterres, para septiembre de este año, donde quiere convocar a todos los altos mandos y los presidentes de los países para conversar sobre un aumento de la ambición. Si allí sale una conclusión más clara, entonces se nos va a abrir una discusión sobre eso. Esa es una cuestión importante que he tratado de dejar en claro, que los países anfitriones no son los que ponen la agenda, la agenda está. Ahí están los grandes temas, y lo único que uno puede hacer esa una buena gestión de esa agenda.
Prepararse para la agenda COP25
¿Y esa buena gestión pasa por alcanzar buenos acuerdos en esa agenda?
Claro, sobre esa agenda. Entonces tenemos que distinguir con claridad cual va a ser esa agenda y hay que prepararse políticamente para enfrentarla.
¿Qué significa prepararse políticamente?
En el sentido de que le quede claro al país cuáles son los grandes temas que van a estar en discusión, cuáles son los progresos que se han logrado en cada uno, qué es lo que falta y por lo tanto que tengamos una capacidad de gestión para conducir esas conversaciones. Tenemos claro que en el Artículo 6 (mecanismos de cooperación y mercados) necesitamos lograr el acuerdo. Eso está muy claro. Pero existen otras cosas. Hay una petición del mundo africano en el sentido de que ellos quieren que se los distinga como una región altamente vulnerable a los impactos del cambio climático. Entonces, ellos quieren un tratamiento especial, pero cuando plantearon ese asunto saltó Centroamérica y dijo nosotros estamos en la misma situación. O Turquía, que está planteando que ellos permanentemente han sido considerados en el Anexo 1, con ciertas obligaciones, y ellos quieren decir que no son, entonces hay varios temas. Nosotros tenemos que distinguir cuales son estos temas, tener opinión. Eso significa para Chile tener una capacidad de cobertura de todos estos, que no tenemos porque hemos privilegiado algunos temas que nos interesan. Hemos estado siguiendo mercados, hemos estado siguiendo siempre algo de energía, hemos sido activos en adaptación.
La adaptación aparece como un tema clave en el contexto actual de los fenómenos climáticos extremos
Chile ha sido un campeón en introducir y aumentar lo que llaman la paridad de importancia con respecto a la mitigación que tiene respecto de los países en vías de desarrollo. Y Chile ha sido un actor importante en eso. El problema está en cómo movilizo recursos privados para la adaptación, cuando son temas tremendamente locales y particulares, excepto temas como la seguridad alimentaria mundial o la infraestructura, que son espacios de movilización de grandes capitales de inversión que pueden ser tremendamente atractivos.
“Hay una dimensión del cambio climático que es tremendamente grave: independientemente de que nosotros pudiéramos controlar la temperatura y no pasar de dos grados, con un grado ya nos está empezando a mostrar las alteraciones del sistema climático. Y con dos grados vamos a tener un problema enorme”
¿Cuánto ayudan en eso los compromisos nacionales, hay que aumentar la ambición ahí también?
Ese tipo de cuestiones son procesos, entonces nosotros debiéramos -si quisiéramos impulsar- tener una agenda un poquito más clara incluso. Chile se comprometió en el Acuerdo de París con aun serie de compromisos que están escritos en el INDC. Yo siempre digo esos documentos tienen que ser más claramente escritos, no solamente me interesa el objetivo cuantitativo, sino cómo voy a lograr eso. Lo que hace el mundo industrializado es leer eso y abrir espacio para su sector privado para movilizar inversiones. Yo digo que en el Acuerdo de París había conciencia y claridad científica acerca de la necesidad y urgencia de tomar acciones, y se había construido una ingeniería diplomática que permitía lograr una acuerdo que era este modelo botton up, en que cada uno oferta una cosa y se establece todo un acuerdo bajo las confianzas. Pero faltaba algo. La plata, la plata para poder hablar de 2ºC o de 1,5ºC o del número que quisieras.
¿Y esa plata está hoy?
El mundo financiero internacional, los que manejan los 500 trillones de dólares que mueven este mundo, tomaron la decisión en París de subirse al carro, de decir nosotros nos vamos a poner con la plata, vamos a cambiar el nicho de las grandes inversiones que nos producen estos trillones desde los combustibles fósiles a las renovables. A este proceso damos inicio hoy día. Y el tema ya ha empezado, y todos los días escuchas que los fondos de inversión le están exigiendo a sus gestores que tienen que informarle de los riesgos climáticos. Y esto no solamente por los impactos del cambio climático sobre sus inversiones futuras. Ellos plantean con mucha fuerza esto de los activos varados, que llega un momento en que tu haces las inversiones pero empiezan a cambiar las políticas y con la arremetida de las renovables te quedas perdiendo plata.
Como usted sostiene, esto al final es un problema económico ¿Existe el convencimiento a nivel global, a nivel corporativo y de los gobiernos, de que es necesario el cambio?
Si, el tema es el cómo. No van a poner en riesgo la economía mundial, se van a dar todo el tiempo necesario y a lo mejor vamos a tener… hay dos problemas distintos. Hay una dimensión de este problema del cambio climático que es tremendamente grave, y tiene que ver con que independientemente de que nosotros pudiéramos controlar la temperatura y que no pasar de dos grados, o tres, que en este momento aparece como lo más plausible, el gran tema es que con un grado ya nos está empezando a mostrar las alteraciones del sistema climático, y con dos grados, porque esto no es lineal sino exponencial, vamos a tener un problema enorme y nuestra gran preocupación cada día más va a ser adaptación, tenemos que movilizar más recursos y tenemos que tener políticas estratégicas mucho más pensadas sobre este tema.
“El ejercicio que encabezó el ex ministro Máximo Pacheco, de un pensamiento de largo plazo en el sector energía, es un muy buen ejemplo de como podemos avanzar en un pensamiento estratégico de nuestra visión de desarrollo, como queremos vernos como país no solamente en el sector energía sino en otros sectores a largo plazo”
Adaptación necesaria
¿Por qué es tan necesario poner el foco en adaptación?
Por ejemplo, desde hace muchos años la industria vitivinícola, siguiendo los ejemplos de California, empezó ya a comprar tierras mas al sur de tal manera de trasladar sus viñedos buscando microclimas semejantes a los que tenía en la Sexta Región para el futuro. El gran problema está en que cuando te mueves, se mueve el dueño y los técnicos, pero la gente de la Sexta Región pierde empleos. Tenemos que tener una política que prevea esto, que aumente nuestra resiliencia a ese cambio, y ver qué plantar en esas tierras donde antes había viñas. Y no solamente eso, el gran problema de la adaptación está en que la alteración del sistema climático, que se produce en el país pero también se produce en otros y hace que algunos nichos que nosotros explotábamos en el sector agrícola, que tiene una importancia creciente en la construcción del PIB nacional, y que puede ser tremendamente afectada, no solamente va a significar relocaciones y reemplazo, sino que además hay que tener cuidado que va a pasar con los vecinos, porque resulta que algunos nichos que nosotros tenemos en forma preferencial nos pueden aparecer competidores tremendos en otras partes porque se les producen las mismas condiciones que existían en Chile. Esa visión falta.
¿La ley de cambio climático debiera considerar estos aspectos?
Yo soy un poco escéptico, yo se que a nuestro país le gustan las leyes y hay leyes para cualquier cosa. Lo que yo siempre reclamo es que no pongamos la carreta delante de los bueyes. Primero tenemos que tener claro cuál va a ser nuestra política climática, que la veo como una política de desarrollo en los tiempos del cambio climático, que tiene más objetivos que solamente el tema del cambio climático. Los 17 ODS no nacen por casualidad, es un convencimiento del sistema económico internacional de que tienes que atender todos esas dimensiones si quieres tener desarrollo sustentable en el tiempo. En el marco de un progreso en ese pensamiento, debiera desarrollarse una política de cambio climático, de cómo vamos a ir enfrentando los compromisos que vamos a tener en el corto plazo y más de mediano plazo, e identificar cuales son las medidas legislativas que necesitamos para hacer eso. Tampoco me quisiera quedar con una ley que solamente establece toda una normativa organizacional para empezar a construir una política, porque nos vamos a quedar entrampados en una discusión legislativa de mucho tiempo. Pero nos falta avanzar en ese tipo de temas.
¿Ese foco en lo práctico permitiría atraer más recursos al país?
Recursos internacionales podríamos movilizar un montón, el Artículo 6 de mercados que está planteado tiene un mecanismo, por eso me interesa que avance lo antes posible y se termine de redondear el tema. Tiene dos patas grandes: una que tiene que ver con un mecanismo muy semejante al mecanismo de desarrollo limpio que existía de desarrollo de los bonos de carbono, pero hay otro que tiene que ver con las colaboraciones entre países, como resultado de acciones y transferencia de recursos, los resultados y el impacto de esas acciones se los reparten entre los países. Es un modelo un poco diferente pero que da mucha más flexibilidad y que puede permitir movilizar recursos a otra escala. Ahí tenemos que prestarle mucha atención y utilizarlo como una herramienta poderosa para el cumplimiento de nuestras acciones presentes y también futuras, porque nosotros deberíamos entender que esas propuestas y obligaciones -que podríamos poner en una revisión de nuestra INDC- debería ser funcional a nuestros objetivos de crecimiento económico.
¿Hay que revisar el INDC?
Yo siempre planteo que hay un ejemplo para mi de INDC. El ejercicio que encabezó el ex ministro Máximo Pacheco, de un pensamiento de largo plazo en el sector energía, es un muy buen ejemplo de como podemos avanzar en un pensamiento estratégico de nuestra visión de desarrollo, como queremos vernos como país no solamente en el sector energía sino en otros sectores a largo plazo. Si bien no siendo prescriptivo eso, sin embargo es orientador. Lo que hizo la ministra Susana Jiménez ahora es tomar eso y decir como implemento ese mismo pensamiento en los próximos años, y eso le ha dado una velocidad increíble al sector. Eso hay que integrarlo, porque en este momento tenemos una revolución increíble en las energías renovables, de tener un superávit de energía que no tenemos capacidad de almacenar, tenemos que gastarla pero más inteligentemente de manera que no nos vayamos a meter en un lío. Está todo el hidrógeno, yo soy muy entusiasta de esa tecnología desde hace años y ya se está moviendo. Hay muchas cosas.
¿Qué debiéramos hacer ahora como país, en el marco de esta COP25?
Chile debiera prestar mucha atención a dos cosas: a tener un pensamiento para responder a una invitación bastante compulsiva que hay en el texto del Acuerdo de París, y es que antes de 2020 debiéramos presentar una estrategia de desarrollo bajo en carbono hasta el año 2050. Debiéramos tener ese pensamiento, que no lo tenemos, y en base a esa trayectoria uno podría empezar a marcar metas, y después lo podemos ajustar, pero podríamos revisar nuestro nivel de ambición. Una revisión del 30%, que podría ser un poquito más agresivo en la medida de todos los avances que estamos teniendo en las energías renovables, que era una cosa impensada en ese momento. Incluso la estrategia para cumplir eso, y los costos que estaban asociados, tienen que ser absolutamente revisados a la luz de la revolución energética.