A mediados de marzo de 2018, el Ministerio de Salud confirmaba el hallazgo de una docena de ejemplares del mosquito Aedes aegypti en Iquique, insecto que actúa como principal vector en la transmisión de enfermedades como la fiebre amarilla, zika, dengue y chikungunya, ninguna de ellas con tratamiento médico y capaces de causar graves problemas de salud. Exactos 12 meses después, a fines de marzo de este año, el mismo ministerio anunciaba el hallazgo de un nuevo ejemplar de este mosquito ahora más al sur, en Iquique.
Si bien desde el año 2001 hay presencia de este mosquito -y de dengue- en Isla de Pascua, en Chile continental se encontraba erradicado desde 1950. Para los expertos, la sola presencia del Aedes aegipty “es una tremenda amenaza” por su capacidad de introducir infecciones en la población, lo que explica que tras el último hallazgo el Minsal activara un operativo con 130 efectivos militares en Iquique para determinar si existía la presencia de más ejemplares.
Y al mismo tiempo, la presencia del mosquito es también una muestra de los impactos esperados del cambio climático, y por lo mismo está considerado en el Plan de Adaptación al Cambio Climático del Sector Salud elaborado por el Ministerio del Medio Ambiente en 2016, y aprobado por el Consejo de Ministros ese mismo año.
Según señala dicho plan, los impactos a nivel de clima y ambiente causados por el calentamiento global tienen como motivo de preocupación, “los cambios que se prevén en el suministro de alimentos y la seguridad alimentaria, el abastecimiento de agua, la variedad y distribución de las enfermedades de transmisión vectorial, el aumento del nivel del mar y la concentración de contaminantes atmosféricos”, entre otros.
Para ello, se propusieron ocho líneas de acción y 16 medidas específicas de adaptación para enfrentar esta problemática, frente a la necesidad creciente -señala el documento- de generar capacidades, levantar información, tomar acciones, generar coordinaciones con otros actores y movilizar financiamiento para la adaptación al cambio climático.
“Las medidas establecidas en el presente plan -agrega el documento- tienen como horizonte de tiempo para su desarrollo, el período comprendido entre los años 2016 y 2020”.
Sin embargo, un reciente informe de auditoría realizado por la Contraloría General de la República revela escaso avance: de las 16 medidas de adaptación propuestas, cuatro no han iniciado su implementación y se necuentran con plazo vencido; seis no han iniciado su ejecución, aunque aún están dentro de plazo; y otras cinco se encuentran implementadas solo parcialmente.